Los políticos nos han acostumbrado a realizar toda clase de pactos porque si en algún oficio prevalece el maquiavelismo y aquello de que el fin justifica los medios es en ese campo. Sin embargo, hay pactos que no se pueden tolerar, sobre todo cuando representan comprometer el mismo mandato popular expresado en las urnas y eso tiene que mencionarse cuando vemos que, por decisión directa del presidente Bernardo Arévalo, fue nombrado gerente del Intecap el ex diputado Óscar Chinchilla, del partido CREO.
Obviamente el oficialismo necesita tener en el Congreso el apoyo de diversas bancadas para avanzar en la agenda que le impuso el voto popular para desarticular las redes que capturaron a todo el Estado durante el pasado gobierno. Sin embargo, el papel de Oscar Chinchilla como diputado y miembro de la bancada CREO muestra que fue uno de los mejores aliados que tuvo Miguel Martínez, no sólo para lograr aprobación de leyes y presupuestos que le convenían para sus peculiares operaciones, sino que ese partido fue pilar en los alegatos de fraude que surgieron del Ministerio Público tras las elecciones.
Chinchilla, con otros actores, operaron con VAMOS y Martínez aspectos de la campaña y sobre todo de ese esfuerzo posterior por desconocer la voluntad popular.
Acá no hablamos de pactar con un enemigo del presidente o de su partido político sino de un pacto con un enemigo del mandato popular, de un amigo de los caminos oscuros y alguien que fue pieza clave en el alboroto que se armó respecto al supuesto manoseo electoral que se montó para bajarse el resultado y, con ello, el mandato de la ciudadanía para lograr que el país enderece el rumbo. Y por supuesto que deja un extraño sabor de boca, para decirlo con toda elegancia, el nombramiento de alguien con ese perfil para dirigir esa entidad y, según la Ministra de Trabajo, el nombramiento fue por expresa decisión del mandatario.
Hemos entendido que enderezar la nave no es fácil ni es algo que se pueda hacer de la noche a la mañana, pero es indispensable que se envíen mensajes claros de cuál es el objetivo que persigue este gobierno y ello se desmorona cuando vemos esa disposición a hacer arreglos con quienes fueron operadores importantes del mismo Miguel Martínez. Basta ver la forma en que el partido CREO votó a lo largo de los cuatro años del régimen de Giammattei para entender su decisión de apoyar plena y totalmente al oficialismo que actuaba bajo las órdenes de quien es pareja del entonces gobernante.
La política debe cambiar si es que el país va a cambiar y no se pueden hacer arreglos y componendas que pongan en entredicho el mismo mandato popular, cosa que se ha dejado ver en las numerosas reacciones ante el nombramiento del señor Chinchilla.