Uno de los graves problemas en el sistema escolar guatemalteco, es la pobre capacidad de los alumnos para leer y entender lo que leen, circunstancia que es permanente desde hace varios años, debido a múltiples factores que de hecho han frenado la adquisición de esa destreza imprescindible.

No porque yo lo diga, las mismas autoridades educativas en sus informes y estadísticas han expuesto esta carencia estudiantil, sin embargo, valdría la pena conocer qué planes tiene el Ministerio de Educación para remontar esa brecha que no permite un completo desarrollo educativo en los educandos.

Muchas son las escuelas e institutos que tienen un salón específico para servicio de biblioteca, pero no lo utilizan para ese fin; otras utilizan el espacio de biblioteca como bodega de alimentos de la refacción escolar, escritorios deteriorados, utensilios de limpieza o simplemente lo utilizan para guardar implementos deportivos.

Lamentablemente, los docentes, directores, subdirectores, profesores auxiliares, maestros guías no proporcionan tiempo para incentivar la lectoescritura y por ello el gran número de personas incapacitadas para ejecutar las exigencias mínimas en los estudios superiores y en el campo del trabajo, ya sea en el área urbana o rural.

Tantas bibliotecas escolares pudriéndose, siendo la comida exquisita de las termitas y tantos alumnos ignorantes de saber que tienen a la mano libros de consulta para acrecentar su acerbo cultural; claro que, muchos maestros y profesores dirán que San Google, con algunos errores, sabe de todo y que los alumnos pueden consultarlo para obtener un conocimiento rápido.  Pero, la lectura de un libro no indica algo en específico, tiene comentarios, notas al pie de página, explicaciones que amplían el tema y sobre todo, capta la atención de los lectores.

Y en el tema de la computación, existen aulas especiales que sirven como Laboratorios de computación con máquinas entregadas por el Ministerio de Educación, pero resulta que las autoridades de algunos centros educativos no tienen instructores especializados en dicha materia y se la encargan a los catedráticos que laboran por contrato para que impartan clases sin que dominen dicha disciplina.

También parte del déficit cultural de los alumnos se debe al nunca investigado y supuesto hurto, robo o hueveo de las computadoras por parte de… ¿quién o quiénes? Y todo sigue igual, los alumnos sin la oportunidad siquiera de conocer los aparatos y los ladrones, muy bien gracias.

La desaparición de dichos aparatos es recurrente durante los meses de vacaciones y siempre qué casualidad que no hay responsables, pues mientras las autoridades investigan pasan los años, se gradúan los alumnos y parte sin novedad. La pobreza económica y moral de algunas autoridades de centros educativos en el país es tanta que han necesitado apropiarse de tales máquinas simulando robos, con lo que se ha perjudicado a muchísimos estudiantes en el país.

Mientras tanto, la vida sigue su curso y la mayoría de los estudiantes de todos los niveles educativos se gradúan con deficiencias en su formación, y los docentes realizando sus tareas, unos con un espíritu saturado de alegría y comprensión mientras que otros sólo ven pasar el tiempo sin interesarse en el desarrollo cultural y educativo de sus alumnos.

Fernando Mollinedo

mocajofer@gmail.com

Guatemalteco, Maestro de educación primaria, Profesor de segunda enseñanza, Periodista miembro de la Asociación de Periodistas de Guatemala, realizó estudios de leyes en la Universidad de San Carlos de Guatemala y de Historia en la Universidad Francisco Marroquín; columnista de Diario La Hora durante 26 años, aborda en sus temas aspectos históricos, educativos y de seguridad ciudadana. Su trabajo se distingue por manejar la palabra sencilla y coloquial, dando al lector la oportunidad de comprender de modo sencillo el universo que nos rodea. Analiza los difíciles problemas del país, con un criterio otorgado por su larga trayectoria.

post author
Artículo anterior“Sonría, está siendo videograbado”
Artículo siguienteLa gran influencia de Darwin