John Carroll
A pesar de todas las malas noticias que recibimos todos los días y con mayor frecuencia desde que estamos conectados a redes sociales y los nuevos medios de comunicación, existe en el mundo de hoy un avance significativo en la lucha contra la pobreza y el anhelo del desarrollo.
Digan lo que digan y desde la perspectiva que se quiera ver, lo que la humanidad ha logrado a través de los años recientes ha sido sorprendente a todas luces. Un reciente artículo publicado en el sitio de Foundation for Economic Education (FEE) y escrito por el editor y analista Marian Tupy, habla de cómo la apertura de la mayoría del mundo a economías más libres y globalizadas nos ha permitido avanzar de forma trepidante a una mejor calidad de vida. La cifra es realmente sorprendente porque resulta que de acuerdo a datos oficiales del Banco Mundial, para finales del 2015 solo el 10% de la población mundial vivirá en pobreza extrema. La pobreza extrema es definida actualmente por el Banco Mundial como una vida diaria de US$1.90 o menos por persona. Lo impresionante no es solo el número al que hemos llegado, sino el ritmo al que estamos caminando. Resulta ser que en 1980 más del 50% de la población mundial vivía en estas mismas condiciones, lo que permite anticipar que para el año 2030 la pobreza extrema estará erradicada de la superficie de este mundo que nos acoge. En solo 35 años los seres humanos logramos reducir en más de 40 puntos este indicador. Los grandes avances del mundo en esta materia están basados sobre todo en China e India, que hace solo unos años decidieron tomar el camino del capitalismo para darles oportunidad a sus habitantes a desarrollarse y comerciar de una forma más libre e independiente. El abandono de la planificación centralizada ha permitido el desarrollo del increíble intelecto humano, la ilimitada creatividad, y la insospechada fuerza del individuo de reinventarse para salir adelante a través del reconocimiento y la imitación de la sociedad. Siempre habrán escépticos y pesimistas, de ellos también está construido este nuevo y mejor mundo, que harán todo el esfuerzo por hacer trampa en este juego que de hecho ha sido el más justo hasta ahora conocido, el juego del capitalismo.
Hoy está de moda hablar de igualdad o desigualdad, ignorando y machucando incluso a los más pobres, porque hoy en día los críticos ideológicos del capitalismo son tan patéticos que prefieren mejorar la desigualdad antes que sacar a los pobres de pobres. ¿Cuánto cuesta entender que éste no es un juego de suma cero? No es Monopoly lo que se juega hoy. ¿Cuánto cuesta entender que lo que tiene el rico no es a costa de lo que le falta al pobre?
Esto no significa, claro está, que el paso de la humanidad por este mundo esté dado, que el objetivo esté cumplido. Significa que de ahora en adelante podemos preocuparnos de otras cosas que pasarán a ser las importantes, pero es necesario que no ignoremos la fórmula que nos ha traído por este camino. Formula mejorable solo por los intereses del individuo libre y pensador.
Aprovecho para despedirme de mis amigos lectores. Será este mi último artículo en La Hora, a quienes agradezco infinitamente el haberme dado oportunidad de expresarme en este espacio semana a semana sin censura alguna desde septiembre del 2009. ¡Hasta la próxima!