Isabel Pinillos
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Mientras no existan condiciones dignas de vida, las personas seguirán cruzando la frontera. Las causas de la migración merecen ser mejor analizadas antes de aprobar una Ley Anticoyotaje, la cual se queda corta para disuadir la misma.

Dicha ley sanciona con prisión de 6 a 8 años, más agravantes, a quienes cometan tráfico ilícito de personas. En principio, me parece que es ingenuo pensar que con esta medida se ayudará a detener los flujos migratorios hacia Estados Unidos. No sólo trata la punta del iceberg, sino que al criminalizar al coyotaje únicamente lo convierte en un negocio más caro, y por ende más lucrativo. Para ser justos, este problema debe tratarse como parte de toda una industria del tráfico humano.

En una entrevista realizada por la BBC al coyote “Carlos”, él indicó que en cada viaje sólo recibe el 25% de lo cobrado. Dicho de otra forma, si cobra $7,000 recibe únicamente $1,800, pues lo demás es repartido en sobornos para la policía, los federales, los agentes de migración y el narcotráfico. Según su testimonio, para la mayoría de indocumentados es la única manera segura de emprender el viaje en un microbús, y no terminar hacinados en un furgón sin aire ni comida entre decenas de personas. Argumentó que los buenos coyotes, se hacen y se recomiendan, de lo contrario no permanecen en el negocio. En el recorrido por México y por el desierto, donde mueren miles de personas, el coyote llega a ser un conocedor del terreno, en donde los viajeros ponen sus vidas en sus manos, para ser guiadas hasta su destino. Para los “indocumentados de verdad, que no tienen ni un peso” está el tren -la Bestia-, indica, el cual sólo debe ser tomado como “último recurso”. En él corren el riesgo de morir de frío, de calor, o de ser desmembrados en las vías del tren, además de ser asaltados por grupos criminales. Carlos explica que su trabajo ayuda a otros a encontrar su “sueño americano” ya que huyen de la violencia y la miseria de sus países, mientras que los gobiernos, no hacen nada.

Por otro lado, preocupa la otra reforma al artículo 107 de la ley de migración, que sanciona al que “de cualquier forma o manera capte, aloje, oculte, traslade o transporte por cualquier vía o medio a guatemaltecos para emigrar a otro país sin cumplir con los requisitos legales”. Con este artículo, los refugios que alojan a las personas en tránsito “sin mirar a quién” podrían pasar a ser perseguidas por la ley. Uno de estos lugares es la Casa del Migrante, de los misioneros scalabrinianos, que fungen como verdaderos “santuarios” para miles de refugiados. No podemos permitir que la solidaridad humana sea penalizada, ya que son estos espacios en donde los que ingresan reciben además de un techo y comida, atención psicológica y legal, que dicho sea de paso, no está cubierta por el Estado.

A pesar de la militarización de las fronteras al sur de Estados Unidos y las incontables violaciones a derechos humanos por parte de las mismas autoridades migratorias, las remesas desde Estados Unidos siguen creciendo cada año, (este año ascendería a $6 mil millones). Esto podría sugerir que a pesar de las medidas para disuadir la migración, la gente sigue arriesgándose a realizar el peligroso viaje a Estados Unidos.

Al coyote “Carlos” al finalizar, se le cuestionó sobre la propuesta de cerrar la frontera, a lo cual, expresó: “Es imposible que paren eso. Si tapan la frontera hacemos un hoyo y los metemos por debajo”. (BBC Mundo. La impactante historia de un «coyote» que pasa migrantes por la frontera entre México y Estados Unidos).

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