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Este fin de semana se produjo un viraje totalmente extraordinario en la política de Estados Unidos tras la decisión del presidente Joe Biden de retirar su candidatura a la Presidencia luego de presiones surgidas en su mismo partido tras el desastroso primer debate con el candidato republicano, Donald Trump. Aunque Biden expresó su sólido y total respaldo a su vicepresidenta, Kamala Harris, serán los delegados a la Convención del partido Demócrata quienes decidirán finalmente quién será su candidato presidencial en noviembre.

La campaña de Donald Trump fue diseñada específicamente para vencer a Joe Biden, centrada en el tema de lo que sus 81 años y las deficiencias en su salud podía significar para el futuro del país. Encuestas mostraron que a nivel nacional el 70 por ciento de los consultados dijeron que Biden debía declinar la candidatura tras un debate en el que no pudo articular exposiciones ni respuestas a los duros ataques que le dirigió su contrincante. El atentado contra Trump vino a complicar más las cosas para los demócratas, arreciando así los pedidos al presidente para desistir de su aspiración.

Todo indica que para Donald Trump este nuevo escenario es sumamente ventajoso y que lo coloca a poco de volver a ser electo Presidente de los Estados Unidos, cargo al que llegaría con la abierta determinación de imponer su voluntad, tema que han sabido interpretar los ponentes de la agenda 2025, misma que es tan radical en la aniquilación de elementales principios de la democracia que obligó a Trump a marcar distancia con la iniciativa que, en el fondo, recoge sus propias aspiraciones.

Los demócratas están ahora contra reloj en la decisión de concretar la nominación de sus candidatos a la Presidencia y Vicepresidencia de los Estados Unidos y según muchos teóricos el camino sigue siendo cuesta arriba. Kamala Harris tiene ventaja frente a otros posibles contendientes, tomando en cuenta que para la elección apenas van quedando poco más de tres meses.

Estados Unidos tiene un importante papel en el mundo y esta elección se produce justamente cuando resurge un eje que recuerda aquel del siglo pasado entre Alemania, Italia y Japón. Ahora Putin trabaja intensamente para consolidar el nuevo eje, Rusia, China y Corea del Norte, para asegurarse hegemonía frente a los países que se le opusieron en el tema de la guerra de Ucrania.

Las preferencias de Putin son obvias, como lo fueron en la elección de 2016, y por ello la humanidad se juega mucho con esta peculiar y muy extraña elección en Estados Unidos, pues no está en juego únicamente la subsistencia de la democracia en Estados Unidos, sino la de muchos países del planeta.

Redacción La Hora

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