Víctor Ferrigno F.

Jurista, analista político y periodista de opinión desde 1978, en Guatemala, El Salvador y México. Experiencia académica en las universidades Rafael Landívar y San Carlos de Guatemala; Universidad de El Salvador; Universidad Nacional Autónoma de México; Pontificia Universidad Católica del Perú; y Universidad de Utrecht, Países Bajos. Ensayista, traductor y editor. Especialista en Etno-desarrollo, Derecho Indígena y Litigio Estratégico. Experiencia laboral como funcionario de la ONU, consultor de organismos internacionales y nacionales, asesor de Pueblos Indígenas y organizaciones sociales, carpintero y agro-ecólogo. Apasionado por la vida, sobreviviente del conflicto armado, luchador por una Guatemala plurinacional, con justicia, democracia y equidad.

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En la posteridad, el mes de julio de 2024 será recordado por dos hechos que cambiarán la geopolítica mundial: el llamamiento de Volodymyr Zelensky a parar la guerra en Ucrania y buscar una solución negociada, y la renuncia de Joseph Biden Jr. a buscar su reelección para un segundo periodo como presidente de los Estados Unidos de América.

La declinación electoral de Joe Biden no tiene precedente en los comicios de EE. UU. y los efectos de todo tipo de la misma dejarán una profunda huella. El primer y más evidente efecto es que Donald Trump avanzará hacia el triunfo electoral, para asumir un segundo periodo presidencial, en una etapa histórica en el que la hegemonía de EE.UU, retrocede inexorablemente, y deberá enfrentar tres focos de conflagración bélica en Europa del Este, en Medio Oriente y en el estrecho de Taiwán, en un contexto de crisis económica y energética.  

Desde el año pasado, la capacidad cognitiva de Biden comenzó a ser cuestionada de manera creciente, y diferentes sectores del Partido Demócrata, así como personalidades de mucho peso político, comenzaron a presionar para que declinara a su reelección, pero sin que apareciera una figura política que tuviera la talla para sustituirlo de manera indiscutible. 

Hasta hace un mes, Joe Biden se negó a retirarse y obtuvo más de 3,800 electores en las primarias ganadas a principio de año (solo perdió en Samoa Americana). 

En su carta de declinación, el presidente Biden manifestó su decidido apoyo para que la vicepresidenta Kamala Harris lo sustituya en la contienda electoral frente a Trump. Esta propuesta no fue bien recibida por diferentes corrientes demócratas, ni por políticos de la talla de Barack Obama, quien elogió la trayectoria política del presidente, pero nunca aludió a Harris, y advirtió que “navegarán por aguas desconocidas” y resaltó que el deber ahora es encontrar un “candidato extraordinario”. Otras figuras demócratas, como Bill y Hillary Clinton, sí han manifestado su apoyo a la candidatura de la actual vicepresidenta.

Saltan a la vista, por lo menos, tres factores de gran peso para que Kamala Harris sea la ungida: los 3,800 electores de Biden recibieron un mandato partidario para apoyar la continuidad de la administración actual, y Harris es la única política que cuenta con la bendición del actual presidente, y con un claro perfil para el continuismo. Estos electores no son transferibles, aunque se supone que podrían ser un sólido respaldo para Harris.

El segundo factor, de gran relevancia, es el de los tiempos políticos, pues apenas quedan un poco más de 100 días para las elecciones. Sería imposible que otra figura pudiera recorrer el país y ganar más adeptos que Harris. 

Por último, pero no por ello menos importante, es que Kamala Harris es la única contendiente que podría financiarse con los 91 millones de dólares en efectivo recabados hasta ahora por los demócratas, pues ya figura en la boleta electoral; estos fondos están depositados en una cuenta mancomunada con Joe Biden. La campaña de la actual vicepresidenta recaudó 80 millones de dólares en las últimas 24 horas y continúa consolidando apoyos de los demócratas de más alto perfil, como Nancy Pelosi, quien sostuvo que “Mi apoyo entusiasta a Kamala Harris para la Presidencia es oficial, personal y político”.

Según una encuesta realizada por el Centro de Investigación de Asuntos Públicos AP-NORC, seis de cada diez demócratas creen que Harris haría un buen trabajo y solo dos consideran que no. En tanto la imagen positiva apenas alcanza a cuatro de cada diez ciudadanos estadounidenses.

La Convención Nacional Demócrata, que iniciará el 19 de agosto próximo en Chicago, se prevé como una instancia decisiva para designar al nuevo candidato que buscará retener la Casa Blanca en las elecciones de noviembre. 

La actual vicepresidenta deberá convencer nuevamente a los 4,700 delegados. Sin embargo, ante la falta de un contendiente de peso, su figura destaca por el aspecto simbólico: sería la primera mujer negra y la primera con ascendencia del sur asiático. 

De acuerdo a un recuento elaborado por el diario The Hill, la vicepresidenta habría logrado confirmar el voto a su favor de al menos 532 delegados en la convención del partido que se avecina. Así las cosas, Harris cuenta ya con más de medio millar de apoyos entre los delegados, de los 1,986 que necesita para obtener la nominación del partido.

Donald Trump ya se frota triunfalmente las manos, convencido que le será más fácil derrotar a Kamala Harris que a Joe Biden, aunque todas las encuestas le favorecían ante el demócrata.

Mientras tanto, la guerra en Ucrania ha dado un vuelco por los avances militares de las fuerzas de la Federación Rusa, y porque el inminente triunfo electoral de Donald Trump, adversario de dicha contienda, ha provocado el llamamiento de Volodymyr Zelensky a parar la guerra y buscar una solución negociada. Este viraje de Zelensky también ha sido motivado por las reducciones de los apoyos de la OTAN a su causa, como el caso de Alemania, que disminuyó en un 50% el presupuesto para Kiev, para el año entrante.

Las baterías republicanas se han dirigido contra Joe Biden, sosteniendo que si no tiene la capacidad mental para ser candidato, menos la tiene para seguir gobernando a EE. UU. por seis meses más. Al cuestionar la cordura de Biden, buscan invalidar su acierto al ungir a Kamala Harris como su sustituta electoral.

Curiosamente, la declinación de Joseph Biden Jr. abrió un flanco inesperado contra Donald Trump, quien ha pasado a ser el candidato de mayor edad en la historia electoral de EE. UU., extremo que será aprovechado por los demócratas. 

En el anterior contexto, además de los fracasos militares de Zelensky, destaca su pérdida de legitimidad, pues su periodo presidencial ya terminó y se ha negado a convocar a elecciones. A esto se suma las permanentes denuncias de corrupción de funcionarios de Kiev, lo que ha llevado al expresidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, a poner en duda la posibilidad de que Ucrania se una a la Unión Europea y calificó al país como «totalmente corrupto»,  en una entrevista al medio alemán Augsburger Allgemeine.

Por todo esto, ningún republicano quiere ser fotografiado a la par de Zelensky, por antidemocrático y corrupto, como les pasará a los integrantes del pacto de corruptos guatemalteco, quienes creen que con Trump en la presidencia se les volverán a abrir las puertas de la Casa Blanca, para tratar de que los saquen de la Lista Engels, sin entender que son cadáveres políticos, en el concierto de las naciones. RIP.

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