María Gabriela González Bran
gaby.gonzalezb2002@gmail.com
IG: gabbz_gonzalez
*Soy estudiante de Relaciones Internacionales de la Unidad Rafael Landívar. Soy muy soñadora para los realistas y muy realista para los soñadores, pero todos estamos de acuerdo en que la defensa de la vida, la libertad y la dignidad humana son clave para poder lograr el cambio que todos queremos para nuestra Guatemala y para nuestro mundo*
Información. Seguramente es una palabra que mencionamos todos los días y en diferentes contextos; desde el chisme de nuestros conocidos, hasta información acerca de las propuestas del plan de gobierno de un candidato. La información es un recurso del día a día, algo que se alimenta cada vez más. Incluso, el acceso a esta información ha ido evolucionando, para que sea más fácil para nosotros obtenerla. Una de las herramientas que ha contribuido a esto es internet; un arma de doble filo.
Por un lado, si tenemos internet, estamos conectados con el mundo. Tenemos la posibilidad de recordar cumpleaños, contactar gente de otros continentes, estar enterados de las últimas noticias en el momento en que se dan. Así como también podemos tener una amplia gama de fuentes para investigar y conocer un hecho; y hasta podemos llegar a informarnos de los acontecimientos relacionados con el Gobierno, desde decisiones que toma cada ministerio, hasta las relaciones que se tienen con el resto del mundo. Todo a pocos clicks.
Por otro lado, esa misma entrada que permite que cualquiera comparta información, hace que CUALQUIERA comparta información. Lea esa oración nuevamente, por favor. Tristemente, como nosotros nos hemos ido acostumbrando a enterarnos de todo por internet, podemos caer en la desinformación de creer en datos falsos o tergiversados que se comparten en redes sociales, o podemos caer en la falacia de autoridad y creerle a usuarios -individuos o las mismas páginas del Gobierno- cualquier cosa que digan solo por ser ellos quienes están hablando.
Este tema considero que está muy infravalorado. Solo nos culpamos los unos a los otros, pero no nos ponemos a pensar en las repercusiones que tienen las noticias falsas. Como individuos, las noticias falsas pueden llegar a afectar nuestro criterio, nos alejan de la verdad desde el momento en el que creemos algo que no es cierto. Además, nos hacen más perezosos, porque no realizamos ningún esfuerzo cognitivo por comprobar. Pero como activistas, ¿cómo podemos trabajar por nuestras causas si no tenemos los datos correctos? Primero, necesitamos tener información correcta para poder conocer la realidad del país y formular nuestras adecuadas estrategias. Pero, en segundo lugar, también debemos tener argumentos fuertes y apropiados que no desinformen sino que evidencien la problemática real que queremos atacar.
Tenemos que formarnos y promover la idoneidad, la capacidad y la honradez para no favorecer ninguna causa y mostrar la realidad tal cual es, no la que nos conviene. Yo sugiero que desconfiemos de todo y de todos, pero no en el sentido apático de la palabra, sino que una vez que leamos una noticia que parece trascendente, crucemos fuentes. Es decir, que revisemos tanto la versión del Gobierno, la versión de DIFERENTES medios de comunicación e incluso dialogarlo con nuestros conocidos. Todo con el fin de comparar y contrastar.
Es verdad que sí puede llegar a ser un ejercicio agotador, que nos puede causar pereza, pero es necesario si queremos saber la verdad, promover la verdad, y evitar la propagación de la desinformación. De lo contrario, estaríamos cayendo en lo mismo de lo que nos quejamos, al punto de llegar a llamar netcenters a todos aquellos que nos lleven la contraria. Es verdad que sí existen los netcenters, los bots y las personas que quieren desinformar. Pero usted y yo, no vamos a caer en eso. Usted y yo vamos a ser verificadores de información, vamos a actuar en pro de la verdad en lo político, económico, social y cultural. No seremos relativistas que aceptan todo porque “todo es válido”. Para nada. Usted y yo seremos desconfiados.