Ya entramos en la proximidad de un año más, estamos en la vigilia de los días finales, de las últimas horas del año que está por terminar, y en las vísperas de un año nuevo. Antes del inicio de este inédito rumbo, de este inexplorado período de tiempo, es necesario meditar espiritualmente, por ello, del álbum de Urnas del Tiempo de mi señor padre el maestro León Aguilera (1901-1997), comparto con ustedes la siguiente pieza literaria titulada “Umbral de año nuevo”, una hermosa reflexión para iniciar el año 2024 que manifiesta:
“Estamos aquí con la cabeza descubierta ante el umbral del año y ante el horizonte que lanza su grito azul y extenso; hemos cruzado el umbral y los pájaros de oro del pensamiento se han puesto a revolotear.
Tú mismo puedes ser el augur de ti mismo, con sólo que escuches el rumor del ancho río de la Divinidad; estás ligado a esa Divinidad por tu espíritu y a tu espíritu por la humanidad y a la humanidad por tu entidad consciente.
Entonces escucha el augurio que corre por las cordilleras y va a perderse en las estrellas, escucha el gran viento libre en tus oídos y el mensaje del gran periódico celeste de las noches, escrito en caracteres estelares, allí está tu ayer, está tu hoy y puedes interpretar por este ayer y este hoy tu mañana.
El augurio sólo es bueno cuando es la promesa del éxito a través de nuestros errores, extravíos o angustias; no serás quien cobardemente cederá ante los llamados complejos, herencias ante las penumbras esquizofrénicas, ni ante las intimidaciones; porque antes que nada serás el vencedor de todas tus deficiencias, no teniéndolas como motivo para estancarte o ser derrotado, sino para vencerlas y superar.
Capitán de tu propia voluntad indomable, general de tu acción y mariscal de tu meta, si has vencido conquistarás tu propio universo, irrumpe en tu timidez, nadie es menos en humanidad que tú, y encuentra tu lugar por la inspiración profunda de tu ser; en ti está, en lo hondo de tu ser íntimo, el principio y el fin de las cosas: la Creación, el cosmos, la concepción humana, espiritual y divina.
Al triunfar luminosamente en la vida es posible que hayas conquistado una divinidad indestructible, escucha el clamor blanco y celeste del horizonte en el día, oye la voz atómica del sol y la plateada de la luna, oye las miríadas de mensajes de las estrellas.
Todo guía, todo enseña, todo ilustra en la Creación, en la senda del ser humano para que sea algo más allá de sí y sobre sí mismo; más sobre su entidad fisiológica corruptible, más sobre su versatilidad, sobre sus miedos, sobre sus vacilaciones, es el llamado a lanzarse en dirección a la luz estelar, tanto por fuera como por dentro.
Porque también estas galaxias asombrosas en la vastedad del firmamento están vibrando en el interior de la conciencia y del ensueño de cada quien; si sólo llenamos funciones fisiológicas o de lucha por la existencia y de acoso del ser humano por otros más audaces y fuertes, no pasamos de ser simples bestias de presa; más si en la bestia dormida un ángel aletea, en la conciencia del ser humano ese ángel es prisionero de su manera de actuar, y para liberarlo no tiene, sino ser constructivo, generoso y luminoso.
Es la vida, un breve o largo camino; trepa, algunos no ven a su alrededor, no observan los panoramas en desenvolvimiento; pero hay quienes se admiran ante las colinas que suben, pocos logran ver los halos de la Ciudad Divina y alguno llega a columbrar el Sacro Alcázar.
Año nuevo, nuestro tiempo en movimiento, en evolución; no hay vejez para quien mantiene su tiempo joven y creador, un pensador dijo: ‘Dios está con los activos’, y también la actividad mantiene la juventud, traspasamos el umbral del año, no con frases de cliché o sentencias gastadas, sino con el ansia de ser algo nuevo siempre en los días, y toda renovación nace primero en el anhelo propio y luego se torna una realización formidable.
No lanzamos el quejido de cansancio de los años, sino el grito de victoria de haber entrado al asalto del nuevo año, porque nos acompaña el Gran Compañero Divino, Dios el que corona la acción de laureles y riega rosas al paso del conquistador de sí mismo, que convierte su egoísmo en humanidad y su tiniebla en luz.”
Que este año nuevo 2024 sea pletórico de bienaventuranza, paz y bendiciones para Guatemala y el mundo entero.