Dra. Ana Cristina Morales Modenesi

Durante los meses recientes se dio apertura a comentar, de manera pública, la corrupción en el gobierno de Guatemala. Ahora, son muchas las personas que emiten juicios morales ante la temática. Es incierto si todas ellas tienen la solvencia moral para opinar, ya que la propia conducta debe considerarse como honesta para jactarse del derecho de hacerlo.

Parece necesario reflexionar acerca de las presiones que puedan recibir funcionarios y trabajadores que pertenecen a un poder jerárquico menor. Se comprende como un riesgo laboral para cualquier trabajador los lugares de trabajo públicos y privados deshonestos. Debido a que ellos pueden ser sujetos de medidas intimidatorias y amenazantes para adaptarse al sistema y participar de actos ilícitos aún en contra de su voluntad. Es su deseo principal el mantener una fuente económica de ingresos que asegure la supervivencia personal y la de su familia. En ocasiones las personas que ocupan los lugares de poder y dirección de una institución o empresa, utilizan a los necesitados para lavarse las manos y otorgar responsabilidad a otros de un proceso corrupto, cuyas estrategias solamente son conocidas por los directivos del lugar y las ganancias económicas les pertenecen por exclusividad.

Esta es una cara de la corrupción que no se nombra con especificidad. La cual es producto de una forma de violencia laboral. Ya que las personas son involucradas de manera inconsciente y no voluntaria en la participación de actos ilícitos, so pena de que si no participan, perderán sus puestos de trabajo.

Lo anterior revela que los trabajadores se encuentran desprotegidos y vulnerables a ser utilizados en actos corruptos. Que no existe un sistema de protección que los ayude a librarse de ello. Por lo cual, se puede asumir que hay ambientes de trabajo que violan los derechos de los empleados. Quienes en ocasiones constituyen el último eslabón de la cadena corruptiva y recibirán culpa y reclamos ante la ley.

Es fácil tirar piedras a las personas y confrontarlas por su falta de honestidad. Pero ¿Cuál será la conducta a seguir de la mayoría de gente ante la posible pérdida de su trabajo? Cuando la alternativa única es ser corrupto o perder el trabajo y medio de alimento personal y familiar. Esto llega a constituir una tragedia personal, familiar y social. Es necesario observar la situación descrita como una clase de victimización a los trabajadores de menor rango. Por lo cual se hace necesario tomar en cuenta estas situaciones al juzgar su conducta.

Si pudiéramos ver de manera objetiva a las personas involucradas en la corrupción, creo que los números podrían ser insólitos. Porque la corrupción es posible que funcione a través de un sistema que involucre, incluso, a la propia comunidad. Y esto también pueda traducirse en un golpe profundo para la autoestima de la colectividad.

Un suicidio por razones de trabajo o con más notoriedad dentro de un ámbito laboral; puede dar seña de las presiones que ejerce éste y es de meditar e investigar los actos coercitivos para participar en actos ilícitos y las dificultades morales y psicológicas que cada individuo pueda ostentar como fuente de tormento para su vida.

Con lo anterior, no se pretende dispensar a las personas que clara, consciente, de manera voluntaria y premeditada participan de la corrupción. Pero si observar que existen personas involucradas que forman parte de ella, como resultado de ser víctimas de violencia laboral.

En conclusión, la corrupción llega a imponerse a la gente honrada a través de las personas corruptas que ejercen el poder.

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