La medicina no se hace bolas, el estrés lo concibe como una respuesta orgánica a todo aquello que nos excita ya sea física, mental o emocionalmente, tanto si se presenta como amenaza o como delirio. Su primera reacción no la vemos ni percibimos es eléctrica y química. La segunda si la vemos y sentimos, es la contracción muscular que nos permite luchar, huir o hacernos los muertos o desentendidos.
El hombre paleolítico vivió en permanente estrés uno y dos, pero no tanto del nuevo tipo que nosotros hemos creado que mas que natural es social. En nuestra vida diaria civilizada, tenemos que padecer numerosas situaciones de estrés, unas más graves (mamá y el pecho, los exámenes escolares, amenaza de despido de la empresa por ejemplo) y otras menos (la aglomeración en el bus, el vecino que nos vierte la basura en la puerta de nuestra vivienda, los perros que aúllan todas las noches). Cada amenaza desencadena en nosotros las mismas reacciones que en cualquier animal, pero acá empieza el estrés mayor, el modo y estilo de vida creado por el hombre actual, nos impide hacer lo de los animales en el lugar y momento preciso y acumulamos insatisfacciones ante lo no resuelto o mejor dicho deuda que cobra factura: limitaciones y daños.
El psicólogo tiene una sencilla receta para evitarlo, sencilla para ellos: lo principal siempre es la prevención, que es el objetivo de la llamada «estrategia de evasión». Siempre que podamos, debemos eludir se recomienda, pero eso cada vez se torna menos posible y al contrario se substituye y en eso las drogas son el arma y aliciente más maravilloso, la música menos, la lectura igual cualquier actividad humana sea pasiva o activa.
Usted tiene que viajar a diario en bus, meterse por horas en el tráfico, tiene que vivir en un hogar en que a diario hay gritos y violencia y no tiene alternativa para solucionar y entonces ya empieza a molestarle lo que está próximo o está ocurriendo, tornándose día a día más molesto. Entonces los psicólogos han encontrado otra fórmula. Si está viviendo ese mundo estresante, ellos lo que van a tratar es de sugerirle y poner a su disposición una terapia que permita que se liberen la menor cantidad posible de mediadores y metabolitos y así evitar sus efectos negativos para la salud. Ya hay evidencia de utilidad en ello de técnicas como control de la respiración, de relajación y de meditación que, con discreción y tras un adecuado entrenamiento, se pueden practicar casi en cualquier lugar y solo consumen unos pocos minutos.
Pero si no es posible poner en práctica de inmediato estas «estrategias de inhibición de la respuesta» ¿Qué hago? Sencillo: Pasar a otro nivel. Seamos claros, en este nivel el estrés se desencadenó: se enojo en el bus. Se molestó ante la violencia familiar en casa: sufre, se molesta, tiembla de cólera, no come, no duerme bien. En este caso su cuerpo está produciendo gran cantidad de los llamados mediadores. Los mediadores de estrés y los metabolitos comienzan a circular por la sangre y una vez liberados en las células blanco que son varios órganos: cardiovascular, digestivo, incluso los órganos sexuales, empiezan a producir sus efectos negativos . A lo largo de las horas siguientes van actuando sobre todas nuestras células y ejerciendo sus acciones perjudiciales para la salud. Entonces lo único que le queda es…amortiguar los efectos indeseables de esos mediadores y para eso los psicólogos tienen otra estrategia: las «estrategias de neutralización» y en eso que recomiendan: si está en su casa enciérrese en su cuarto o salga al patio e inicia una tanda de ejercicio físico, busque a diario una alimentación saludable y, así es recurra a una medicación adecuada. Es de especial importancia el ejercicio físico. Si no podemos huir o luchar en el momento que sufrimos el estrés, podemos consumir (aunque sea a destiempo) los metabolitos y mediadores que se han liberado cuando trotamos por el parque, o hacemos ejercicio en el gimnasio o en casa.
Finalmente sea la estrategia o el momento de estrés en que usted quiera defenderse, en todas esas prácticas que le recomiendan, la que no le puede faltar ya sea para prevenir, atacar o defenderse lo que este haciendo es entrenar su cerebro. Otra práctica que tiene sus herramientas en la psicología.
Parta de un hecho: no todos reaccionan igual ante un mismo evento de estrés, depende de su frecuencia e intensidad, pero aun así hay diferencias y eso obedece a que la intensidad con que el estrés ocurra y el daño que ocasione depende, en gran parte, del modo en que el cerebro de cada persona primero percibe y segundo reaccione y tercero se adapta ante un determinado estímulo. Entonces resulta claro que el cerebro es quien decide qué es y qué no es una situación estresante.
De nuevo recurrimos a nuestra amiga la psicología que ha inventado y probado numerosas técnicas de psicoterapia y entrenamiento de conducta que nos pueden proporcionar varias cosas al respecto: primero protección, otras que nos proporcionan una mayor resistencia al estrés, como la hormesis a la que algunos denominan “la vacuna del estrés” hay un dicho popular ante esta palabra “sube adrenalina” haz ejercicio es su sinónimo, pero es algo mas y como afirmó Nietzsche afirmó: «Lo que no me mata, me hace más fuerte». Entonces mire lo que se oculta detrás de esto “Todos los organismos vivos necesitan adaptarse a condiciones adversas en constante cambio para poder sobrevivir. El fenómeno denominado hormesis describe un proceso evolutivamente conservado, mediante el cual una célula o un organismo completo puede ser precondicionado, lo que significa que la exposición previa a dosis bajas de un insulto protege contra una dosis más alta, normalmente dañina o letal, del mismo factor estresante. Esto se ha aplicado a algunas técnicas psicológicas que llevan a un “sube la adrenalina”, una hormona de los más potentes mediadores del estrés. Pero también los factores dietéticos y el ejercicio moderado, se han relacionado con una mejor salud cerebral mediante la hormesis. Hay algo más en esto que sirve de fundamento: interactuamos con un entorno físico, social, emocional, transformador, que da forma continuamente a nuestras funciones biológicas, incluida la salud mental. De tal forma que poner en acción la hormesis, significa la capacidad de bajas dosis de un estímulo potencialmente dañino para promover cambios beneficiosos en la plasticidad adaptativa. Los mismos principios que se aplican a los niveles molecular y celular parecen aplicarse a los niveles de la fisiología del organismo completo y la conducta y comportamiento del cerebro regido por un estilo de vida, que afectará la capacidad mental.
Una nota de precaución ante lo dicho: no podemos olvidarnos que desde el padre de la medicina Hipócrates se recalca una y otra vez que “Es la dosis y el tiempo de exposición lo que determina la toxicidad” la prevención sigue siendo el mejor caballo para llegar a feliz término el viaje de un bienestar y una vida saludable. De manera similar, es necesario poner precaución ante lo que es «beneficioso» esto también depende del contexto. Por ejemplo, en una dieta, un efecto beneficioso de la restricción calórica sobre el metabolismo de la glucosa, puede conllevar un sacrificio de la masa muscular o la densidad mineral ósea, que es un daño y que depende de la edad de la persona. Otro ejemplo, un fenotipo ahorrativo (un menor aumento del gasto energético frente a una sobrealimentación) puede ser beneficioso cuando la comida escasea, pero puede ser perjudicial cuando hay exceso, pues el equilibrio energético es un proceso dinámico, en que los cambios de uno de sus componentes, ingesta alimentaria o gasto energético, pueden provocar adaptaciones en el otro. En efecto se cree que los individuos con fenotipo derrochador, lo contrario del anterior, son capaces de mantener períodos de exceso de ingesta de energía y resistir al aumento de peso, activando una mayor respuesta termogénica, es decir, disipando el exceso de energía en forma de calor, en vez de almacenarla como grasa corporal.