Alejandro Gómez es alguien comprometido con usar la tecnología para democratizar el acceso a la información, contribuyendo además al desarrollo de proyectos tecnológicos que optimizan procesos institucionales. Su pasión más grande es la música, y el piano, su instrumento. Es estudiante de último semestre de Ingeniería en Ciencias de la Computación y Tecnologías de la Información en la Universidad del Valle de Guatemala.
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Frase:
“La tecnología debe reducir las brechas sociales, pero solo lo logrará si está bien concebida; de lo contrario, se convierte en una herramienta elitista que no sirve a quienes no cuentan con las mismas oportunidades”. – Alejandro Gómez, 2024
En pleno siglo XXI, mientras algunos disfrutan de los últimos avances en materia de inteligencia artificial (IA), casi la mitad de nuestra población aún carece de acceso a internet. Incluso se habla de proyectos para la digitalización del Estado con la finalidad de simplificar la burocracia, sin embargo, ¿realmente estamos listos para abordar este tema cuando tantas otras problemáticas permanecen sin resolver?
Si me preguntan a mí, estoy totalmente de acuerdo con el uso de herramientas tecnológicas que respondan a las necesidades de la población, como la posibilidad de realizar trámites haciendo uso de un teléfono celular o una computadora, reducir las barreras en la sociedad en materia de educación, mejorar el acceso a empleo digno y facilitar el acceso a la información. Pero, para lograr esto, se debe tomar en cuenta a las mayorías y desarrollar productos eficientes, intuitivos e inclusivos.
La tecnología debe reducir las brechas sociales, pero solo lo logrará si está bien concebida; de lo contrario, se convierte en una herramienta elitista que no sirve a quienes no cuentan con las mismas oportunidades. Como país, nos falta muchísimo en materia de tecnología. Es imperativo observar a otros países, actualizar nuestras leyes y la forma en la que creamos las herramientas, poniendo a la población en primer plano en todo momento.
En el ámbito educativo, las plataformas educativas deben ser accesibles en todo momento, incluso con conexión limitada. Las aplicaciones gubernamentales deben ser fáciles de usar, además, es esencial ofrecer asistencia dentro de las instituciones, como la inclusión de tutoriales para su uso.
El verdadero valor de la tecnología radica en su capacidad para mejorar la calidad de vida y simplificar los procesos cotidianos. Nos conecta como sociedad global, sin importar las fronteras imaginarias. Actualmente, existe un gran auge por la inteligencia artificial que promete cambios sustanciales, pero también plantea grandes riesgos. Sin políticas que garanticen el acceso equitativo a la tecnología y fomenten auditorías sociales transparentes, corremos el riesgo de profundizar las desigualdades existentes.
Veo la necesidad de involucrarnos en proyectos tanto gubernamentales como desde la sociedad civil que generen conocimientos técnicos para el desarrollo social del país. Hay una gran oportunidad para fomentar la transparencia a través de la IA. Estudios demuestran que el análisis de grandes volúmenes de datos permite detectar patrones y anomalías que al ojo humano pueden pasar desapercibidas. Estas herramientas pueden predecir patrones de corrupción y automatizar procesos de vigilancia, reduciendo la dependencia de supervisores humanos y los riesgos asociados.
Para lograr un verdadero progreso, la tecnología debe ser accesible y comprensible para todos y todas, no solo para una minoría privilegiada. Esto implica invertir en llevar el internet a las zonas más remotas y marginadas. Todos y todas deben ser partícipes activos en la construcción de un futuro tecnológico integral. No basta con proporcionar acceso a dispositivos y conexión a internet. Se deben crear programas de alfabetización digital que empoderen a la población.
El Estado necesita cambios profundos; requiere métodos de auditoría social transparentes que no puedan manipularse. Es hora de asegurarnos de que la tecnología permita el desarrollo para todos y todas, y no sea un privilegio de unos pocos. Como jóvenes, recordemos que no solo somos el futuro, sino también el presente que puede redefinir el rumbo de nuestra sociedad. La tecnología es un medio, no un fin en sí mismo. Demos un paso firme hacia una sociedad más equitativa y próspera. No esperemos más.