Fernando Cajas

Fernando Cajas, profesor de ingeniería del Centro Universitario de Occidente, tiene una ingeniería de la USAC, una maestría en Matemática e la Universidad de Panamá y un Doctorado en Didáctica de la Ciencia de LA Universidad Estatal de Michigan.

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Los seres humanos y nuestras actividades, en especial desde la Revolución Industrial, hemos contaminado el agua. El agua es un compuesto químico que tiene muchas propiedades de tal forma que sirve para sostener la vida, pero también para los procesos industriales, el agua también sirve como mecanismo de transporte de desechos, tanto agrícolas como domésticos no digamos industriales. El deterioro de la calidad del agua causado por la contaminación influye sobre el uso de las aguas curso abajo, a si la contaminación de la ciudad de Quetzaltenango afecta directamente a Cantel y luego a Zunil y luego a Santa María y a toda la cuenca del Río Samalá. Pero Quetzaltenango también es víctima de la contaminación de Olintepeque, de La Esperanza, de San Mateo y de todas las poblaciones río arriba. Así que este problema de contaminación de ríos es un problema interconectado.

El problema urbano del agua pasa por la ausencia de agua potable. En Guatemala realmente el agua en la casa, en las escuelas, en los mismos hospitales, el agua entubada, no es potable en el sentido de ser bebible. Pero no solamente en Guatemala. En el mundo un tercio de la población no tiene acceso a agua potable. Ah, y el saneamiento, la mitad de la población mundial no tiene saneamiento. Pero la gestión urbana del agua no solamente tiene que ver con agua potable y saneamiento sino también con inundaciones, porque usualmente hay una mala gestión del agua de lluvia. Esto porque los drenajes urbanos realmente mezclan el agua de lluvia con los desechos, esto es con las aguas negras. Junto a eso, las lluvias torrenciales que ahora se asocian al Cambio Climático producen inundaciones urbanas crónicas que no han sido manejadas. Así, en Quetzaltenango, se inundan zonas específicas, la zona 2, en la parte baja de la Ciudad y ahora el Calvario como producto de la mala planificación urbana. El crecimiento de residenciales en la parte alta de la ciudad, la deforestación en la parte alta de la cuenca son parte de los problemas a los que la municipalidad no les ha dado solución.

Recientemente el presidente Bernardo Arévalo acordó la creación del Gabinete del Agua, Acuerdo 139-2024 del 2 de septiembre del 2024. Sin duda que los asesores del presidente conocen la complejidad de crear un marco institucional que permita integrar los sistemas humanos, económicos, políticos y sociales. Esto es, legislación que reconozca al agua como un elemento clave en los procesos sociales de las comunidades de tal forma que se requiere participación de actores clave, públicos y privados, rurales y urbanos para que se mantenga el principio básico del agua como bien público. Desde nuestra experiencia universitaria, luego de varios proyectos en el marco de la Gestión Integrada de Recursos Hídricos, GIRH, uno de los elementos clave de la mejora del manejo del agua es la investigación científica, tecnológica y sociológica detrás de los procesos de uso del agua. Así que la construcción de la ley de aguas debe realizarse desde la Gestión Integrada de los Recursos Hídricos, respetando principios generales que han sido ampliamente aceptados y de los cuales resaltan los Principios de Dublín en la Conferencia Internacional sobre el Agua y el Medio Ambiente de 1992: 

Principio I: El agua dulce es un recurso vulnerable y finito, esencial para mantener la vida, el desarrollo y el medioambiente.

Principio II: El desarrollo y manejo de agua debe estar basado en un enfoque participativo, involucrando a usuarios, planificadores y realizadores de política a todo nivel.

Principio III: La mujer juega un papel central en la provisión, el manejo y la protección del agua.

Principio IV: El agua posee un valor económico en todos sus usos competitivos y debiera ser reconocido como un bien económico.

Como ya no tardarán en salir los defensores del mercado libre, o del libre mercado, que son más neoliberales que los mismos del Consenso de Washington y dirán que Guatemala no necesita ninguna ley del agua y que hay que dejar que el mercado haga su trabajo o que el mismo Curruchiche inicie otro antejuicio porque el presidente se extralimitó de funciones en la creación del gabinete del agua, es mejor aclarar para qué es la ley y para qué no es la ley.

La propuesta de ley de aguas en que se trabajará debe considerarse como el marco para la acción, tanto del Estado, así como los actores clave, empresas, personas, comunidades, entidades no gubernamentales; por ende, es un elemento importante para crear un ambiente social apropiado que siga una política nacional y una visión internacional que supere las divisiones sectoriales y los intereses particulares de algunas empresas. Por sobre todas las cosas debe considerar el agua como un bien público de tal forma que sirva para satisfacer las necesidades humanas básicas y que permita la protección de las fuentes de agua, de las aguas subterráneas, de los cuerpos de agua, de los ríos y en general de los ecosistemas.

Se esperaría que la ley de agua permita garantizar los derechos de uso de agua, así como la inversión social, comunitaria y privada en el manejo de aguas y principalmente controlar el acceso monopólico del agua. La tarea es enorme, pero ya hay experiencia en otros países, hay universidades en el mundo que han estudiado este problema y propuesto soluciones, hay universidades locales, como mi propia universidad, la Universidad de San Carlos.

Desde mi punto de vista el problema básico en el manejo del agua es un problema de aprendizaje relacionado con educación, educación ambiental. Es urgente que los y las ciudadanas conozcan los procesos de transformación del agua y sus propiedades físicas, químicas y sus aspectos sociales para entender la urgencia que tenemos en Guatemala de cuidarla, mejorarla, limpiarla. Esta es una tarea de todos. Me alegra que el presidente Arévalo le esté dando la importancia que merece la gestión del agua, pero la tarea del cuidado del agua es de todos y todas. En la medida en que vayamos construyendo la ley del agua, también iremos construyendo nuestra propia democracia. Por eso, como dice la ministra Orantes: ¡Tirémonos al agua! Hagámoslo. Si no es ahora, no será nunca Guatemala.

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