Los guatemaltecos no tenemos otro planeta a donde irnos a vivir tranquilamente; los migrantes retan a la muerte en busca de un trabajo digno para obtener libertad económica y vivir sin miedo a la muerte por inanición, tal y como sucede en el mal famoso “corredor seco” en el centro-oriente de Guatemala.
Uno de los aspectos esenciales para el desarrollo normal en la salud de la población, es la higiene; es decir, los hábitos de producción y consumo de desechos materiales producidos o realizados por el sector productivo del país (fábricas y empresas) y de la población en general, pues se ignoran o desatienden las normas sanitarias elementales que se deben observar o cumplir de forma permanente para evitar los focos de todo tipo de enfermedades infectocontagiosas.
La incultura higiénica de la población se debe a la falta de educación popular para manejar los conceptos de salubridad; lo cual es obligación de las autoridades del país inculcarlas, instruirlas, regularlas y velar por su cumplimiento por medio de las dependencias específicas de los Ministerios de Educación, Salud, Ambiente y Recursos Naturales, Trabajo, y otras afines como el IGSS.
En Guatemala aún quedan bosques, lagos y lagunas; muchas tierras pródigas para la variedad de cultivos, dos océanos que nos rodean, una bocacosta sur con variedad de climas y la cadena montañosa que atraviesa el país que nos sitúa entre los países con mayor biodiversidad que ha sido mal administrada o solo explotada hasta que se agota. De ella dependemos para la producción de los bienes y servicios que hacen posible nuestra subsistencia, pero después de haberlos utilizado ¿qué hacemos con los despojos o residuos de ellos?
La incultura, falta de educación, malos hábitos, desidia, haraganería, estupidez y otras formas de desprecio social, hacen que las personas de todos los estratos sociales y económicos, así como la mayoría de empresas productivas de desechos orgánicos e inorgánicos, los esparzan, dejen, depositen, pongan, tiren, o abandonen en lugares no autorizados y de ello se derive la consecuencia de la proliferación de los basureros clandestinos que producen la contaminación de terrenos, ríos, lagos, cuencas, arroyos, nacimientos y ojos de agua.
La irresponsabilidad del sector productivo en las ciudades y áreas rurales respecto a la emisión de gases, humo, ruido, hedionderas, contaminación de ríos y fuentes de agua se hace visible en sus actividades diarias; también la ausencia de las autoridades sanitarias para obligar al cumplimiento de la ley o sancionar en caso de su inobservancia, más la circunstancia de colusión para “dejar pasar o dejar hacer” han sido y son los factores que permiten las acciones insalubres en detrimento de la salud social.
Banquetas, predios urbanos, casas o edificios abandonados, callejones, barrancos, cunetas, orillas de caminos vecinales y carreteras, alrededores de mercados, ríos, lagos y cualquier lugar es utilizado para convertirlos en basureros contaminantes. La educación popular es urgente para evitar esos focos de contaminación que dejan ver la educación, costumbres y malos hábitos de la población y empresarios.
La nueva moda de dejar la basura residencial sobre la banqueta de los inmuebles también contribuye al deterioro del medio ambiente, puesto que, los perros callejeros rompen las bolsas en busca de comida y esparcen la basura por doquier. Los propietarios de las casas no limpian la regazón que dejan los caninos y los señores encargados de la recolección de basura no lo hacen, circunstancia que vuelve insalubres muchos lugares en la ciudad, municipios, aldeas, caseríos y en general, todos los lugares.
¿Será posible una campaña interinstitucional para que podamos vivir con limpieza en todo el territorio nacional?