Byron Ponce Segura
Del libro Cuentos para remojar en café
Polígono Irregular fue declarado incompetente para gober_nar a las figuras geométricas. «Se rige por sus propias leyes», de_cían unas. «Es impredecible, y siempre encuentra la manera de justificar sus variaciones caprichosas», decían otros. «Es un popu_lista, porque quiere quedar bien con todos los ángulos y todas las líneas. Por si fuera poco, ahora sabemos que no tiene un solo án_gulo recto».
Así, cada figura tenía una razón para terminar el reinado de Po_lígono Irregular.
Llegado el momento de elegir una nueva figura, los candida_tos y las candidatas fueron tomando la palabra para hacer conoci_das sus virtudes de estadista. Circunferencia dijo: «Mi trazo es perfecto, la menor desviación se nota inmediatamente. Mi centro no se presta para juegos, pues no se desplaza, y siempre es equidis_tante con la orilla. Además, sea del tamaño que sea, siempre ten_dré 360°, lo que es una demostración de mi sentido de equidad». Luego de algunos aplausos, alguien dijo: «pero tienes un secreto, un misterio llamado pi, que dicen es infinito. Nadie lo ha podido descifrar, y allí radica tu debilidad, pues nadie sabe lo que pi es capaz de hacer».
«A mí me parece», principió a decir Punto, pero fue inte_rrumpido por Cilindro, quien dándose aires de originalidad le dijo: «Tú, ¿por qué no te callas?».
El siguiente que tomó la palabra fue Triángulo Equilátero. «Soy el candidato perfecto». Mis tres lados están a la vista de to_dos. Son idénticos y, por si fuera poco, por dentro sucede lo mis_mo: tres ángulos de sesenta grados cada uno». Algunos triángulos aplaudie_ron, y otros, que quizá querían ser candidatos, prefirieron llenar el aire con abucheos.
Estrella de Seis Picos tomó la palabra. «Yo votaría por Trián_gulo Equilátero, si no fuera porque yo misma estoy formada por dos de ellos, lo que me brinda el plus de la belleza estética. Soy, pues, la mejor opción».
«Eso no es tan sencillo», intentó decir Punto—, pero Rombo lo picó en la barriga y no dejó que continuara.
—Soy la rosa de los vientos —dijo de pronto Estrella de Ocho Picos—. Conozco todos los rumbos posibles y guío a los viajeros por todas partes. Sin mí, ningún viaje es posible, y quiero llevarlos hacia la paz, el bienestar, la prosperidad y, por si faltara más, al des_cubrimiento de todas las cosas.
—Prometes tanto que nada se te puede creer —dijo Elipsis—. Yo hablaría por horas sobre mis propiedades fabulosas, mis ri_quezas matemáticas, del equilibrio rotundo de cada punto en mí, pero seré breve. Baste decir que, a diferencia del círculo, no tengo un centro fijo sino dos, equidistantes, llamados focos. De cada fo_co sale una línea y cualquier punto de mi figura será siempre igual a la suma de la longitud de esas dos líneas. Como ven, combino perfección con equidad, estética y propiedades matemáticas com_plejas. No busquen más, no hallarán mejor candidata para suceder a Polígono Irregular.
Una voz muy grave logró llamar la atención de todos. Era Cuadrado.
—Yo no voy a hacer absurdas apologías de mis propiedades. Seré claro y directo, no en cuanto a mí, sino al gobierno que ofrez_co. Sepan ustedes que conmigo todo andará recto, equitativo, sin vueltas al capricho de nadie. Todo estará enmarcado en el orden y en las leyes de la geometría. Lo torcido haré recto y a lo recto, da_ré medi_da exacta.
El plano de dibujo se llenó de ruido. Todas las figuras discu_tían en contra y a favor de los candidatos, y no faltaba quienes que_rían postularse, pero como no se atrevían, solamente criticaban a quienes se habían propuesto.
Después de un brevísimo silencio, Punto volvió a la carga, to_mando desprevenidas a las figuras.
—Todos hablan de sí mismos y sus virtudes, sintiéndose due_ños de la verdad, pero desprecian y hasta niegan las virtudes de los demás. Quienquiera se siente con derecho a callarme porque me ve tan chico e insignificante, juzgan que no puedo pasar de ser un go_bernado. Piensan que por mi simpleza no tengo nada intere_sante que decir. Pues bien, sepan que toda figura es un arreglo de líneas y toda línea una sucesión de puntos. Sin nosotros, no hay figuras para disputarse el gobierno. Yo me declaro en resistencia y rebel_día. ¡Allá ustedes!
Luego de un momento de silencio, algunas figuras quisieron reaccionar furiosas, pero de pronto perdieron el habla. De todo el plano de dibujo, los puntos principiaron a levantarse, uno a uno, y abandonaron sus posiciones. Poco a poco sólo fueron quedando lí_neas inconexas por todas partes. En segundos, las líneas huérfa_nas se desintegraron mientras los puntos quedaban atónitos al des_cubrir su poder.