Pocas veces en la historia nacional el futuro del país ha estado en manos de tan pocos como ahora, cuando los diputados al Congreso de la República tienen que iniciar el proceso para conformar las nuevas Salas de Apelaciones y la nueva Corte Suprema de Justicia en una decisión trascendental que nos marcará por muchos años. En efecto, la elección que deberán hacer de quienes serán los encargados de la administración de justicia en Guatemala puede marcar un antes y después para emprender una nueva ruta en cuanto a la legalidad y aplicación de la ley, pero, ojo, también puede prolongar indefinidamente el manoseo que se ha venido haciendo de las leyes.
De entrada hay que decir que todos los amparos y alegatos que venían interponiendo quienes se sintieron afectados por las decisiones de las dos postuladoras recibieron una tajante resolución de la Corte de Constitucionalidad que, contra lo que se pudo suponer previamente, declaró sin lugar a todas las solicitudes y ordenó al Congreso a proceder a la elección. Recordemos cómo se utilizó esa figura legal, la del Amparo, para obligar a la inclusión en la lista de postulados para Fiscal General a Consuelo Porras luego que la Comisión respectiva no le otorgó la calificación suficiente para entrar al listado.
Esta vez se movieron las mismas piezas que lograron rápidas resoluciones en esos tribunales ya apalabrados donde hacen todo lo que les piden quienes están defendiendo el sistema de justicia podrido que tenemos; sin embargo, este fallo emitido ayer por la Corte de Constitucionalidad, donde por cierto habían magistrados con marcados intereses para colocar a su gente como Nester Vásquez, causó una agradable y muy positiva sorpresa.
Literalmente ahora la pacaya la tienen los diputados y los ciudadanos tenemos que estar atentos para ver cómo se mueven las piezas en el Congreso de la República para entender por qué es que se emiten los votos en determinados sentidos. En el último proceso para conformar las cortes ya sabemos lo que pasó y cómo de un misterioso búnker salían chorros para comprar los votos a favor de la planilla que fue a presentar a la bancada Vamos el mismísimo Jefe de Jefes. Anteriormente era desde un hospital donde un “prisionero enfermo” entrevistaba a los aspirantes que se comprometían a ser baluarte de esa impunidad que urgía a todos los que habían sido agarrados con las manos en la masa.
Hoy existe una pequeña esperanza de que esas mañas del pasado no logren imponerse, luego de que la población guatemalteca en las urnas manifestó su hartazgo ante la corrupción tan extendida como apañada por la justicia. Empieza un proceso crucial que no podemos perder de vista porque los guatemaltecos nos estamos jugando el todo por el todo.