Ayer el Subsecretario de Estado de Estados Unidos, Brian Nichols, explicó la razón por la que no se reunió con Alejandro Giammattei durante su estancia en Guatemala y la razón, simple y sencilla, fue que el Presidente se negó a recibirlo bajo el argumento de que era “inconveniente”. Lo cortés no quita lo valiente, según el popular dicho, pero de la decisión presidencial se pueden sacar dos obvias conclusiones. La primera es que Giammattei, para variar, mostró su tendencia natural, tan falta de cortesía y, por la otra, se descaró como el verdadero director de orquesta en el entramado que sigue avanzando para anular el proceso electoral, mediante acciones del Ministerio Público (MP) que esperan sean avaladas por la fiel y cumplidora Corte de Constitucionalidad (CC).
El hecho de que el mayor clamor ciudadano esté dirigido contra Consuelo Porras, Curruchiche y compañía ha dejado al margen de toda la conspiración a los verdaderos directores de orquesta que, desde la Presidencia misma (con regañadas de por medio, según el famoso audio de la “inteligencia artificial”), marca el paso, no solo de lo que se hace en el MP sino también de las acciones del Congreso y las Cortes. En el Congreso, por cierto, la aprobación del presupuesto no será la simple asignación de recursos, sino la implementación de candados, por aquello de que fracase el plan de anular las elecciones y así blindar lo asignado específicamente para la corrupción.
El desaire al Subsecretario de Estado norteamericano se entiende en el marco de la peculiar personalidad de Giammattei, quien tras la estafa de las vacunas rusas que les dejó ollas bien untadas a él y otros de su entorno, pudo vacunar a la población gracias a la colaboración internacional, sobre todo de EUA, que donó abundantes dosis para suplir las que nunca mandaron los rusos. Ante eso, es decir para hacer trinquete con los rusos y para recibir las donaciones, nunca se apeló a la cacareada soberanía intocable, de la misma manera en que nunca se agradeció públicamente, ni a los estafadores rusos ni a los que sí dieron vacunas, el favor que le hicieron al gobernante durante la pandemia.
La reunión de Brian Nichols con las autoridades electas, con sector empresarial y, sobre todo, con los dirigentes de la protesta popular contra el manoseo legal para anular las elecciones, deja claro que la comunidad internacional está bien informada de lo que ocurre en el país y de las tortuosas intenciones que hay. Pero lo más importante es que el gesto de Giammattei, al mandarlo por un tubo, le quita la careta de gobernante respetuoso promotor de la transmisión de mando.