Juan Jacobo Muñoz Lemus

juanjacoboml@gmail.com

"Guatemalteco, médico y psiquiatra"

post author

-TIMOTEO:  Me da tanto gusto que nos juntemos, queridos amigos de toda la vida.  No voy a decir que es increíble, pero me parece increíble lo viejos que nos hemos hecho.  Cuanta búsqueda, y cuantas metas que no alcanzamos; tantas satisfacciones pasajeras, y tantas cosas que sin ser advertidas nos dieron tanta plenitud.

-TADEO:  Así es, y en este punto de nuestra vida puedo entender que tenemos mucho pasado y poco futuro, pero siempre queda el presente para apreciar y agradecer lo que tenemos.  En este momento tenemos que celebrar el tiempo que tuvimos con nosotros a Mardoqueo, que ya se nos adelantó.

-SAQUEO:  La vida es así, quien iba a decir que aquel sería el primero en irse.  Creo que más que topar con el destino, lo que hemos tenido ha sido un esplendoroso camino, a pesar de tantos deseos que no fueron satisfechos como queríamos.

-DOROTEO:  Y seguimos aprendiendo, porque con cada paso del tiempo nos seguimos enfrentando a escenarios en los que nunca habíamos estado, y que alguna vez vimos muy lejanos.  La experiencia de vivir nos ha enseñado que la vida no se detiene y que nunca dejamos de aprender.

-MACABEO:  Uno podría ponerse a lamentar tantas cosas, aunque, a decir verdad, creo que es algo que todos hemos hecho, y por lo mismo le hemos invertido mucho al autorreproche.  Yo sin ir muy lejos no supe encontrar un buen equilibrio entre mi vida personal y la profesional; parecía que estaba partido en dos y que ambas vidas se estorbaban la una a la otra.  La intensidad del estrés de no reconciliarlas superó mis capacidades reales, y tuve que pagar precios altos en una y en otra.

-SAQUEO:  No te voy a dejar solo en esa idea, a mí me pasó igual, no supe establecer bien los límites, y es claro que muchas cosas quedaron fuera.  Cosas que tuve que llorar cuando las vi echadas a perder.  Ahora creo que ya lo hago mejor, me tenso menos y priorizo mejor, aunque hay muchos daños que quedaron hechos y no hay vuelta atrás.  Tanto va el cántaro al agua que al final se rompe; o como ya se sabe, si el cántaro da en la piedra o si la piedra da en el cántaro, peor para el cántaro.

-DOROTEO:  Pero aun así lo que ustedes dicen se escucha como que confiaban mucho en sus talentos.  Tal vez su espíritu indomable los desbocó como dicen, pero también ayudó a que no se rindieran.  En cambio, a mí lo que más me ha costado en la vida es valorarme.  Y no solo hablo de mi valor como persona, sino del valor de mi capacidad de inspirar a otros.  Creo que me faltó fe en mí mismo.  Si me dicen que la autoestima juega un papel en el bienestar personal se los firmo, pero una cosa es entenderlo y otra vivirlo.

-TADEO:  Que lo digás así Doroteo, revela que tu autoestima se ha fortalecido.  En mi opinión, es una declaración muy valiente la que has hecho.  A veces uno cree que solo los grandes logros son importantes, pero todo es un logro, hasta no necesitar uno.  Al final la vida está hecha de todo, incluyendo muchas cosas simples y pequeñas.  Ya no estamos en edad de pensar solo en grandezas, y de querer demostrar nada a nadie.  Ahora podemos aspirar a una felicidad más profunda.

-TIMOTEO:  Haciendo acopio de mi nombre, el mayor timo para mí fue el no encontrarle durante mucho tiempo un sentido a mi vida.  No hablo claro está, de un sentido social ni popular, sino de tener una razón personal para encarar cada día con un valor intrínseco.  Tener sentido de vivir no solo da un norte sino también significados.

-DOROTEO:  No me cabe la menor duda de que esta charla solo la podemos tener entre nosotros y gracias a lo que hemos vivido.  Estoy seguro de que nuestros nietos dirían que estamos locos; bueno, creo que hasta nuestros hijos.  Hace falta vivir para entender.  Hasta para ser humilde hay que ser humilde, y eso solo se logra siendo realistas y reconociendo nuestros límites y los de todas las cosas.

-TADEO:  Solo viviendo en pacífica armonía con las propias contradicciones se puede sobrevivir a la existencia.

-DOROTEO: ¡Claro!, renunciar a la pasión inútil de querer ser un protagonista en cada cosa.  Eso ha sido muy desgastante para mí.  Intentando ser listo demostré ser un tonto muchas veces.  Ahora sé que ser visionario es ver lo que otros no ven, pero sobre todo ver lo que antes yo mismo no podía ver.

-MACABEO:  Sin duda hemos creído en dos cosas muy chistosas; una es la ilusión del destino que mencionaba Saqueo, y la otra es la fantasía del libre albedrío; como si uno pudiera tener el control de tantas cosas.  No cabe duda de que como humanos nos han encantado las explicaciones para no enfrentar la realidad de un mundo aleatorio donde todo es azaroso.  Es como querer llevar las cosas a donde uno quiere, pero sin saber a dónde se va.

-SAQUEO:  Cabal, y ante las diferencias que hay en todo, el mismo narcisismo hace su truco y lo lleva a uno a las acomodaciones más insulsas.  A mí, por ejemplo, me costó arriesgarme al dolor de compartir un vínculo, y hacer mi vida en soledad fue un acto de temor.  No fue por misogamia se los aseguro, aunque muchas veces lo expliqué así; fue por miedo.  Pero eso no lo sabía en aquel momento.

-TIMOTEO:  Pues sí, cuando uno sufre no lo hace por lo que entendió, sino por lo que no entendió.  Y así va uno por la vida con sus historias tristes por delante, escoltadas por sus complejos.  Quien siembra vientos cosecha tempestades, eso está muy claro; pero sería útil preguntarse cómo ha participado uno en todo lo que le pasó.

-MACABEO:  Como dijo Timoteo, qué gusto poder estar juntos; ayuda mucho saber que no está uno solo y que lo vivido es compartido por otros.  Gracias por estar en mi vida y en tantas andanzas.  Sigamos para ver qué más nos depara la vida.

-TADEO:  Lo de ayer es irremediable, y lo de mañana probablemente sea inevitable; al menos en una buena parte.  Me quedo con algo de este encuentro, y lo propongo como un brindis para esta encantadora reunión.  ¡No le pongamos metas a la felicidad!

-TODOS: ¡SALUD!

 

 

Artículo anteriorEn peligro la libertad de expresión 
Artículo siguienteLos protagonistas de la gran obra: «las Comisiones de Postulación» (II)