Una persona sin mayores conocimientos sobre las normas internacionales y nacionales que protegen la propiedad intelectual puede suponer que en el mundo del conocimiento actual, por “ligereza” se puede copiar el trabajo de alguien más, sin citarlo, porque la única expresión “original fue la de quien dijo Ay cuando se pinchó con una espina y que todos los demás que se quejan así lo han copiado”. Por supuesto que idea tan peregrina no puede provenir de una persona ilustrada y competente, mucho menos de un jurista que entiende las implicaciones de la violación al derecho de la propiedad intelectual, aspecto elemental que debiera estar en la mente de cualquier abogado, no digamos de quien ha llegado a ser Presidente de la Corte de Constitucionalidad de un país.

Hoy el Presidente de la República, doctor Alejandro Maldonado Aguirre, experto en Derecho según sus credenciales, restó por completo importancia al plagio como un crimen contra la propiedad intelectual, afirmando que es absolutamente normal en el mundo de hoy que se citen ideas de alguien más porque ya no existen criterios originales. Para muestra un botón, la idea que él tiene del plagio es absolutamente original y aunque uno busque y rebusque en internet a alguien más que haya sostenido tal punto de vista, no encuentra ni siquiera utilizando el criterio de búsqueda “barrabasadas”.

Es natural que trate con guante blanco a quien será su sucesor en la Presidencia de la República y que por ello se abstenga de hacer ningún tipo de comentario que pueda parecer señalamiento. Fue la misma actitud que tuvo cuando fue Vicepresidente respecto al General Pérez Molina y por lo tanto debemos asumir que es parte de su personalidad. Pero más que como Presidente de la República, el tema del plagio lo tenía que abordar como jurista, como experto en Derecho, y obviamente en ese campo falló estrepitosamente al relativizar el plagio como un hecho irrelevante, producto de ligereza.

Acorralado por Luis Felipe Valenzuela terminó diciendo que él le hubiera dicho a un colaborador en tales problemas que aclarara su situación porque el señalamiento le hacía daño a esa persona, pero también a su amigo, en este caso al Presidente Electo, dando a entender, sin afirmarlo, que lo ideal sería que ese colaborador reflexionara para presentar su renuncia al cargo.

Pero respecto al tema puntual de la vulneración del derecho a la propiedad intelectual, mundialmente reconocido, el Presidente Maldonado pegó un patinazo inexplicable, al justificar el plagio como algo normal en estos días cuando, porque según él, ya no hay ideas originales.

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