René Arturo Villegas Lara

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Este refrán de pedirle peras al olmo encierra mucho simbolismo para ilusiones de la vida. El refrán es una manera de condensar la realidad en pocas palabras. Es la profunda filosofía popular. Por ejemplo, hay un refrán mexicano que dice: “Todo cabe en un cantarito sabiéndolo colocar”. Y así, todo cabe en un cuentecito sabiéndolo colocar. Si no, allí está como ejemplo el cuento más corto que se ha escrito: “El Dinosaurio”, del gran Tito Monterroso.

En la última feria del libro organizada por FILGUA, adquirí el libro de don Francisco Pérez de Antón, uno de mis escritores preferidos. El autor escribió un pequeño libro titulado “Y lograron sin Choque sangriento”, que es una frase del Himno Nacional. Dentro del contenido político del libro, hay datos que vale la pena subrayar e invitan a pensar  sobre el porqué de los pecados de nuestra historia política; pecados de sus ciudadanos y ciudadanas, por supuesto. Y aquí viene lo del refrán de “pedirle peras al olmo” o podríamos decir pedirle nances a un cocal. Pues eso nos ha sucedido y sigue sucediendo en nosotros que elegimos al acudir a las urnas a confiar a personas ineptas o corruptas la dirección de la cosa pública. Y es que en el simbolismo del famoso refrán, medio mundo se equivoca y deposita responsabilidades en la desconcertante frase del “menos peor”. Y esa “minoridad cerebral” o miopía para elegir, es lo que a lo largo de la historia de estos países, antes llamados bananeros, es una conducta ciudadana que sospecho ha existido desde nuestro mismo origen republicano. Y de esto es lo que relata el maestro Pérez de Antón en el libro referido, pues cuando sucedió la independencia del 15 de septiembre da 1821, a los pocos días la Junta Provisional presidida por Gabino Gaínza, se hizo pública una proclama en la que se requería de los ciudadanos de las provincias que eligieran a los hombres más inteligentes y más probos para integrar una Asamblea Constituyente que estableciera las bases políticas de la nueva República, como lo requería el Acta de Independencia del reino español;  y como dice don Francisco, leer esta proclama del siglo XIX, es  sorprendente que valga para el siglo XXI, 202 años después, porque  contiene un llamado a la reflexión  para elegir a personas de muchas virtudes cívicas. Decía la proclama: “…Elegid ciudadanos, individuos de las Juntas Electorales de provincias, diputados dignos de los pueblos que han de representar; elegid hombres penetrados de entusiasmo heroico de la América; elegid talentos; buscad genios para formar la legislación que deba regir en lo sucesivo…” . Y todo viene como anillo al dedo en este momento en que se está en la escogencia de los mejores y más probos abogados para ejercer las magistraturas. Hombres prudentes para la función de juzgar. ¿Será que estamos pidiendo peras al olmo o nances a un cocal? Nos hemos equivocado tanto en nuestra historia que pareciera que aramos en el mar, como dijo Bolívar. Pero, vale la pena leer el libro del maestro Pérez de Antón, para ver que el significado del refrán se refiere a cosas viejas del ejercicio del derecho de los ciudadanos para seleccionar a quienes deben dirigir el poder público.

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