Raul Molina Mejía

rmolina20@hotmail.com

Nació el 20/02/43. Decano de Ingeniería y Rector en funciones de USAC. Cofundador de la Representación Unitaria de la Oposición Guatemalteca (RUOG) en 1982. Candidato a alcalde de la capital en 1999. Profesor universitario en Nueva York y la Universidad Alberto Hurtado (Chile). Directivo de la Red por la Paz y el Desarrollo de Guatemala (RPDG).

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Las mafias corruptas actúan hoy, constantemente, como lo han hecho desde poco después de su derrota en las urnas en 2023, para tratar de evitar que exista un gobierno honesto, porque éste significará su desaparición definitiva. No han escatimado esfuerzos, ni dinero, tanto del Estado como del sector privado, incluidas donaciones de Israel, Taiwán y Estados Unidos, para tratar de ilegalizar el triunfo de Semilla y su binomio. Derrotada esta maniobra por la comunidad internacional y la ciudadanía, que apabulló con sesenta por ciento de los votos a su corrupto peón Sandra/UNE, el 20 de agosto, trataron de impedir que el gobierno de Semilla asumiera el 14 de enero de este año. Infligimos una nueva derrota a los mafiosos, que ha sido intragable para las y los corruptos en el partido Vamos, congresistas putrefactos, el sistema de justicia prostituido, malévolos fiscales y jueces, así como para las Cortes, particularmente la inmoral Corte de Constitucionalidad. A pesar del engaño y la desinformación de los netcenters, sostenidos desde el MP, la ciudadanía identifica quiénes forman este conjunto de traidores a la Patria y no está dispuesta a tolerarlos más tiempo.

Las mafias ya activas se desataron al caer Otto Pérez y sus líneas de corrupción en el Estado y el sector privado, gracias a las investigaciones realizadas por la CICIG tendientes a erradicar la corrupción y la impunidad. Son, en verdad, el resultado de la asociación criminal, tipo mafia italiana o rusa, entre ricos corruptores y corruptos, que abundan, y ex militares contrainsurgentes, que nunca han enfrentado la justicia, salvo contados casos, por el genocidio y los crímenes de lesa humanidad durante el conflicto armado interno, con sus doscientas mil víctimas mortales y cuarenta y cinco mil desaparecidos. Se trata de una asociación criminal de asesinos, que ahora hasta cobran por los crímenes perpetrados, y explotadores, que han hecho sus fortunas a base de sobreexplotación, robos y granjerías de un Estado que manejan a su antojo.

Todo esto lo tenemos muy claro y, salvo los derechistas fanáticos, como los pocos que ovacionan a Consuelo, la población está ansiosa por ver su castigo y que caiga la muralla de corrupción e impunidad. No es fácil identificar todo lo que hay que hacer para acabar con los ataques de las mafias corruptas, porque muchas acciones corresponderían al gobierno -remoción de las y los responsables de la “guerra judicial”, indultos presidenciales para los perseguidos políticos y apertura de investigaciones sobre los actos de corrupción e impunidad, quizás nombrando a un “zar anticorrupción y pro justicia”- aunque sí podemos y debemos realizar acciones propias de la sociedad civil, como “funas” contra los inmorales personajes; caricaturas, volantes y mantas; cuñas radiales; vallas de denuncia; acusaciones formales; y plantones tácticos con miras a un paro nacional estratégico. Y sostengo que debemos recolectar firmas para pedir reformas constitucionales inmediatas, con el voto revocatorio para cualquier persona contratada por el Estado y la disolución de la Corte de Constitucionalidad y CONAMIGUA. ¡Pasemos al ataque!

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