Dra. Ana Cristina Morales

El término xenofobia proviene de raíces griegas que significa “miedo por el extranjero”. Por lo cual ella se refiere al odio, recelo, hostilidad y rechazo a los extranjeros. Se aplica también éste a las manifestaciones de rechazo a grupos étnicos distintos o a las personas de contextos sociales, económicos, culturales, religiosos, ideológicos y políticos desconocidos o disímiles. Una de las formas más frecuentes de xenofobia es la que se realiza en función de la raza, y a la cual se denomina racismo.

Existen solapamientos entre las posiciones de rechazo a determinada persona o grupo.  Por ejemplo: Cuando una persona de raza ajena a un grupo alcanza niveles económicos altos.  El racismo se debilita o desaparece. Por lo cual se expresa que el racismo era más débil en comparación a la discriminación económica y de clase.

Es posible que alguna forma de nacionalismo, más étnico que cívico (v. Nikolas, 1999) necesite y explote la xenofobia como una forma de autoafirmación étnica identitaria. Con la posibilidad de que un número significativo de ciudadanos se vean impulsados emocionalmente a seguir esa clase de planteamientos.

Formas tradicionales de discriminación por sexo o género (el machismo) suelen ir unidas a sentimientos o disposiciones racistas o xenofóbicas (Lameiras Fernández, María; Rodríguez  Castro, Yolanda; Sotelo Torrejón, María José, 2001). Los estereotipos fuertes de larga formación dificultan el ejercicio de una pedagogía racionalista sobre el tema, y dan cierta ventaja a las organizaciones e individuos que trabajan por la segregación y la xenofobia. (Bouza, Fermín, 2002).

Dentro de las estrategias contra la xenofobia la principal se encuentra en la educación intercultural con la información objetiva sobre la inmigración. Evitar la difusión de estereotipos e imágenes simplificadas. La realización y aplicación de una política de integración de los inmigrantes, así como la cooperación para el desarrollo.

Se infiere que los xenófobos aquejan de una clase de distorsión perceptual, que les hace sobrevalorar su cultura, sus tradiciones y su raza, por sobre las demás.  Al igual que ocurre con otras distorsiones en la percepción (como en la anorexia) el xenófobo no se considera como tal, ya que no reconoce que en él exista un desajuste perceptivo. La psicología considera que de manera ancestral, el temor a lo desconocido es el origen de la xenofobia. Y por lo tanto se rechaza lo que es diferente.

Las crisis socioeconómica y los flujos migratorios desbordantes que han sobrellevado muchos países a finales del siglo XX han multiplicado sus problemas sociales, hecho que ha incrementado los actos xenofóbicos,  que van desde pintas, pancartas, folletos, discursos y campañas de partidos políticos minoritarios, hasta actos violentos, como agresiones individuales y colectivas, incendios provocados, linchamientos y asesinatos.

Es de considerar que la xenofobia es un problema que crece y se hace necesario las intervenciones educativas desde la niñez, la familia, la escuela, la religión y todas las instituciones sociales. Las personas hemos de encontrar la posibilidad de vivir con las diferencias y actuar de una manera benevolente y tolerante.
Los medios de comunicación social han de estar atentos a no realizar comentarios xenofóbicos y contribuir a la reeducación de las personas que les ayude al abandono de estereotipos vinculados a la definición de la identidad de los demás. Aprender a vivir en tolerancia con las diferencias y distintos puntos de vista implica crecer como personas y contribuye al establecimiento de relaciones armoniosas dentro de la sociedad.

No se debería permitir sacar anuncios de ofertas de trabajo, de alquiler de inmuebles y otras circunstancias donde declaren algún tipo de exclusión social. La xenofobia es un problema mundial, que encuentra raíces en cada persona, el darse cuenta de ello, puede contribuir a generar pequeños cambios desde lo individual a lo social. Uno de los temores mayores de la participación de la sociedad en ideas y conductas xenófobas es el grado de violencia que puede generar, hasta la magnitud de la guerra y el genocidio.  En la declaración de los derechos humanos universales se describe que todo ser humano tiene derechos por el simple hecho de ser y estos han de respetarse sin ningún distingo para unos u otros.

Artículo anteriorLa factura del terrorismo
Artículo siguienteEl espantoso tema del pago de impuestos