El proceso para el nombramiento de los gobernadores departamentales, supuestamente democratizado al permitir a los Consejos Departamentales de Desarrollo (CODEDES) hicieran las nominaciones de una terna para que el Presidente escoja a uno para ser nombrado, prácticamente quedó ya completo con un resultado tristemente patético. Los pobladores de prácticamente todos los departamentos han expresado su desagrado por las selecciones hechas por los integrantes de esos consejos porque se centraron nominar, en casi todos los casos, ternas integradas por quienes operaron, especialmente en el último año, en el plan de Alejandro Giammattei y Miguel Martínez para disponer de 200 alcaldes que impulsaran la elección de Manuel Conde.
El presupuesto del 2023 fue hecho precisamente para ello y los Consejos Departamentales tuvieron un rol muy peculiar en todo el entramado, no únicamente para reclutar alcaldes, sino para el manejo sucio de las asignaciones contempladas en el Presupuesto General de Gastos de la Nación. No todo el dinero se “invirtió” con fines electorales, pues fue tan ancha la manga, que todos pudieron hacer, y lo hicieron, verdaderos micos y pericos con ese dinero público, aumentando los recursos disponibles para el enriquecimiento de los aliados de la pareja gobernante.
Los guatemaltecos decidimos en las urnas dar un claro mandato de rechazo a los vicios llevados a extremos descomunales en el período de Giammattei, quien se esmeró en superar a todos los gobiernos anteriores en el aprovechamiento de los recursos públicos para la pareja y sus numerosos socios. Sin embargo, es necesario señalar que el trabajo no será nada fácil pues, como lo vemos ahora con el simple proceso para designar gobernadores, el círculo vicioso de la podredumbre está demasiado extendido, tanto como para colocar al Presidente Arévalo en un brete pues tendría que elegir entre la pandilla escogida por esos CODEDES.
Por eso es necesario, desde nuestro punto de vista, reconocer que los aventajados y amigos del sistema salieron más vivos que bonitos y por tanto se hace necesario desistir de ese proceso y nombrar de forma directa para evitar que más Oscar Chinchillas, es decir muy cercanos a “Miguelito” queden el mando. Se sabe que hay acuerdos políticos que honrar, pero debemos aprender a que los acuerdos se cumplan sin que ello implique seguir con los mismos vicios de antes.
Es un problema realmente serio que debemos enfrentar todos los ciudadanos y ello pasa por la desarticulación de todos esos tentáculos dedicados al robo y el latrocinio del dinero del Estado. Los Consejos de Desarrollo se prostituyeron porque quienes han gobernado al país los necesitaban como herramienta para expandir su control y abrir más, de par en par, las puertas para facilitar ese enriquecimiento tan ilícito como desmedido.
El caso de los gobernadores es apenas uno de los tantos quebraderos de cabeza, tanto para el gobierno cuyo mandato es sanear el sistema, como para los ciudadanos que iremos descubriendo la posiblemente inagotable estructura creada con toda malicia. Está llegando el momento crítico para enderezar tantas cosas y acabar con los dos grandes vicios y flagelos del sistema: la desmedida corrupción y la absoluta impunidad.