Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt

En la vida es mejor algo que nada, de eso estamos claros, pero la pregunta es: ¿una aspirina hará algo para paliar a un enfermo terminal cuyo cáncer se ha esparcido por todo el cuerpo?

A mí forma de ver en eso se traducen las modificaciones a la Ley de Compras y Contrataciones. Es importante destacar lo que dije al inicio, es mejor esto que nada y sobre todo teniendo en cuenta que las modificaciones se dieron con este Congreso que no movía un dedo porque lavar cara ante la sociedad era una de sus menores preocupaciones, pero consecuente con mi línea, no podemos pensar que estas modificaciones nos harán dormir en paz.

Se sentaron algunas bases para lo que debe venir en palabras de Nineth Montenegro y Álvaro González Ricci y el mecanismo de la subasta invertida es positivo, pero aún siguen vigentes los fideicomisos, los contratos abiertos, las compras por excepción y, más importante, bajo estas reglas no se tiene ni se tendrá capacidad para la fiscalización del gasto público porque la Contraloría sigue sin dientes y sin voluntad.

Álvaro Arzú dijo que creó los fideicomisos como una herramienta ágil de ejecución, pero ¿será esa la única salida para agilizar la ejecución? Yo lo he dicho y lo reitero, si queremos pensar en una nueva ruta de país, si queremos atraer inversión de altura, debemos considerar seriamente tirar al cesto de la basura muchas de las cosas que tenemos y dar paso a cosas totalmente nuevas y renovadas.

Y ahí es donde creo, e insisto, que un sistema nacional de compras (SNC) puede ser una solución. En medio de un proceso como el que debe pasar Guatemala para transformarse, la descentralización puede ponerse en pausa para centralizar, generar reglas, mecanismos y modelos claros, transparentes y sobre todo fiscalizables que una vez establecidos y funcionales, luego se puedan replicar en un nuevo esfuerzo de descentralización.

No hay capacidad de fiscalización porque son demasiadas unidades ejecutoras que realizan compras y erogaciones; Montenegro dice que en 18 y 36 meses se puede tener todo unificado a lo que yo le pregunté, así como van las cosas ¿en dónde estaremos en 18 o 36 meses?

Estas medidas son como pagar Q5 en una tarjeta de crédito en la que se deben Q500 (es mejor pagar Q5 que nada); para cuando se haya operado el abono, la deuda ya irá por Q515. No podemos pretender construir la Guatemala que queremos con parches o en 18 o 36 meses porque el país ya no tiene tanto tiempo y por eso, le comenté a la diputada Montenegro que ella y los congresistas que en teoría quieren cambios, deben alzar la voz para comprometer a la población, porque por un paso que se de en sentido correcto, las mafias dan 15.

Por lo que está en juego, no bastan las buenas intenciones; este sistema no puede conformarse con quitarle un brazo a las mafias, sino necesita acabar con todo el cuerpo. Las mafias tienen una capacidad de regeneración y reacomodo única.

Claro que esta idea del sistema nacional de compras necesite más detalles y más elaboración, pero con voluntad se puede trabajar. Así como Montenegro llevó su valija hasta que desaforaran a Pérez, ahora sería conveniente que preparara todo para que dé junto podamos hacer una nueva ley de compras, una nueva Ley de Partidos Políticos, una nueva Ley de Servicio Civil, una nueva ley orgánica de la SAT, una nueva ley orgánica de la Contraloría y se legislen nuevas maneras de elegir a nuestras autoridades judiciales.

Reitero, algo es mejor que nada; un botiquín vacío de un enfermo terminal es peor que uno que tenga analgésicos, pero eso no quiere decir que tal medicina resuelva el problema del convaleciente y lo mismo nos pasa como país.

Yo decía el domingo que este es el momento de decidir qué modelo queremos y cuánto estamos dispuestos a luchar y ahora toca ver si los liderazgos quieren cambios o solo entretener la nigua, pero nada pasará si usted, ciudadano, no está dispuesto a sudar la gota gorda y comprometer a sus líderes.

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