El invierno apenas inicia y encontramos catástrofes que afectan a los guatemaltecos que transitamos por las principales rutas del país. El hundimiento registrado a inmediaciones del kilómetro 43.9 de la autopista Palín-Escuintla, es un claro ejemplo de lo que nos afectará en los próximos meses.
Así como esa ruta deteriorada están todas las carreteras del país. La carretera Palín-Escuintla fue construida durante el gobierno de Ramiro de León Carpio (1993-95, e inaugurada por Álvaro Arzú (1996). Se suponía que esa inversión millonaria representaba una garantía de seguridad para los automovilistas y viajeros, sin embargo, vemos que no es así.
Circular por cualquier carretera del país representa un peligro latente, todas las rutas registran daños y peligro. Somos millares de trabajadores, pasajeros los que nos desplazamos todos los días para cumplir nuestras actividades laborales.
Por esa razón el gobierno actual tiene el desafío de atender esas necesidades de la población en la autopista Palín-Escuintla. Los congestionamientos, pérdida de tiempo por identificar y transitar por rutas alternas, más la tensión, impactan directamente en cada conductor de transporte de carga, pasajeros, conductores, porque necesitamos transitar por rutas seguras.
Hace 15 días abordamos desde esta columna los efectos del cambio climático producidos por la sequía en la Franja Transversal del Norte, hoy hablamos de inundaciones, hundimientos, destrucción, pérdida de cultivos a nivel nacional, en un período de tiempo corto. La humanidad somos corresponsables de ese deterioro ambiental, por lo cual debemos reflexionar y actuar. Velar y cuidar lo poco que nos queda del ambiente, existen buenas prácticas para detener ese disminuir.
Desde la Academia, organizaciones sociales, civiles, campesinas e indígenas, han patrocinado investigaciones que revelan los resultados positivos que permitan combatir el deterioro climático. Debemos acudir a ellos para que nos compartan su experiencia e intentar disminuir los efectos negativos que produce el cambio climático.
Nuestras hijas, nietos, y la población guatemalteca merecen heredar un ambiente libre de contaminación. Nuestra generación lo tuvimos, ahora las industrias extractivas, minería, cementeras, ingenios, monocultivos, tenemos la responsabilidad de rescatar el ambiente para las futuras generaciones.