Dennis Orlando Escobar Galicia
Me hacía falta leer tus textos en este Suplemento, pero como andabas por Europa con tu esposa la gringa no te dije nada. Es más: me aguanté para dejarte tranquilo y porque estaba seguro que al retornar a tu nueva residencia, en los USA, ibas a redactar varias crónicas de viaje y las publicarías. Desgraciadamente lo que anhelaba no ocurrirá: ya para regresar a tu nueva casa te enfermaste de repente de un cáncer que supuestamente había sido extirpado en sus orígenes. Eso te lo dijeron acá en Guatemala. Vos te quedaste tranquilo y no le diste la mínima importancia.
Te conocí siendo muy inquieto y crítico –a veces más de la cuenta- en Comunicación de la Usac. De repente ya no te vi pero leí tus notas en uno de los diarios de mayor circulación. Cuando una vez te encontré en el campus universitario me dijiste que estabas aprendiendo periodismo en la práctica y que ahora estabas estudiando Economía. Así eras de indómito mi querido Flaquillo.
Le entraste al periodismo con muchas ganas e inmediatamente los directores de los medios se dieron cuenta de tus habilidades para escribir, de manera que laboraste en la redacción de prensa escrita, en radio y en televisión. No seguiste ascendiendo porque tu personalidad y honradez fue un freno para llegar a más. Años después cuando le entraste a la literatura y te preguntaron por qué no seguías escribiendo como periodista, contestaste: “Porque a mí me gusta la chingadera…y ya no quiero meterme a babosadas”.
En literatura escribiste sin ninguna limitación a la libertad de expresión y dando rienda suelta a tus competencias artísticas, además porque vos mismo financiaste las impresiones de tus libros y como voceador los vendías de persona en persona, incluso a los cuates; no caíste en la vergüenza de suplicar o chaquetear a ningún editor.
Escribiste varios libros, tanto de poesía como de prosa, para niños y para adultos. En este momento recuerdo los siguientes: Entre pecho y espalda, texto para adultos porque casi que es una apología a la costumbre de echarse los tragos; Fiesta pajarera, una verdadera joya de poesía infantil; Mi cuento es corto y Breves de Gordillo, libros que contienen una variopinta serie de brevísimos textos. Otros títulos que evoco: El vuelo de la libertad, Fiesta…
Nuestra amistad con Flaquillo se acrecentó en la bohemia intelectual y en las actividades del Centro PEN Guatemala, organización a la que perteneció por un tiempo y dirigió los primeros cuatro números de su revista Códice. También compartimos marchas y espacios en comunicados por la defensa de los derechos humanos y por la construcción de una nueva Guatemala.
Nació en Retalhuleu en 1960, trabajó en la Capital de Guatemala, pero echó raíces familiares y culturales en Quetzaltenango por eso es muy bien cobijado por la Luna de Xelajú. En los últimos años se fue a USA porque en una ocasión obtuvo una beca para escritores y allí conoció al más reciente y último de sus amores: una profesora universitaria que se solazó con su talento y sus atenciones domésticas, principalmente las gastronómicas.
En su más reciente estadía en Guatemala, el 4 de marzo, fuimos al Festival Cuscún a beber fresco de chinchivir y comer panes con pierna, enchiladas, elotes cocidos…Se portó muy preguntón en la compra porque –después me dijo- le trataría de hacer esas delicias a su mujer en USA.
Flaquillo: en tu memoria te devuelvo el último verso de tu poema, musicalizado por Otto Mora: Ahorita anda vagando,/picando de flor en flor/por la vida anda buscando/a quien fue y será su amor.