Ayer circuló un meme titulado como encabezo esta columna. Fue muy inteligente la idea de recordar al genial Tito Monterroso, en su cuento más corto, pero dicho al revés. Un cuento que es un relato en sí mismo y que expresó, en el pensamiento de Monterroso, una triste realidad de perpetuación de lo perverso, de lo retardatario, porque al sueño seguía la decepción de ver allí de nuevo, al despertar, al mismo dinosaurio.
Pero el 15 de enero sucedió lo que dice el meme y no lo que dijo el recordado y admirado Tito Monterroso.
En él, transcurro de la víspera, la representación legislativa de las redes político criminales hizo su último esfuerzo por obstaculizar la sobrevivencia de la democracia, expresada en la toma de posesión de Bernardo Arévalo.
Sin embargo, todo les salió exponencialmente al revés. Samuel Pérez, un joven político que representa un pensamiento abiertamente progresista, invistió como Presidente de la República a Arévalo. Fue una foto emocionante ver a esas dos generaciones de políticos que están por la transformación de la realidad, por la defensa de la democracia y la justicia social, fundidos en un abrazo que expresa la complementariedad entre la juventud y la madurez en ese intento de impulsar la transformación que el país necesita.
Fue increíble la capacidad de negociación de los políticos del partido Semilla que lograron empezar a transformar, ¡ojalá!, la conducta política que hasta ahora había imperado en el Congreso. Se construyó una alianza que posibilitó echar del poder legislativo a la representación de las mafias político criminales.
Terminado el acto de toma de posesión, sin importar que ya era más de la medianoche, del binomio Arévalo/Karen partió hacia Gerona, donde estaban las autoridades ancestrales de los pueblos indígenas, después de más de 100 días de permanecer allí, frente al Ministerio Público, defendiendo la democracia y exigiendo la alternancia en el poder, de acuerdo los resultados electorales expresados en las elecciones de junio y agosto.
Luego del reconocimiento que Arévalo/Karen hicieron a las autoridades ancestrales, se dirigieron hacia la plaza de la Constitución, donde el frío de la madrugada no lograba inhibir la felicidad de la gente, que bailando esperaba la llegada del binomio. Y así fue, ellos llegaron y, según dijeron, realizaron la toma de posesión ante su pueblo. Eran ya las cuatro de la mañana cuando Arévalo finalizó su discurso expresando el rumbo que su gobierno seguiría.
El día de ayer también fue altamente significativo. Primero, porque en las actividades que realizó el nuevo gobierno, las ceremonias indígenas fueron centrales. Ese pueblo ahora ya tiene quien lo escuche y respete.
Y como si todo lo anterior fuera poco, las fuerzas armadas guatemaltecas presentaron el saludo a su nuevo Comandante en Jefe, al nuevo Presidente de la República, en un acto en el cual los actores no se parapetaron en el aislamiento de las instalaciones militares, sino que desfilaron en la Plaza central. Ahí, frente al pueblo.
En fin, ayer y antier fueron días históricos para el pueblo de Guatemala. La intención de esta columna es subrayar el simbolismo que prevaleció y que inspirara el cambio que ha comenzado.