Un día de estos, consultando los contenidos de un periódico virtual, encontré que los compromisos de la OPS y OMS con el país, tienen que ver con apoyar la respuesta inmediata a los problemas de salud. Respecto a esta línea de acción, bien vale la pena meditar sobre algunos aspectos: en primera instancia, se responde a un problema cuando este está surgiendo como tal o ya existe, es decir, se responde en la medida que este problema de salud va adquiriendo ciertas características y dinámicas propias, llegando a determinar con el tiempo si es epidemia, pandemia o algo parecido, esta reacción, es de por sí, una reacción tardía porque en salud pública, la idea predominante siempre es llegar antes de la enfermedad para prevenir y evitar que las enfermedades surjan o se proliferen.
Pero esta reacción actual, es también una reacción, de cierta forma pactada con los intereses de los grandes laboratorios, porque esta misma reacción, casi siempre comprende en forma paralela, el uso intensivo de medicamentos, observando cómo estas entidades internacionales disponen inclusive de un brazo propio para la gestión y negociación de los medicamentos con los grandes laboratorios, como se hizo y se continúa haciendo, en la pandemia y otros problemas de salud que han surgido en el país.
Esta reacción tardía, es una reacción que tiene varios intereses ocultos: el primero y más visible está referido a como el accionar de tan distinguidas instituciones están más amarradas a la curación que a la prevención, porque en un léxico común, se reacciona a algo que surge o ya existe, pero sin duda la función de la salud pública va más allá de la reacción, hay que estar antes, para actuar en forma preventiva en programas educativos que cambien de condiciones que están provocando los problemas de salud.
En nuestros países, por ejemplo, se realizan los programas de la vacunación a niños, cuando la presencia de enfermedades ya es más que evidentes, es decir, hasta en estos casos en donde la vacuna tiene un accionar preventivo, se actúa dentro de un marco de reacción institucional, que es propia de la medicina curativa.
Este pensar y accionar institucional, de cierta forma pactado con otros intereses dominantes, también se observa en la forma como se trata de abordar el tema de la desnutrición, en donde siempre se anda llegando tarde, porque se trata de incluir a los niños que ya presentan deficiencias nutricionales, la pregunta del millón es: por qué no se incluye a todos los niños presentes en la comunidad, tengan o no deficiencias nutricionales?, porque en un país como el nuestro, que crece y se dinamiza entre situaciones sociales y económicas adversas y precarias, es de esperar que la población afectada por este flagelo de la desnutrición, lejos de disminuir vaya en aumento, como efectivamente se evidencia en los niños guatemaltecos, en donde muy a pesar de muchos esfuerzos realizados por diversas instituciones, los problemas de desnutrición se mantienen casi invariables y los logros son mínimos, a pesar de que se esté accionando dentro del marco operativo de la Gran Cruzada Nacional Contra la Desnutrición.
Con mucha nostalgia, recuerdo el Proyecto de Nutrición del Altiplano implementado por el Club Rotario de la Ciudad de Guatemala en municipios y comunidades de la cuenca del Lago de Atitlán, en este proyecto se implementó una metodología totalmente participativa, pues la medición mensual de la relación peso talla, la vigilancia nutricional, la educación nutricional y la mejora alimenticia, eran promovidas por facilitadores comunitarias, seleccionadas por la comunidad y capacitadas por un equipo multidisciplinario liderado por el brillante Dr. Alberto Viau Dávila, quien también era socio de nuestro Club Rotario.
El proyecto se desarrolla entre algunos lineamientos básicos dentro de los cuales se puede mencionar que en el proyecto deberían incluirse a todos los niños y madres en período de gestación, estuvieran o no desnutridos. A quienes resultaran desnutridos se les proporcionaba, además del suplemento que se otorgaba a todos beneficiarios, un suplemento nutricional.
El proyecto tenía como objetivos básicos: Evitar que los niños y madres en gestación se desnutrieran y recuperar a quienes estuvieran desnutridos y debería ser operacionalizado y liderado por facilitadoras comunitarias, el Club Rotario solo apoyaba, desde lejos, su desarrollo.
La participación en el proyecto tenía un costo simbólico por familia beneficiada, los ingresos que se obtenían eran utilizados: para un pequeño estipendio que se daba a las facilitadoras, para absorber gasto por el traslado de recursos alimenticios que se traían de la capital, para la compra de materiales usados en el proceso educativo que se realizaba permanentemente y para generar un pequeño fondo para cubrir cualquier emergencia.
El proyecto debería ser una metodología totalmente comunitarizada, no institucionalizado, que se desarrollara y dinamizara, con la plena participación comunitaria, pues al final era y es la familia la que está plenamente involucrada en la alimentación diaria de los niños.
Para garantizar el buen funcionamiento del proyecto en cada municipio o comunidad incluida, cada sede tenía un padrino rotario, 12 en total, uno por cada sede.
Este proyecto permitió la recuperación nutricional, comprobada de 2,768 niños pertenecientes a comunidades de la cuenca del lago de Atitlán, a la fecha dichos niños forman parte de las personas adultas, física y biológicamente desarrolladas que viven, asumen y afrontan la vida de otra forma y en otras circunstancias.
Esta forma de abordaje, que establecen los organismos internacionales, son también estrategias muy institucionalizadas, en donde lo que se trata de implementar y cumplir son estrategias y objetivos institucionales, con los cuales se busca demostrar que las instituciones realizan acciones positivas, pero no sé entra a reflexionar sobre el alcance e impacto de dichas acciones.
Hay que entender que tal como lo manifiesta Aranda Pastor, en su obra maestra sobre Epidemiología General, para que ocurra la enfermedad, deben existir muchos factores y condiciones ambientales que así lo permitan, y que estos factores son modelados permanentemente por la conducta diaria de la persona, la familia y población, es decir, para lograr cambios significativos en la situación de salud de la comunidad, es necesario reducir o eliminar estos factores para prevenir que los problemas de salud no surjan, y para ello es necesario considerar como actor principal a la misma población, las instituciones internacionales o gubernamentales deben limitar su acción a un campo de mera facilitación de condiciones. La mayor inversión debe hacerse en educación y el involucramiento y motivación de la comunidad, para que sea ésta la que modele, de forma sencilla y dinámica estrategias que actúen en las propias condiciones que provocan el surgimiento de los problemas de salud.
Es necesario entender de una vez por todas, que en un país multicultural como el nuestros, los modelos importados, que han sido probados en otros países o regiones del mundo y que son promovidos por los lúcidos asesores, no cuajan ni funcionan, como tampoco cuajan ni funcionan, los modelos que son diseñados por ilustres tecnócratas, tras un escritorio, necesariamente se debe trabajar en construir e implementar modelos propios desde la misma comunidad, con una estrategia totalmente comunitarizada y con la participación plena de sus habitantes, pues mientras las instituciones traten de seguir figurando, de ser ellas las principales actoras de los procesos, de seguir viviendo de la problemática de salud y de llevarse los aplausos, muy poco o casi nada, se va a lograr, tal como está ocurriendo hasta la fecha con muchas de las acciones de salud, que se programan y se implementan.
Si esto ocurre en la desnutrición, que siempre ha tenido el apoyo de las entidades de gobierno, imagínense como está la salud oral, en otro artículo abordaré el tema, porque en este caso el país ni siquiera cuenta con una política de salud oral.