El presidente salvadoreño, Nayib Bukele, anunció una nueva campaña tan firme y enérgica como las que emprendió hace tiempo contra los pandilleros, mismas que fueron aplaudidas por mucha gente que pensó que la ley sale sobrando cuando se trata de asegurar el bienestar del resto de la población. De entrada se produjeron capturas sin los debidos procesos y se llenaron cárceles con todos los que tenían planta de mareros, quienes están y seguirán confinados hasta que el mandatario disponga otra cosa.
Con el control que ha tenido de las instituciones, al punto que logró una reelección que no se podía, no ha hecho mayor cosa para enfrentar flagelos como la inseguridad de forma integral y en el marco de la legalidad.
Esta vez advierte a los importadores, comercializadores, mayoristas y distribuidores de alimentos que si no bajan los precios de los productos que necesita la población, actuará contra ellos tal y como lo hizo con los pandilleros. Es obvio que en materia económica se puede incurrir en abusos y excesos que perjudican a la población, pero para evitar esas maniobras especuladoras se requiere, como con los pandilleros, de leyes y su aplicación estricta pero justa, es decir con los necesarios mecanismos de control para evitar excesos e ilegalidades.
El problema de las dictaduras es cabalmente esa ausencia de respeto a la legalidad; los guatemaltecos siempre presumieron que la época con menos violencia y abusos fue la de Ubico porque él no se andaba con cuentos y cualquiera que fuera denunciado era simplemente apresado, sin que el debido proceso tuviera la menor importancia. Los salvadoreños, entusiasmados por el efecto que en el tema de seguridad tuvo la política de Bukele contra las maras, se volcaron a las urnas para reelegirlo, como se hacía con Ubico. Y como con los mareros, tampoco importó si una ley, en este caso la Constitución, prohibía la reelección porque la palabra y el interés del tirano era lo realmente decisivo.
Las dictaduras tienen siempre lados buenos, que agradan a parte de la población que se desespera porque el imperio de la ley no permite que se adopten medidas draconianas para resolver graves problemas que afectan a la población. Sin embargo es ese imperio de la legalidad lo que no permite que se incurra en abusos que hagan que justos paguen por pecadores porque se establecen mecanismos que persiguen, por sobre todas las cosas, el derecho a la defensa y a la presunción de inocencia.
No cabe duda que muchos aplaudirán lo anunciado por Bukele, pero tras los pandilleros ahora son los involucrados en el negocio de los alimentos; ellos fueron de los que aplaudieron la “firme medida” del gobernante contra las pandillas, sin imaginar que los siguientes iban a ser ellos. Pero así es la historia y entre los que ahora aplauden esta nueva muestra de lo que es una dictadura, sin duda saldrán los siguientes en la lista de Bukele para actuar, como él dice, con la misma firmeza que usó contra los pandilleros.