Eduardo Villatoro

Cuando un amigo de esos que han dejado huella imperecedera por su trayectoria en la vida, sobre todo si es el ámbito político progresista, fallece; o si se trata de alguien que destacó en el campo de bellas artes o sobresalió con su amistad, en el momento que su cuerpo vuelve a la Madre Tierra, no falta una voz aislada que exclame: ¡La memoria de los muertos vive en el recuerdo de los vivos!

No estoy descubriendo la marcha de los años, que al unísono se escucha en amortiguada voz en silenciosos corredores de vetustos conventos. O simplemente evoco las múltiples voces que hace muchos o pocos lustros –sino es que apenas tres, cinco o seis descoloridos almanaques- el helado viento de una tarde de julio los arrebató de gruesos paredones que cimentan cementerios para evitar que los que están afuera intenten infructuosamente quedarse a morar en ese camposanto, antes que los calendarios lo determinen.

O, en caso contrario, algunos desagradecidos quieran despojar el sino de los dioses, en una noche de ronda, al compás de un arrebatado ritmo, pretendan morar en la ciudad o el pueblo pero que aún no se les ha asignado habitación, y persiguen precipitar los acontecimientos.

Este aburrido prólogo que aspira a convertirse en adormecedor párrafo de una declaración pública del Frente Unido Juvenil de la (Revolución) cuyo contenido resumiré y que contiene el siguiente espíritu rebelde:

Hace más de siete décadas (1944), la juventud valiente y rebelde de Guatemala se volcó con furia e indignación, para dar por tierra con una nefasta dictadura militar, creando la siempre recordada “PRIMAVERA DEMOCRÁTICA”, que trajo a Guatemala cambios profundos en materia estructural: social, política, y cultural. Se establecieron el Código de Trabajo, el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social -IGSS-, la Orquesta Sinfónica y Ballet Guatemala, las autonomías de la Universidad de San Carlos, el Banco de Guatemala, el deporte, la democratización del municipio; se construyó el estadio Mateo Flores, la carretera al Atlántico, la Hidroeléctrica Jurún Marinalá, Puerto Santo Tomás de Castilla y otras acciones que motivaron la libertad democracia.

Posteriormente las nuevas generaciones asumieron la bandera de la Revolución de Octubre de 1944, y mediante el gobierno municipal de Manuel Colom Argueta construyeron el Anillo Periférico; extensa red de drenajes para impulsar la salubridad pública; farmacias municipales; teatro de carpa en los barrios pobres; feria del libro; guarderías infantiles; colectores de basura; ampliación de mercados, fortalecimiento de la democracia y administración municipal por medio de la ANAM (1970-1978), y muchas más obras y acciones orientadas por el espíritu revolucionario de 1944.

Hoy como ayer, la juventud valiente y rebelde, se lanza a las calles para abatir para siempre con una dictadura de corrupción e impunidad. Con honor, Américo Cifuentes, Amílcar Méndez, Carlos Gómez, Edmundo López, Ernesto Fingado, José Arroyave, Julio López, Mario Tello, Rolando Villatoro, Víctor Coyoy, Jaime Barrios y mi persona.

El irreverente Romualdo Tishudo se apropia las palabras “Por la Patria y la Revolución, unidos venceremos” que resuenan y siguen haciendo eco al compás de la marimba.

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