Roberto Arias

Dentro de las funciones y atribuciones del Congreso de la República de Guatemala, está el actuar “en representación de la sociedad en general…” y, de los diputados dice que “Los Diputados del Congreso de la República son funcionarios del Estado, los cuales representan al pueblo en toda actividad política u otra actividad que competa a la población de Guatemala, es decir, son representantes del pueblo y dignatarios de la Nación.”

Muchísimos guatemaltecos aún creen que los diputados verdaderamente representan al bienestar ciudadano ante el Congreso de la República, porque técnica y constitucionalmente así debería ser, pero los guatemaltecos están en un craso error.

Realmente, el pueblo de Guatemala no tiene a alguien que ciertamente le represente y vele por sus intereses y derechos en general. El pueblo de Guatemala ha caminado permanentemente en círculos sin percatarse de lo siniestro de esta situación. En consecuencia, el pueblo de Guatemala ha valido únicamente para servir a los intereses del capital salvaje, quien es el ente dominante y el desarrollo de la ciudadanía no le importa un pito al más sanguinario: el Capital guatemalteco; lo cual está más que probado: -Inhumana explotación salarial; la expulsión de Jacobo Árbenz en 1954 por la cúpula económica y la CIA; la “guerra interna”; las migraciones de niños y adultos para que los bancos reciban las “remesas” en moneda dura (divisas) y le den moneda devaluada a los receptores, sin otorgar una factura de la “compra de la moneda”); etcétera, etcétera, etcétera…-
Un diputado al Congreso no tiene mucho poder, per se. El poder en el Congreso se agazapa dentro de las Bancadas, es decir, dentro de los grupos representantes de los partidos políticos. Las ideas de aprobar o no una ley generalmente no emanan propiamente del Congreso. La orden la reciben las bancadas de parte de los dueños de los partidos políticos, quienes a su vez, desde la campaña, se vendieron a intereses que no son precisamente los de la defensa de la población, como lo demandaría un pensamiento libre y democrático. En Guatemala el capital salvaje dicta las leyes en el Congreso.
Los diputados caen en el vicio de la extorsión al aceptar cantidades millonarias por votar o no, por una ley que, conviene o no, a los grandes capitales de Guatemala, incluyendo al crimen organizado, al ejército, al narcotráfico y a las redes delincuenciales cuyas estructuras permanecen activas y/o a los intereses de naciones extranjeras (La Embajada).
Guatemala es, pues, un botín tomado desde hace muchos años por fuerzas que se han consolidado a través de los años para saquearla y violarla incesantemente.
Los dueños del Congreso de la República son los mismos dueños del Capital Salvaje, quienes dictan las leyes que servirán para solidificar y mantener un saqueo sostenido a la República y su población.
Por estas razones el Capital y sus achichincles se oponen a cambiar la ley que conserva a los diputados en manada. Individualmente dificultaría la permanencia del “sistema” creado para saquear.

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