Inicio indicando que la palabra asesor conlleva una gran responsabilidad, ya que la información o análisis que trasladen o informen a quienes reciben asesorías servirán de base o fundamento para la realización de acciones futuras de gobierno o de la iniciativa privada en cualquiera de sus instituciones, es decir que, el asesor debe proveer el producto de su investigación de la forma más técnica posible.
La función de asesorar es la acción que tiene como fin primordial proponer, recomendar, exponer, presentar, expresar o plantear las mejores vías jurídicas, administrativas o técnicas para que, quienes las reciban tomen las mejores decisiones para lograr el éxito en las actividades programadas o ejecutadas sin temor a encontrar cortapisas que dificulten o anulen dicha acción o movimiento.
Usualmente se reconoce el tipo de asesoría técnica o profesional que se brinda o recibe, y puede ser en el ámbito financiero, laboral, fiscal, jurídica o técnica en alguna disciplina específica; tal y como funciona en la administración pública guatemalteca. Lo ideal, es que los asesores tengan un conocimiento real de la materia que se trate, es decir que, debe tener un soporte técnico científico que faculte fundamentalmente su habilidad para dar opiniones, efectuar análisis, identificar problemas y encontrar soluciones, proporcionar recomendaciones a quienes lo necesiten de forma personal, empresarial o gubernamental.
En Guatemala, la función de asesoría ha estado supeditada a los vaivenes políticos, por ello, se desvirtuó la esencia de asesorar, pues dichos cargos, empleos u oficio realizado por personas que en algunos casos no tienen educación de valores éticos y morales y mucho menos grados culturales o académicos que pudieran incidir en la toma de decisiones de sus jefes superiores.
Es lamentable reconocer que, en la mayoría de los casos, dicha función ha sido relegada a un servicio de servidumbre política donde los supuestos asesores emiten dictámenes u opiniones a la medida de quien se los requiera, sin considerar los efectos legales o administrativos que representen para sus superiores. También es de considerar que, existen patronos, jefes, directores y administradores que no se dejan orientar por los asesores capaces y entienden que, como autoridades, de manera autoritaria se debe hacer lo que ellos piensan, pues según ellos, consideran que, por ser autoridad, todo lo saben y todo lo pueden.
Cada cuatro años, con los cambios de gobierno, asumen nuevos funcionarios y empleados en las direcciones, jefaturas, ministerios y un sin fin de entidades o dependencias quienes en su manifestación psicológica quieren hacer patente su autoridad en diversas formas, ya sea dando órdenes a los empleados o subalternos con muestras de despotismo, mala educación, vocabulario soez, gritos y veladas intimidaciones, amparándose en el poder temporal que tienen.
El servilismo de los asesores ineptos, lamebotas, ignorantes y con vocación de lacayos es visible a todas luces, con su adulación y alabanza demuestran el abandono de la razón y voluntad propia con estos actos, su profundo sometimiento al poder de sus jefes, y en sentido contrario, se llega al extremo que, cuando los jefes son incompetentes e inútiles delegan parte de sus funciones en los asesores de su confianza, y por ello, en la mayoría de las dependencias gubernamentales se toman decisiones ilegales que posteriormente son sujetas a procedimientos judiciales.
Recordemos que, los serviles hacen hasta lo imposible por destacar en su mediocridad para ser recompensados con el reconocimiento de ser abyecto y peón del analfabetismo funcional.
Y para terminar diré que, los asesores capaces, honrados, con capacidad crítica y además decentes en sus funciones profesionales que demuestran los pros y los contras a sus jefes o recomiendan acciones que van en contra de la lógica común de las autoridades, son objeto de ojeriza dentro del ambiente laboral en que se desenvuelven y principian a ser objeto de desconfianza, porque sus jefes intuyen que sus asesores lo están obstaculizando en sus intereses porque no piensan igual que ellos, o porque no reciben la asesoría que ellos pretendían.