En días pasados el diputado de Zacapa, Julio César Portillo Paz, de la bancada Cabal, presentó una iniciativa de ley para obligar a todos en Guatemala a utilizar el cemento producido en el país, lo que provocó variadas reacciones. Fue tanta la presión que el congresista se autogeneró que terminó presentando un oficio de desistimiento de la propuesta para una Ley de Uso de Cemento Nacional en Construcciones, hecho que por ser de interés público fue confirmado por oficinas legislativas las cuales, al preguntarse sobre la razón para el desistimiento, dijeron que el diputado no quería que ellos dieran ninguna información y que él haría pública su postura.
Por ello fue contactado en la sede del Congreso y al requerir la confirmación de que había presentado el desistimiento, dijo que él no daría declaraciones a La Hora, negándose a explicar tanto la razón de su iniciativa como del desistimiento que presentó posteriormente. Entendemos que Portillo se sienta agobiado porque se ha tramitado un antejuicio en su contra y por las críticas que generó una iniciativa que hizo a varios zacapanecos decir que él y su familia tienen interés directo porque son distribuidores de la cementera nacional en el departamento de Zacapa.
Pero de eso a considerar como “acoso” el que un periodista en ejercicio de su función y en apego al derecho a la información le formule preguntas, hay una gran diferencia. Sucede que por los vicios que imperan en nuestro sistema de justicia, todos aquellos que sienten tener el respaldo de tribunales amañados que se identifican con las mafias, han recurrido a señalar como acoso el que se investigue y/o cuestione la forma en que desempeñan su función pública. Inicialmente fueron mujeres las que usaron la ley contra el Femicidio como coraza para evitar que se pudiera publicar cualquier cosa relacionada con su ejercicio del cargo y como ello resultó tan efectivo, ahora cualquiera habla de acoso simplemente porque se le hacen preguntas sobre asuntos puramente oficiales.
Portillo debe saber y entender que nadie de La Hora lo está acosando y que él es un funcionario público que presentó una polémica iniciativa y ahora la retira. Cuestionarle sobre eso no tiene nada de acoso. Si al diputado le molestó que se evidenciaran los errores en sus iniciativas, que cargue sus molestias con quienes se las redactaron y lo hicieron quedar en ridículo.
También le decimos al diputado que no es el primero ni será el último que usa esas tretas para no rendir cuentas. Seguiremos ejerciendo nuestra labor y el periodista Joel Maldonado tiene todo nuestro apoyo. Rechazamos de manera tajante cualquier denuncia que se haga contra un periodista que está simplemente cumpliendo con su deber de conformidad con la Constitución Política que consagra la publicidad de todos los actos oficiales, especificando además que “no constituyen delito o falta las publicaciones que contengan denuncias, críticas o imputaciones contra funcionarios por actos efectuados en el ejercicio de sus cargos”.