Después de las celebraciones de los 500 años, unos a favor, otros en contra, el reto para Quetzaltenango, y en general para las ciudades intermedias, como Quetzaltenango, el reto es la urbanización, esto es, el crecimiento que ya se ha iniciado desde hace décadas y que responde a un proceso de urbanización desordenado. Ciertamente, Quetzaltenango tiene muchos elementos que le podrían ayudar a convertirse en una fortaleza para el diseño y planificación de una metrópoli moderna que esté orgullosa de su pasado multicultural, que reconozca los errores cometidos, que entienda que el Estado de los Altos al final no progresó por los separatismos internos, no solamente porque el gobierno central de Guatemala se opuso sino porque la propuesta del Estado de los Altos al final tenía elementos racistas que dieron al traste con tan importante proyecto quetzalteco.
Ciertamente a finales del Siglo XIX y principios del Siglo XX ya se habían sentado las bases en diferentes infraestructuras materiales y espirituales que reconocían una historia milenaria pero que se visualizaban en el desarrollo concreto de obras, tal como las hidroeléctricas, tanto de Zunil como la de Santa María y el Teatro Municipal, que reflejan dos elementos materiales con connotaciones diferentes de muchas obras de la época. Entonces se logró generar electricidad y ya en el Siglo XIX, a finales, había iluminación pública en el centro de la ciudad. La electricidad generada en las hidroeléctricas era para el Ferrocarril de los Altos. Entonces, hubo técnicos e ingenieros alemanes que desarrollaron estos proyectos, pero el error fue que en las universidades no se aprovecharon semejantes oportunidades para desarrollar ingenierías en electricidad, en potencia y generación. Eso no lo vimos y las universidades siguieron con carreras de derecho y humanidades, luego de economía, que, si bien son importantes, no son realmente las generadoras de riqueza. La riqueza material la generan las ingenierías.
El Teatro Municipal fue la infraestructura material que permitió la emergencia sistemática del arte, de la música, de la poesía y de la prosa que hizo de Quetzaltenango la Cuna de la Cultura. Las tensiones entre el gobierno central y Quetzaltenango al final construyeron una identidad separatista, a la defensiva, que hizo que el desarrollo quetzalteco fuera local, localista, desde su Ferrocarril, su Teatro, su poesía contestataria, su equipo de fútbol, su historia en general. En ese lienzo de diferentes colores y sabores, en ese escenario debo ahora reconocer la diversidad cultural de todos nuestros ancestros, ellos y ellas, de todas las culturas que nos formaron. Es aquí donde ahora hay que detenerse para construir un Siglo XXI.
La modernidad de finales del Siglo XIX y principios del Siglo XX se reflejaban en la concepción de la Exposición Universal de París 1900, donde la idea era que todo se podía, que los recursos naturales eran infinitos, que la ciencia y la tecnología todo lo harían. Ahora ya entrada las primeras dos décadas del Siglo XXI nos encontramos con un planeta en plena crisis ambiental donde claramente se ha mostrado que es a partir de la Revolución Industrial en que hemos incrementado la temperatura del planeta en más de un grado centígrado. Ah diría Curruchiche: ¡Eso no es nada! No lo es para una taza de agua, no lo es para una masa pequeña, pero si lo es para la masa del planeta Tierra porque la vida misma, de todas las especies, se pone en peligro con el incremento de unos cuantos grados.
Quetzaltenango es urbano y es rural, quizá en una proporción de 60 a 40. Para el 2050 será casi totalmente urbano, en una proporción de 90 a 10. Si bien el municipio ha sido absorbido por la ciudad, esto es, lo rural ha dado paso a lo urbano. La ciudad funciona como un centro de poder político y económico desde el Siglo XVIII con el boom del café. Esto explica el desarrollo urbano, bancario, universitario, educativo, artístico de Quetzaltenango en los Siglos XIX y XX y su intención de separarse del gobierno de Guatemala. Ahora bien, en la actualidad Quezaltenango ya es un centro de desarrollo cultural a juzgar por la docena de universidades que funcionan en la ciudad, algunas de ellas con centros de investigación científica y tecnológica de alto nivel nacional e internacional. Este capital cultural está asociado a un poder económico producto de una larga historia de desarrollo industrial y principalmente comercial que ha dejado una herencia financiera relativamente fuerte.
Para que las ciudades se consoliden en el Siglo XXI deben resolver primariamente el problema de producción económica, esto es, producción local de bienes y servicios en un contexto de Cambio Climático. A juzgar por las tendencias mundiales se reporta que las empresas dependerán cada vez más de tecnología, en particular de tecnologías digitales, sistemas de modelación, simulación, impresión 3D, Inteligencia Artificial y otras, pero la base material de la industria aún requiere sistemas eléctricos robustos, infraestructura de comunicación eficiente en un ambiente de constante innovación. Eso lo tiene Quetzaltenango, con más de una docenas de universidades e institutos tecnológicos de alto nivel, que si bien deben modernizarse aún más, la ciudad ya posee una capacidad propia de educación superior, educación universitaria y educación técnica que puede apoyar en el crecimiento de la ciudad y la incorporación de las zonas rurales hacia un desarrollo local que no sea solamente obra gris, carreteras, sino centros especializados en captación de agua, tratamiento de agua, reúso del agua así como centros de adopción tecnológica, innovación empresarial donde las universidades trabajen de la mano con las empresas locales y el gobierno municipal en la transformación tecnológica de la ciudad.
El crecimiento de la ciudad y su transición urbana más intensa no debe ser como se ha hecho hasta la fecha sino más bien debe ser un proceso planificado con un plan de ordenamiento territorial mucho más mejorado que reconozca áreas de recarga hídrica, zonas de producción de energía verde, área para universidades y centros de investigación, área para hospitales, zonas educativas mejor acondicionadas, las zonas habitacionales deben mejorarse, con los servicios adecuados y con un replanteamiento total de las áreas verdes, no solamente por ornato pero fundamentalmente para tener una ciudad verde que no contribuya al calentamiento global. Estos espacios verdes, parques no de concreto, sino parques con árboles deben ir acompañados de una nueva educación ambiental que haga que las actividades económicas, políticas o culturales se basen en un modelo sustentable de desarrollo de la Ciudad de la Estrella, la Xelajú del poeta.