El Cairo
Agencia dpa

En Egipto se recuerdan estos días como tiempos sombríos de un pasado que quedaba lejano: hace 20 años unos atentados terroristas contra turistas sacudieron este país atravesado por el Nilo. Su punto más álgido fue noviembre de 1997, cuando un grupo de terroristas entró en un templo de Luxor y abrió fuego contra los turistas. Murieron 62 personas. Fue todo un trauma para el país.

¿Se está repitiendo ahora la historia? Al menos por las declaraciones del gobierno británico si se puede llegar a esa conclusión. Londres cree que fue un bomba lo que provocó que el avión de pasajeros ruso se estrellase en la península del Sinaí con 224 personas a bordo. La milicia terrorista Estado Islámico (EI) reclama la autoría de los hechos y hace tiempo que la rama egipcia de la milicia terrorista comete atentados y asaltos contra las fuerzas de seguridad.

El presidente y hombre fuerte egipcio, Abdel Fattah al Sisi, y otros miembros de su gobierno aseguran una y otra vez desde hace meses que Egipto es un país estable y que las fuerzas de seguridad tienen bajo control a los extremistas. Pero aunque la seguridad haya mejorado en amplias partes de la nación desde que Al Sisi llegase al poder, no se puede asegurar que haya una verdadera estabilidad.

Sobre todo en el norte de la península del Sinaí, donde hace meses se producen continuos combates fuertes entre las fuerzas de seguridad y los extremistas.

En el ataque más duro hasta el momento entre el Ejército y los extremistas, que tuvo lugar hace unos meses, murieron más de 100 personas. Los yihadistas copiaron la táctica de EI en Siria e Irak y atacaron su objetivo con varios terroristas suicidas. Este modo de actuación supuso un fuerte indicio de cuán estrechos son los contactos con los yihadistas de otros lugares.

El norte del Sinaí es un bastión de la rama egipcia de Estado Islamico. El problema es local, pues el gobierno de Egipto lleva años descuidando esta región pobre, lo que ha permitido que arraigara aquí la ideología de EI. «El grupo está fuertemente arraigado entre la población local», explica Guido Steinberg, experto en terrorismo de la fundación berlinesa Ciencia y Política (Stiftung Wissenschaft und Politik). «De lo contrario, EI no evitaría desde hace tanto tiempo el azote de las fuerzas de seguridad».

Se desconoce con cuántos combatientes cuenta el EI egipcio. Steinberg calcula una cifra baja de cuatro números. El grupo actuó por primera vez en 2011 bajo el nombre de Ansar Beit al Makdis (Defensor de Jerusalén), pero fue el año pasado cuando juró lealtada a EI.

La formación también está activa en otras regiones de Egipto y los yihadistas asumieron varios atentados cometidos en El Cairo. Las conexiones llegan hasta Sudán, desde donde según Steinberg llegan las armas de contrabando a Sinaí. También tendrían relación con los expremistas en la vecina Libia, sumida en un enfrentamiento fratricida.

Si realmente el EI provocó el derribo del avión de pasajeros ruso en venganza por los ataques aéreos rusos en Siria, el fenómeno terrorista estaría adquiriendo una dimensión completamente nueva en Egipto.

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