Después de escuchar, en diferentes ambientes, muchas opiniones sobre el quehacer del nuevo gobierno, me dí a la tarea de prestarle mayor atención, dedicando mayor tiempo a escucharlas, tipificar y tabularlas mentalmente. En primera instancia lo que se observa es que las personas utilizan diferentes parámetros y referentes para formarse un criterio y emitir su opinión, algunos a partir de los compromisos y ofrecimientos que Arévalo hizo en campaña, otros de lo que ha logrado hacer y quiere hacer, otros parten de su afinidad y compromisos con otras organizaciones políticas y otros más, a partir de una comparación con el gobierno pasado.
Dentro todo lo que se dice, se encuentran opiniones como: no está haciendo nada, es un ineficiente, es un mentiroso, no está cumpliendo con lo que prometió, representa los intereses de nuevos pensamientos y líneas de acción que puede bloquear y afectar el proceso de desarrollo del país, defiende componentes operativos de la agenda 20-30, está rodeado de un equipo de ineficientes, es corrupto al igual que los demás que le han antecedido, se dedica mucho a viajar, a sostener reuniones pero sin acciones acciones y otras aseveraciones.
Pero la verdad del caso es que a este gobierno le ha tocado y le sigue tocando nadar contra la corriente; si hacemos un poco de memoria encontramos que casi todo el presupuesto lo dejó comprometido el anterior gobierno y que el gobierno cuando ha presentado iniciativas de ley al congreso, las mismas no han sido aprobadas, que las investigaciones que ha presentado no se les presta atención, que los Ministros y demás funcionarios son interpelados a cada momento, fiscalizaciones necesarias que realizan los diputados, pero que son utilizadas como espacios y escenarios para que las organizaciones políticas a las pertenecen se mantengan vigentes.
La organización política con la que llegó el presidente al poder, ha sido desconocida y anulada, de tal forma que sus diputados no pueden presidir ninguna comisión parlamentaria, que las propuestas de ley que gobierno ha presentado, no son discutidas ni aprobadas, existiendo muchas artimañas para lograr dificultar su trabajo, de tal forma que haga muy poca obra y la población sienta que se equivocó al elegir autoridades.
Lo que es evidente, es que cada una de estas formas de pensar está directamente relacionado con otros intereses personales, políticos, sectarios, empresariales, comerciales y gremiales que evidencian un malestar y una gran frustración, y no han podido superar la derrota que les infringió el partido SEMILLA, en la pasada elección a presidente en una elección democrática, no entendiendo que la gente voto por una nueva alternativa, cansado de la corrupción, que hoy gracias a las lluvias, ha demostrado la corrupción de la obra pública, de los gobiernos anteriores.
Imaginemos, durante dos minutos, una Guatemala en donde el poder esté en manos amorosas, generosas y valientes, con un presidente que como director de orquesta dirija a los funcionarios y ejecute una sinfonía ausente de desafinados músicos teniendo de fondo el paisaje con volcanes, el quetzal volando, en un cielo azul y unos guatemaltecos ataviados con sus trajes típicos, cantando el himno nacional.