El desempeño de los atletas guatemaltecos en los Juegos Olímpicos de París ha sido extraordinariamente alentador y nos debe motivar a reflexionar sobre el presente y futuro de esa importante actividad que, como casi todas las del país, se ha visto seriamente afectada por los intereses malsanos que se han vuelto el pan de cada día en prácticamente todos los ámbitos de la vida nacional. En efecto, no podemos pasar por alto, luego de haber recibido la primera medalla olímpica de oro gracias al esfuerzo y talento de la atleta Adriana Ruano, que se trata de méritos muy especiales de los atletas que estuvieron a un paso de no tener presencia en las Olimpiadas esas disputas de poder (y dinero) que genera el deporte.
Cuando el deporte en Guatemala recibió una asignación constitucional de fondos se abría, teóricamente, una etapa en la que debía florecer la capacitación y formación de atletas que pudieran no sólo tener éxitos personales sino colocar al país en un plano totalmente distinto en materia deportiva. Pero ese flujo de dinero asignado anualmente por mandato de la Constitución, terminó despertando enormes intereses de quienes no pueden ver macho sin que se les antoje viaje y resultó que los grandes beneficiarios de la decisión de incrementar el aporte del Estado al deporte no fueron los atletas, sino los dirigentes que manejaron los fondos.
Y se convirtió el deporte en una interesante e importante presa dentro del jugoso juego de la corrupción, al punto de que las disputas por el control del dinero llegaron a generar la crisis que provocó el desconocimiento del Comité Olímpico Internacional a los atletas guatemaltecos, tema que en el fondo les vino del norte a los que se disputaban no sólo los puestos sino la plata.
El caso es que el deporte, como el resto de las actividades nacionales, ha sufrido los efectos del saqueo constante a que se ve sometida cualquier institución del país. Y si con todo y esa perversidad resulta que nuestros atletas aún pueden destacar en niveles que nunca habíamos visto, debemos recapacitar sobre la importancia de emprender, sin dilación alguna, al rescate de una institucionalidad que reclama a gritos la depuración.
Con el deporte pasa como con el bienestar de la gente; el abandono de las autoridades crea condiciones adversas terribles para millones de guatemaltecos pero muchos, como hacen los atletas, se sobreponen y encuentran respuesta en su trabajo ejecutado en otros países, donde se valora el talento y la dedicación, tanto como para ser ahora quienes sostienen la economía nacional con las remesas.
Es injusto e ingrato que la gente se esfuerce y que todo su sacrificio se traduzca en más dinero para llenar las maletas de los mafiosos.