Pocas veces es tan real y dramático el dicho que usamos para titular esta nota Editorial como ahora que una enorme tormenta se dirige a la península de Yucatán y tocará tierra en el curso del fin de la presente semana, situación que se viene a juntar con los devastadores efectos que ha tenido esta temporada de lluvias sobre nuestra ya muy precaria infraestructura. El país está ya prácticamente incomunicado y trayectos que se podrían realizar en poco tiempo consumen largas horas generando una serie de complicaciones y gastos adicionales.
El Centro de Huracanes de Estados Unidos advierte que la tormenta Beryl avanza por ahora como un Huracán de categoría 4 y que al llegar a las costas de México y Belice posiblemente haya bajado intensidad y sea categoría 2, lo que se refiere a la fuerza del viento, pero no a la intensidad de las lluvias que pueden afectar seriamente el territorio nacional. Y unos kilómetros atrás de ese fenómeno tropical se está organizando otro que pareciera llevar la misma dirección, lo cual significa que en los próximos días la cantidad de lluvia sobre Guatemala podría ser realmente catastrófica, que ya es mucho decir si tomamos en cuenta los daños que ha causado este invierno.
De por sí se sabe que el nuestro es uno de los países que se ubican en zonas de alto riesgo climático y que año con año sufrimos los efectos de un clima que cada vez se vuelve más intenso como consecuencia del calentamiento global que afecta a nuestro planeta por los efectos de la imparable contaminación. Esa realidad debiera ser tomada en cuenta por las autoridades a la hora de ejecutar proyectos de infraestructura que demandan, obviamente, mayor calidad; en cambio, esas autoridades que han estado únicamente se han preocupado por la calidad de la mordida, lo que se traduce en la construcción de obras de pacotilla porque a menor calidad de los insumos de los proyectos, más riesgo de que no soporten ni siquiera el primer aguacero, tal y como nos ocurre aquí año con año.
¿Llegará el día en que los guatemaltecos veamos que nuestro dinero se usa para construir obras de calidad, diseñadas para soportar las inclemencias de un clima que ya sabemos ha de empeorar año con año? Justamente el hastío que causa tanto desbarajuste producto de la corrupción fue lo que nos hizo a los ciudadanos intentar un golpe de timón en las elecciones pasadas, derrotando a los partidos operadores de la podredumbre. Tristemente, el resultado deseado no se ve aún en lontananza y el futuro no es tan claro en los días presentes. Ojalá que tras la tempestad no venga la calma, sino un aire con remolino que nos haga enderezar finalmente el rumbo.