«Podré no estar de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo». Voltaire
La semana pasada, se conmemoró el día internacional de la libertad de expresión, una fecha que va más allá de los profesionales que ejercen una labor periodística, la libertad de expresión es un derecho de cualquier persona, que da a conocer su opinión dentro de una democracia, o de una sociedad que aspire a serlo, debe ser considerada un poder más (Se dice que el cuarto), como lo es el ejecutivo, el legislativo o el judicial, porque históricamente la prensa ha tenido el deber de fiscalización y denuncia de los entretelones del poder.
A nivel internacional, muchos son los periodistas que han sido sacrificados por los poderes autoritarios, que no permiten esa necesaria crítica que lleva a cabo una prensa independiente y autónoma, dentro de un contexto social, en el que, como suele suceder en este tipo de regímenes que son más de los que parecen, cuando el poder se concentra en menos manos, nos encontramos más de lo que creemos en una pseudodemocracia, y de eso sabemos mucho los latinoamericanos, que no logramos despuntar hacia la libertad.
La historia de conflictos que hemos vivido, sumado a las dictaduras evidentes o encubiertas que han dominado el territorio, han sido denunciadas por periodistas o no periodistas, que en muchísimas ocasiones han sufrido atentados contra su persona y la de su entorno, que ha significado pérdida de la vida, o de la libertad, como respuesta a la sentida necesidad que tenemos los seres humanos de estar informados.
En nuestro país, a todas luces se han utilizado diferentes métodos, para acallar las voces que denuncian los atropellos del poder real, que no siempre es el poder formal, todo esto nos ha llevado a entender que se ha utilizado ese poder, para acallar las voces que han salido a denunciar los atropellos que se esconden tras los telones.
Una de las víctimas del autoritarismo bananero nuestro, es el periodista Jose Rubén Zamora, que nos guste más o menos su forma de hacer periodismo, hemos de aceptar que más de un 90% de sus denuncias, terminaron siendo una realidad, ahí están los casos, y tanto él, como otras voces críticas han sido víctimas de la utilización del sistema de justicia y el MP, para hacerles pagar el haber denunciado hechos de corrupción, que se destaparon con el paso del tiempo, la respuesta por parte de la tiranía fue despojarles de lo más sagrado, con lo que cuenta el ser humano, como lo es la libertad y de pasada en el caso de Zamora, fue cerrar el medio de comunicación que utilizó para destapar las cloacas del poder, y que estuvieron a punto de hacer una realidad, el robo de nuestra frágil democracia, que se logró parcialmente rescatar gracias a otro de los derechos que hemos podido conservar, como lo es el derecho de manifestación.
Nuestra libertad de expresión ha sido seriamente golpeada, el Diario La hora ha sido víctima de los golpes bajos que han recibido los medios críticos al sistema, como resultado de este tipo de ataques, de ser el único medio vespertino escrito, ha pasado a ser un medio digital, que mantiene su esencia de denuncia, base fundamental de la libertad de expresión, que como su nombre lo indica, es utilizar la voz o la escritura para equilibrar el poder, por lo que, en las sociedades autoritarias, son perseguidas las voces críticas, porque ¿Para qué existe la voz? Para evitar los desmanes de la autoridad y evitar que se convierta en tiranía.
El gran problema para los demócratas es la criminalización de la libertad de expresión, que las instituciones del Estado, especialmente las relacionadas con el sector justicia como el MP, creen y armen casos para atacar a las voces críticas que haciendo uso de su libertad, manifiestan una forma de pensar que debería ser escuchada.
Uno de los valores más valiosos, es la libertad, entendiéndose en todas sus formas.