Alfonso Mata
Interés, actualidad, esfuerzo, eso no es lo más importante, lo importante es responderse y tomar acción sobre la pregunta ¿es posible conseguir el fin del hambre? Para eso, tenemos que aceptar sus causantes y motivaciones y eliminarlos.
Primero, el hambre es un fenómeno de orden social, que tiene o puede tener al menos tres causantes: Aprovechamiento defectuoso de recursos y bienes, una mala distribución de bienes de consumo o bien, una mala disponibilidad económica para adquirirlos o por combinación de todo eso. Luego el hambre no puede considerarse un fenómeno natural. Por otro lado, es importante reconocer los hechos que llevan a esas condiciones y es evidente que lo que condiciona más en nuestro caso, son los factores económicos que cualquier otro u otros factores y algo que es claro es que el mundo actual, dispone de recursos alimentarios suficientes, para que todos los grupos humanos se alimenten de manera adecuada y racional.
La historia no se comporta de manera siempre igual, tan solo hace menos de dos siglos, nuestra nación se construía sobre excedentes económicos limitados y eso no justifica que hubo desde entonces, una gran desigualdad en distribución de patrimonios en que un grupo menor, se sostenía dentro de un mar inmenso de miseria y explotación de gentes. ¿Se justifica eso ahora? NO, los grandes descubrimientos tecnológicos y científicos, ya no justifican eso, las fuerzas de la naturaleza han sido dominadas y puestas al servicio de la producción alimentaria en masa y somos por tanto, la primera generación de la humanidad, capaz de abolir ese jinete del Apocalipsis. No es por lo tanto una utopía, pretender acabar con el hambre. Sólo es preciso conseguir una mejor distribución de beneficios
Los programas de ayuda alimentaria, ¿son suficientes? NO; no lo son desde cualquier punto de vista frío y realista; nunca ha sido así; primero porque los programas de ayuda no actúan sobre el principal problema, lo atenúan pero no lo solucionan, pues no vivifican la economía ni avivan tampoco los estándares de vida de las poblaciones pobres y detienen la ampliación de mercados que sólo es posible, incorporando a la población que vive al margen de la economía. Poder de compra, capacidad de consumo, solo es posible, sacando de la marginación de la producción y la productividad a una gran mayoría, dentro de un marco de estructura tecnológica, económica y social que es factible de provocar.
La lucha contra el hambre, es pues, una responsabilidad de Estado, no de gobierno o ministerios. Una de las clave es hacer de la economía, un instrumento de distribución equilibrada. De no hacerlo, congelaremos a nuestra nación. ¿Cómo logrará evitar eso, señor presidente Morales? Solo quiero recordarle aquella famosa declaración de Josué de Castro, echa hace más de sesenta años «En realidad, el subdesarrollo no es la ausencia de desarrollo sino la consecuencia de un modelo universal de desarrollo equivocado. El subdesarrollo es el producto de una mala utilización de los recursos naturales y humanos».
A la gente le interesa salir del hambre con su trabajo, por su significado y por sus funciones y por cierto, la motivan dos razones: el potencial intrínseco del trabajo y lo que puede obtener, sacar mejor e invertir de ese trabajo. Más hay otro elemento en el trabajo, que aunque oscuro y nunca motivo de conciencia de parte de la mayoría de trabajadores, es necesario, ese es el costo de producción que se constituye en la clave para una sociedad y es un tema central, que hace la diferencia entre la miseria y el bienestar. Señores gobernantes, aunque la ayuda alimentaria la aceptan sin objeciones las personas necesitadas y padecientes, mi postulado es que prácticamente no cambian nada el problema. Las personas, los hogares, necesitan de un conjunto de interacciones, en donde el balance positivo, el margen de la ganancia en inversión en la producción que hacen, sea controlado y de lo más alto para ellos. El alimento se consume, el trabajo, produce. Es a esa energía social que tiene y lleva el trabajo, a la que hay que apostarle y ponerle atención, si queremos erradicar realmente el hambre.