El gobierno de Bernardo Arévalo se encuentra en una fase complicada de interpretar. Por un lado, el apoyo de la comunidad internacional es indiscutible, el viaje a Europa contribuyó a destacar su perfil como un dirigente democrático que se levantó de diferentes triquiñuelas pseudo legales que buscaron evitar su asunción como presidente. Europa dijo sí, vamos a apoyar a este nuevo régimen que busca romper con una inercia determinada por la corrupción y una irracionalidad impuesta por el MP.
Llega el segundo viaje, esta vez a Washington, los distintos senadores y funcionarios demócratas también afirman su apoyo al recién estrenado presidente Arévalo y su partido Semilla. Bernardo Arévalo, sabiendo que en el mundo diplomático él se mueve como pez en el agua, declara que su viaje fue exitoso.
En ambos “éxitos” vale la pena indicar que en Europa existen serias preocupaciones con el conflicto empantanado de Ucrania, luego el nuevo período de Putin y finalmente, la espinosa situación que Israel acentúa cada vez más en Cisjordania contra el pueblo palestino y no se puede dejar de lado una potencial guerra suicida contra los países de la OTAN, impulsada por Putin. Ciertamente, estas amenazas no son inmediatas, pero persisten y ante cualquiera de ellas, Europa cambiaría sus prioridades.
El caso de Estados Unidos, no es miel sobre hojuelas, las encuestas muestran una diferencia a favor de Donald Trump, un peligro en sí mismo que encierra la torpeza de un acaudalado empresario que de Estado sabe muy poco, pero que gana adeptos con su eslogan de hacer a América grande. Su potencial llegada no es incierta, lo cual deja abierto un enorme peligro para nuestro país y para nuestro presidente.
Sin embargo, creo y estimo oportuno reiterar que, en Guatemala, la gestión de Bernardo Arévalo se encuentra entre las múltiples y disímiles expectativas que existen y que quieren ver resultados, lo cual frustra, molesta y desespera. El pueblo votó por el cambio, indiscutiblemente, pero se puede entrever la carencia o baja calidad de un equipo estratégico y también de un equipo político.
Hoy el régimen de Bernardo Arévalo, no sólo encuentra en este dilema que resulta difícil enfrentar y resolver en el corto plazo, sumado a una tímida campaña de comunicación que no permite observar pasos, si se quieren pequeños, pero seguros y hacia adelante, pero no es así.
La alianza política conseguida en el Congreso de la República se ha roto, en el peor de los casos, o se ha distanciado y se encuentra en medio de un repliegue táctico, pero lo que es claro, es que el hecho que el diputado Samuel Pérez haya declinado su candidatura a la Junta Monetaria, muestra esta grieta que si se profundiza puede generar un lastre difícil de sobrellevar y resolver.
Este mundo complicado que esbozo con mi columna, no pretende ser pesimista, al contrario, busca recrear situaciones que pueden complicarse, pretende encontrar luces en este momento de oscuridad e intenta contribuir a reorientar el esfuerzo de un Gobierno que merece llegar a buen puerto, pues la sociedad lo espera con ansias.
Los problemas son como las deudas, se pueden resolver uno a uno, pero hay que empezar ya, de otra forma se puede terminar con un presidente amarrado por todos lados y sin capacidad de maniobra. El primer punto neurálgico de esta administración es sin duda la remoción de la Fiscal General, insisto y seguro que si esto se resuelve Bernardo Arévalo habrá conseguido desatar, sin duda, el nudo más difícil de su gestión.