Flaminio Bonilla

Abogado, escritor, comentarista, analista de prensa, columnista en “Siglo XXI” de 1991 y luego en La Hora del año 1991 a la fecha con mi columna “sin esconder la mano”. En la política nacional fue miembro del Partido Democracia Cristiana Guatemalteca, su Vicepresidente del Consejo Político Nacional y Director Nacional de la “Organización Profesional Demócrata Cristiana”. Soy un hombre de izquierda y soy socialdemócrata. Fui Registrador General de la Propiedad del 1982 al 1986; Registrador Mercantil General de la República del 1986 al 1990 y luego 15 años Representante Judicial y Consultor Jurídico del Registro Mercantil. Ha sido profesor universitario en la Facultad de Derecho de la USAC y en la Facultad de Derecho de la Universidad Rafael Landívar. Especialista en Derecho Mercantil Corporativo y Constitucional. Soy graduado en Guerra Política del Colegio Fu Hsing Kang de Taipéi, Taiwán.

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Sigo con el Segundo documento. Algo sorpresivo y preocupante para quienes le damos un valor supremo a la vida y a la dignidad del hombre, es el comunicado que se publicó en campo pagado en todos los medios de comunicación escritos, con la firma de: Luis Flores Asturias, Eduardo Stein Barillas, Gustavo Porras Castejón, Raquel Zelaya Rosales, Richard Aitkenhead Castillo, Adrián Zapata, Arabella Castro de Paiz, Rodolfo Mendoza Rosales, Marta Altolaguirre, Marco Tulio Sosa, Mariano Ventura Zamora y José Alejandro Arévalo Alburez. Y digo sorpresivo porque en el mismo no hay objetividad, hay sorna, altivez y mentira. Más asombro produce que lo signen Luis Flores Asturias, Eduardo Stein, Gustavo “El Sholón” Porras, Raquel Zelaya, Adrián Zapata… los otros ocuparon sillas y solio de poder y dirección por circunstancias coyunturales y algunos de ellos NO son parte de la más rancia estirpe conservadora de este país o simple y sencillamente burgueses de servidumbre. Es inconcebible, falaz y ridículo que, muchos de ellos académicos, digan: “…Sin embargo la acusación de genocidio en contra de oficiales del Ejército constituye una acusación no sólo contra esos oficiales o contra el Ejército, sino en contra del Estado de Guatemala en su conjunto…” A ello les respondo, CLARO QUE SÍ, es una ACUSACIÓN contra el ESTADO de Guatemala, porque lo que se cometió fue un CRIMEN DE ESTADO, una POLÍTICA NACIONAL REPRESIVA que vulneró hasta los cimientos, a las instituciones de este débil y resquebrajado edificio institucional que fue y sigue siendo Guatemala. Pero todavía van más allá en su sarcasmo y patraña al afirmar: “… La acusación de genocidio es una fabricación jurídica que no corresponde con el anhelo de los deudos de las víctimas de dignificar a sus seres queridos, de finalizar el luto inconcluso y de hacer justicia …” Aplicar la JUSTICIA es lo que se está haciendo en los Tribunales, dándole a EFRAÍN RÍOS MONTT la oportunidad de una defensa y un debido proceso, lo que él les NEGÓ a los acusados en los tristemente célebres TRIBUNALES DE FUERO ESPECIAL, y como atreverse a decir que la “ACUSACIÓN DE GENOCIDIO ES UNA FABRICACIÓN JURÍDICA”. Justicia para los deudos que hasta que no vean un fallo justo, empezarán a sanar sus heridas, justicia para las mujeres violadas… justicia para los deudos de los ancianos, niños y mujeres masacrados. En verdad los 12 signantes de este campo pagado son una vergüenza para Guatemala. Les reitero a esos doce, lo que afirmé en alguno de los diversos Foros en que intervine, por si no lo saben o no lo intuyen. Los Acuerdos de Paz NO se han cumplido, los abandonaron. Nosotros seguimos peleando por ser libres y tener una Paz realista utópico, una quimera, porque somos firmes creyentes que PAZ, es abolir injusticias PAZ es saciar el hambre PAZ es dar trabajo PAZ son salarios dignos, PAZ es defender al obrero, PAZ es desterrar la miseria, PAZ es educar a nuestros niños, PAZ es curar a los enfermos, PAZ es tratar con integridad al hombre, PAZ es acribillar la corrupción, PAZ es romper ataduras de oprobios, PAZ es quitar los grilletes de amargura, PAZ es abolir un sistema aún colonialista, PAZ no es el racismo hacia el indígena, PAZ es vivir una auténtica democracia; ya que la PAZ es eso, convivir en armonía y compartir DIGNIDAD. Porque la PAZ que anhelamos sigue negada, no tenemos LIBERTAD, atributo consustancia del Hombre nuevo.

Me pregunto, que dirá Ileana Alamilla (RIP), esposa de Adrián Zapata, ambos compañeros en la Facultad de Derecho de la USAC, quien en su columna «Eclipse» de Prensa Libre del 8 de abril de 2013, escribió: “…Nos urge sanar las heridas con la justicia, esa que no admite parcialidad, contaminación, contubernio, ni chantajes o extorsiones…” “…La juventud tiene derecho a conocer la verdad de cara al futuro, a vivir de otra manera, diferente de lo que le tocó a nuestra generación”. Yo agrego, este comunicado de esos doce es un contubernio, es un pretendido chantaje a los deudos de las víctimas y a las propias víctimas que sobrevivieron; es una extorsión solapada a los jueces; es una afrenta a la intelectualidad de muchos de nosotros y un insulto a nuestra inteligencia. Y les recuerdo a esos doce, que si NO se hubiera promulgado la Ley de Reconciliación Nacional (Decreto 145-1996 del Congreso de la República), el GENOCIDIO y los DELITOS CONTRA LOS DEBERES DE LA HUMANIDAD están regulados en los artículos 376 y 378 del Código Penal (Decreto 17-73 del Congreso de la República y sus reformas) y vigentes para Guatemala. También esos delitos están regulados en la CONVENCIÓN PARA LA PREVENCIÓN Y SANCIÓN DEL DELITO DE GENOCIDIO de 1948 y en el ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL INTERNACIONAL de 1998. Y ambos convenios internacionales fueron aceptados y ratificados por Guatemala. Estos doce, deben leer y entender estas leyes y conocer un poco de DERECHO INTERNACIONAL HUMANITARIO y también leer y entender el Plan Victoria 82 y el Plan Sofía. Gustavo Porras, escribió tal vez uno de los mejores ensayos histórico-políticos producidos en esta Nación, «Las Huellas de Guatemala” que abarca desde la Revolución de octubre de 1944 hasta la firma de los Acuerdos de Paz. Es un magnífico libro y se los recomiendo y que releen los Acuerdos de Paz.

Lo que dijo Iduvina Hernandez Batres, una activista en defensa de los derechos humanos, en la Sentencia condenatoria en contra de José Efraín Ríos Montt -un fragmento- de este libro en la segunda portada, ella dijo: “Al resultar condenado en primera instancia por delitos de genocidio y lesa humanidad, el ex jefe de Estado, general José Efraín Ríos Montt, ha quedado prisionero de la historia. Aun con una maniobra política -que derivó en una decisión del tribunal Constitucional que ha sido contra derecho-, que busca anular la sentencia y forzar un nuevo debate, la condena se emitió y no será borrada de la historia ni de la memoria. Ese es el valor humano de un texto que reúne en sus páginas la dignidad del pueblo Ixil, que con paciencia esperó más de tres décadas para poder acudir a las Cortes nacionales y declarar su verdad. El valor de las mujeres ixiles que, frente al hoy sentenciado, denunciaron la esclavitud sexual a que las sometió el ejército guatemalteco, dirigido por Ríos Montt. El crimen y el castigo del genocidio quedan recogidos en las más de 7,000 páginas de la sentencia que marcará un parte aguas en la historia de Guatemala.”

Esa columna estuvo de duelo, con dolor y tristeza al lado de Tecún Umán, Xpiyacoc e Ixmucane, los mayas, los Ixiles y sus abuelos, porque vivieron dolidos de un genocidio en este País de la eterna matadero; y con el fallo histórico de la Sentencia del 10 de mayo de 2013, Guatemala con pájaros de todos colores, los centzontles y maizales, en esta Guatemala morena con color de champurrada, hubo y se siento un jubilo sincero y colectivo, de todos aquellos a quienes también nos nació la conciencia.

Y termino este ensayo, a todos ustedes abogados, editores de prensa, columnistas, redactores, escritores y amigos, les instó a revisar nuevamente de mi posición se basa en documentos legítimos, fidedignos y convenios internacionales aceptados y ratificados por Guatemala, así como mi postura sobre el GENOCIDIO en mi intervención del 23 de marzo de 2013, sobre un artículo titulado «Las Palabras de Efra». Hoy concluyo esta participación afirmando solamente: A las nuevas generaciones NO les podemos dejar una Historia sin Justicia, porque sería NEGAR un pasado real, verdadero y cierto, aunque vergonzoso para Guatemala. Final.

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