Gladys Monterroso

licgla@yahoo.es

Abogada y Notaria, Magister en Ciencias Económicas, Catedrática de Derecho Financiero y Tributario de la Universidad de San Carlos de Guatemala, Diploma otorgado por la Corte de Constitucionalidad en 2005, como una de las Ocho Abogadas Distinguidas en Guatemala, única vez que se dio ese reconocimiento, conferencista invitada en varias universidades de Estados Unidos. Publicación de 8 ediciones del libro Fundamentos Financieros, y 7 del libro Fundamentos Tributarios. Catedrática durante tres años en la Maestría de Derecho Tributario y Asesora de Tesis en la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad de San Carlos de Guatemala.

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“Erradicar la pobreza no es un acto de caridad, es un acto de justicia”. Nelson Mandela

Uno de los programas, que siempre he considerado una equivocación y que promueven los gobiernos de izquierdas, que pueden ser comunistas socialistas o denominados demócratas, son los programas de ayudas directas, que consisten en trasladar dinero público a las personas que se encuentran en extrema pobreza, dinero con el que se pretende compensar la falta de medios económicos, pero que no solucionan el fondo del problema que embarga a quienes reciben este dinero.

La sociedad para enfrentar el subdesarrollo y salir de él, necesita instrumentos suficientes que deben ser proporcionados por el Estado, pero no precisamente dinero en efectivo, aunque en algunos casos puede ser un paliativo, no compensa la falta de oportunidades que sufren quienes no las tienen.

Un viejo proverbio chino dice: “Dale un pez a un hombre y comerá hoy. Enséñale a pescar y comerá el resto de su vida”, no cabe duda de que encierra una gran sabiduría, y tiene vigencia más aun cuando de proporcionar medios de desarrollo a una sociedad se trata, porque el ser humano necesita de medios que le sirvan para su desarrollo futuro, y poder solventar si así se le puede llamar sus carencias presentes.

Uno de los grandes problemas que sufrimos, es la falta de combate a la especulación que consiste en, comprar determinados bienes con el ánimo de obtener lucro de su venta a precios más altos e injustificados, labores que otrora fueron parte del Ministerio de Economía y que lo son en cualquier país, así como hay inspectores fiscalizadores del IGSS, de la SAT, de la CGC, también en otro tipo de sociedades hay funcionarios que fiscalizan y combaten la especulación en los precios de los productos de la canasta básica, y de los bienes y servicios necesarios, sin embargo acá eso no sucede, adicional a lo anterior no contamos con políticas de control en la prestación de servicios, como población nos encontramos desamparados, porque no contamos con instituciones que nos protejan de la falta de escrúpulos de quienes venden bienes y prestan servicios, especialmente esa parte de la cadena entre el productor, el intermediario y el consumidor.

El productor generalmente obtiene ganancias mínimas al vender lo que produce, el intermediario juega con los precios a su conveniencia, sin que el Estado haya hecho nunca nada por evitar este desequilibrio económico, y el consumidor no tiene alternativa más que aceptar el precio exigido, porque no existe quien le proteja.

Como población, necesitamos que el Estado proporcione los mejores servicios en el denominado Gasto Social, que consiste en tres líneas básicas, Salud, Educación y Vivienda, satisfechas estas necesidades dignamente, no como sucede en el país, en donde la peor educación si así se le puede llamar es la pública, lo que ha obligado a los padres a tratar de encontrar una mejor calidad en lo privado, que se traduce en un mayor gasto, y no siempre la calidad necesaria.

En relación a la salud, más de lo mismo, los hospitales no responden a las necesidades básicas, el IGSS fue creado para coadyuvar a ofrecer la protección de este bien, pero no siempre es así, resultado, si enfermamos vamos con un médico privado, y si de tratamientos se trata, tenemos que pagar de acuerdo a nuestras posibilidades x cantidad de dinero, y ¿El sistema de salud pública? En trapos de cucaracha, cual cenicienta, esa es nuestra realidad, misma que no cambiará mientras no exista voluntad política de cambiarla, y esto no se logrará regalando dinero, la población no puede alcanzar el desarrollo económico y social, con políticas de pan para hoy y hambre para mañana, se necesitan políticas públicas congruentes para caminar hacia el desarrollo y eso no se consigue con ningún tipo de “ayuda”, no señor.

La sociedad necesita políticas serias que le sirvan para crecer en todos los aspectos, y eso no se logra con asistencias, que como una primera parte de un plan más ambicioso podría ser necesario, pero no como la solución a problemas estructurales como lo que nosotros tenemos.

El pan se consume, la educación y la salud son desarrollo.

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