Fernando Urquizú
Escuela de Historia
Universidad de San Carlos de Guatemala
La temporada de Adviento son las conmemoraciones cíclicas que recapitulan la venida de Cristo a la tierra como salvador del mundo, según la tradición católica cobró vigencia desde la organización del antiguo reino de Guatemala hasta nuestros días donde aún floreces tradiciones únicas que la ciencia contemporánea identifica como el patrimonio intangible del pueblo.
Orígenes de las manifestaciones de fe y arte
El origen de estas manifestaciones lo encontramos en la necesidad de estandarización del conocimiento acerca del origen del mundo y funcionamiento de la sociedad, que recibió un gran aporte por medio de la imprenta cuyo acceso al gran público permitió la expansión y su estandarización al alcance de gran cantidad de personas. En este contexto se difundieron libros impresos de originalmente escritos por santos y místicos católicos donde comenzó a destacar la destreza en su ilustración, por medio de la xilografía y el grabado donde destacan autores, como: Alberto Durero y los hermanos Jerónimo y John Wierix.
Esta necesidad de estandarización del conocimiento que se reproducía en la mayor parte en iglesias y monasterios por medio de ritos celebrados de manera cíclica fue oficializado por medio del Concilio de Trento en 1563 y aplicado en 1566 en Europa. En el caso del Nuevo Mundo fue necesario convocar a Concilios a mediados de la penúltima década del siglo XVI en las arquidiócesis formadas de México y Lima para adaptar sus principios a didácticas religiosas locales.
El obispado de Guatemala estaba adscrito en aquel momento al de Santiago de México, asistiendo a su congreso de aprobación el obispo Gómez Fernández de Córdova, dándose desde entonces los primeros pasos para incorporar al reino de Guatemala a un proceso globalización de las ideas de lo que para entonces se consideraba lo civilizado. En 1589 el III Concilio Mexicano, recibió la aprobación apostólica para su aplicación en el medio con las enmiendas necesarias que demandaba el público local.
En la última década de este siglo se imprimió la Biblia Nalalis como un referente oficial directo a consultar el desarrollo cíclico del culto católico e para ilustrar la confección de retablos y altares de temporada y el uso simbólico del lenguaje oficial de la iglesia por medio del arte con breves explicaciones en latín para que sirvieran de guía a los sacerdotes presbíteros que debían conocer de manera puntual dicho documento para poder enseñar a los fieles a lo largo del año los principios religiosos, que a la vez actuaban como una forma de expandir el comportamiento que se consideraba como civilizado de su
tiempo.
La temporada de Adviento en Guatemala
El inicio de la temporada de adviento en Guatemala originalmente de acuerdo con la Biblia Natalis se celebraba el 18 de diciembre con la Anunciación de la venida de Cristo a la tierra en la llamada iglesia de los Remedios cuya advocación también fue la primera parroquia que se fundó en la ciudad de Santiago de Guatemala.
A partir de entonces se celebraban las posadas cuya principal función ideológica era la reproducción del comportamiento social donde la familia es considerada la base de la organización de las comunidades que actúan desde el control de las iglesias las iglesias de los barrios a las parroquias y la catedral, que contaban con el llamado Real Patronato, es decir bajo la dirección del rey y sus representantes.
El adviento concluía el mes de enero cuando se proclamaba la venida del Mesías por medio de las revelaciones de San Juan, ampliándose posteriormente a la festividad de Nuestra Señora de Candelaria como portadora de la luz del mundo o del conocimiento representado por la presencia del espíritu de Dios en la tierra a través de Cristo.
Esta temporada nos permite identificar la confección del nacimiento no de una manera estática sino más dinámica que cambiaba desde su confección hasta que era retirado de iglesias y casas, dando paso a otra temporada denominada Cuaresma.
Los belenes o nacimientos cobraban vigencia en la medida que servían de trono a la entrada de las posadas a las casas y son identificados en documentos locales del Archivo General de Centro América y el Arquidiocesano Francisco García Peláez como “Enramadas” porque se hacían en los patios y corredores y la diferencia con un belén o nacimiento es que son altares de interiores para presidir las fiestas de esta temporada.
Una primera ampliación no oficial de la temporada de Adviento
Las fiestas en honor a la Virgen de Guadalupe comenzaron a cobrar fuerza desde la segunda mitad del siglo XVI en Nueva España y Guatemala en la medida que se le asociaba como una sucesión de la festividad en honor a la diosa Tonantzin, convirtiéndose su fiesta en una referencia que ampliaba el adviento ya que era relacionada como una madre del pueblo prehispánico que paso en el imaginario a considerarla como la madre de Cristo. En este sentido debemos tomar en cuenta que estas situaciones se dieron de manera paralela y alterna a la religiosidad oficial que marcó un proceso de tipo jurídico oficial para el reconocimiento oficial de una devoción que nació y floreció del pueblo mismo.
La monarquía española y los grupos de poder retomaron la devoción a la Virgen de Concepción como una advocación alterna a sus intereses de clase posicionando su fiesta al grado de relevarla a la Virgen de los Remedios o de la Expectación del Parteo como patrona de los franciscanos y ya en el caso específico de Guatemala en 1615 era ya una devoción oficial, que también servía de preámbulo a la temporada de adviento llegando así hasta nuestros días, cuando la luminaria de la Virgen de Concepción se convirtió con el desarrollo de la cultura republicana en la tradicional “Quema del diablo”, que abre implícitamente
la temporada de adviento en nuestro país con las ventas navideñas de artículos de temporada.
Esta situación se ha ampliado considerablemente en el siglo XX con el desarrollo del capitalismo donde este proceso de expansión de la temporada de Adviento toca, cada año, fechas más tempranas como: el día de San Judas Tadeo el 28 de octubre, o el día de los Santos el 1 de noviembre, cuando ya en las tiendas de artículos de fábrica figuran desde esas fechas mercancías de navidad fabricados especialmente en China para que puedan ser utilizados en el mes de diciembre pero ya no con los fines de carácter religiosos rituales, sino más bien como una decoración de temporada, tendiente al aumento del flujo de productos especializadas que deben ser consumidos especificadamente en el mes de diciembre como adornos, juguetes, ropa y otros, cambiando definitivamente la apariencia de la conmemoración pero no la esencia que es la convivencia familiar.