Por Gustavo García Fong (Miembro de número de la Academia Guatemalteca de la Lengua, correspondiente de la Real Academia Española, investigador, editor y jurista) y Eduardo Blandón (Director del Suplemento Cultural del diario La Hora y profesor de Filosofía). |
Dante Liano no necesita carta de presentación, su presencia constante en la literatura guatemalteca a través de sus creaciones artísticas y el consenso de los estudiosos lo acreditan como un escritor imprescindible en el arte guatemalteco. Esto se ha patentizado en al menos dos momentos: el reconocimiento como Premio Nacional de Literatura en 1991 y la elección de FILGUA 2023 dedicado a su obra.
Con esos antecedentes, nos aproximamos con Gustavo García Fong al intelectual para indagar sobre su itinerario de formación artística, su sensibilidad, lecturas, pasiones, perspectivas (literarias y filosóficas) y actividad creadora a futuro. No nos defraudó. Su conducta amistosa y empatía nos acercó a sus intereses dejándonos entrever su sólida formación humanística, pero sobre todo su capacidad didáctica en una narrativa siempre profesoral, sistemática y educada en la transmisión del conocimiento.
Además de lo anterior, llama la atención en el profesor Liano su visión optimista de la realidad que lo abre a la esperanza, superando el derrotismo o la nostalgia de quien suspira por el pasado. Quizá sea este el horizonte por el que ve viva las humanidades dada la necesidad de un mundo mecanizado en el que priva el pragmatismo que subyuga e impide la realización de posibilidades individuales.
Lo invitamos a leer la entrevista que con seguridad lo acercará al imaginario de un escritor contemporáneo de actualidad.
Gustavo García Fong: Gracias por recibirnos en su casa, nos sentimos muy honrados. Preguntar a un reconocido escritor por sus referentes o posibles influencias intelectuales, puede resultar trillado. Sin embargo, en su caso considero que resulta obligada la pregunta. ¿Cuáles considera que fueron los autores que tuvo como referentes o lo influenciaron cuando comenzó a escribir?
Dante Liano: Primero, tengo que mencionar al padre Hugo Estrada, que fue maestro en el colegio Don Bosco donde estudié y quien me alentó a escribir y a publicar. Yo tendría unos trece o catorce años y me había animado a escribir cuentos, digamos un poco impresionistas y, como él era el director del periódico del colegio Don Bosco, entonces los leyó, le gustaron y además me dio libros para leer, porque el escritor tiene que leer para poder aprender el oficio. Y el padre escribía cuentos y poesías también. Yo no he sentido nunca la vocación a la poesía, pero sí la de narración y entonces, en un principio yo creo que mi modelo fue el padre Estrada. Yo le tengo mucha admiración al padre Estrada, porque él escribe muy buenos poemas y tiene una prosa clarísima en sus libros y tener una prosa clara, escribir claro, es una de las cosas más difíciles que hay para un escritor y además, el padre Estrada, muy pocos lo saben pero es un best seller, vende miles de sus libros porque escribe bien, entonces la gente se entretiene leyéndolo y también, yo creo que el padre Estrada es uno de los pocos místicos que tenemos aquí en Centroamérica, diría yo, realmente un místico alejado de las cosas materiales y por eso la gente lo sigue.
Además, tiene el don de la oratoria. Yo aprendí del padre Estrada a hablar en público ya que él siempre intercala citas literarias, anécdotas y así es como hay que hablar. Ese es el maestro; él daba clases de literatura, yo no me acuerdo mucho de las clases, me acuerdo del ejemplo, de cómo es él y como yo quisiera ser y eso sí lo aprendí. Cuando alguien es profesor, si bien importan los contenidos, aunque algunos luego se olviden, lo que importa es que el profesor sea ejemplar y los alumnos son terribles, no perdonan; entonces, lo que ven no es lo que el profesor dice sino lo que hace y si el maestro tiene una pasión, como en mi caso la literatura, aprecian mucho que uno tenga esa pasión, dedique su vida a esa pasión y de alguna manera lo transmita. Yo impartí clases en el colegio Don Bosco y tengo muchos exalumnos, cuando el director era el padre Santucci, que aún vive, en Roma. Y estoy muy contento, porque muchos de ellos, ya mayores, la mayor parte son médicos, me comentan que han seguido leyendo y apasionándose por el arte. Yo impartí las clases de Historia del arte e Historia de la literatura en el Don Bosco y creo que también allí motivé a una gran cantidad de jóvenes hacia el arte, hacia la literatura, es decir, llevarlos a apreciar qué es el arte; entonces, eso me gusta mucho de dar clases, arrastrar a la genta hacia el gusto por el arte, por lo humano. Es todo, escribir libros, dar clases, no son compartimientos separados.
También, desde muy joven leí con entusiasmo y aplicación a Miguel Ángel Asturias y más tarde, la influencia de Asturias va a operar y luego, los autores criollistas centroamericanos, por ejemplo, Froilán Turcios, Salarrué, Flavio Herrera, Manuel González Zeledón y otros autores de América Central que aparecían en una antología del cuento centroamericano contemporáneo; entonces, allí aprendí la técnica del cuento moderno que derivaba para América Latina de Horacio Quiroga y para el mundo, de Edgar Allan Poe. Entonces, esos fueron mis primeros modelos de escritura.
Eduardo Blandón: Usted escribió Réquiem por Teresa, una obra en la que aborda el tema de la muerte. Hoy se habla mucho de esto, incluso el Papa, habla de una cierta cultura de la muerte. ¿Qué representa la muerte para usted en su perspectiva, en su experiencia vital?
Dante Liano: La muerte es un hecho que me ha acompañado, digamos, toda la vida, porque dado que nací en Guatemala y he vivido en Guatemala, la presencia de la muerte en el país es constante. Es un evento que puede suceder en cualquier momento y no siempre por causas naturales. Recuerde que yo viví los años de juventud, de los años sesenta a los ochenta, y son años en los que en Guatemala, impera la idea de la muerte imprevista y casual, sea por delincuencia y también por motivos políticos aunque uno no estuviera inmerso en cuestiones políticas, era un azar. Además, estudié y enseñé en la Universidad de San Carlos de Guatemala y la idea de la muerte en la universidad era latente. Yo estaba en Guatemala, por ejemplo, cuando ocurrió la quema de la Embajada de España, con noticias que venían del interior del país, donde se hablaba de continuas masacres, con el asesinato de profesores universitarios, por lo tanto, la idea de la muerte es una idea presente, no solamente por motivos políticos sino por una casualidad.
Además, se impuso el terrorismo de Estado, o sea que cualquier ciudadano sabía que puede morir por causas que no tienen qué ver con él y entonces se vive en el terror, era una idea permanente. Luego, tanto en la cultura maya como en la hispánica, en ambas la idea de la muerte está muy presente. En la cultura maya porque en ella no se le tiene miedo a la muerte, sino que se convive con los ancestros ya que permanecen presentes según la cultura de los mayas, cuidando y ayudando a los que continúan vivos.
Y en la cultura hispánica, la cultura de la muerte es muy fuerte. Piénsese por ejemplo, en la corrida de toros, donde uno de los protagonistas tiene que morir siempre, y ello es una fiesta en la cultura española. Otro ejemplo, los cristos que se ven en la Semana Santa, son muy diferentes los esculpidos en la cultura hispánica que los cristos de otras culturas. La cultura hispánica muestra cristos torturados, sangrantes y, por ejemplo, la devoción al Señor Sepultado es muy propia de la cultura hispánica, que no se ve en otras culturas, como la cultura italiana, que es una cultura más dirigida hacia la vida y hacia el cuerpo. La cultura española tiene un sentido de la muerte muy fuerte, o sea que hay toda una serie de motivos, además de una contingencia histórica en las culturas profundas de las cuales provengo, donde no es raro hablar de la muerte.
Gustavo García Fong: ¿Se considera usted un hombre bicultural? Y, en caso afirmativo, ¿cómo se traduce esa circunstancia en su obra o en algunas de ellas?
Dante Liano: Mire, no. Más que “bi”, multicultural, porque nuestro país es multicultural. Últimamente he estado trabajando en la cultura afrodescendiente de Guatemala, que es muy poco conocida y cuando se habla de la cultura guatemalteca, pocas veces se habla de los orígenes africanos de nuestra cultura y eso añade una cultura más y otras lenguas a las que ya se hablan en Guatemala. Guatemala no puede ser un país mono o bicultural, porque tiene diecinueve lenguas que se hablan en el territorio y que representan diecinueve culturas, y hay mucho más porque está el influjo de las culturas mexicana, norteamericana y europea, de manera que de la misma forma, yo creo tener dentro de mi propia cultura, muchas culturas, algunas más acentuadas que otras.
Yo creo que su pregunta se refiere más bien a la cultura italiana, a la cultura cachiquel y a la cultura hispánica que son, digamos, las tres culturas que están dentro de mí. Y le puedo decir que efectivamente, sí. Por una parte, la educación que uno recibe en Guatemala es una educación hispánica. Y entonces uno crece con la literatura española como referencia. Los españoles se sorprenden de que alguien que viene de América Latina conozca también la literatura española pero es la que se ha estudiado. Luego, no pueden negarse las raíces indígenas, que están presentes constantemente en la vida cotidiana. Y como tengo cuarenta años de vivir en Italia, pues sería de piedra, si no hubiera, de alguna manera, introyectado muchos aspectos de la cultura italiana. Yo sé, que por ejemplo, que he ganado en gesticulación, porque los italianos gesticulan constantemente; entonces, de tanto vivir en Italia uno también adquiere la gesticulación italiana. Además, la cultura italiana es muy rica; he leído mucha literatura italiana pero también he escuchado mucha música italiana y antropológicamente, la gastronomía, los modos de ser, uno no puede sobrevivir en una cultura, si no aprende a “ser” como es esa cultura, aplicando el famoso dicho de “a donde fueres haz lo que vieres”. Entonces, uno primero observa cómo hay que moverse y le diré que la cultura italiana es rica y diferente. Por ejemplo, en la cultura española voy a citar un ejemplo, aunque suene un poco banal: Si usted se encuentra frente a una pared, lo que trata es de derribar la pared, para continuar su camino. En la cultura italiana, en cambio, se trata de dar la vuelta; el obstáculo no hay que abatirlo, hay que esquivarlo y superarlo y la cultura italiana en eso es muy sutil, muy refinada; el italiano más que entrar en conflicto trata de encontrar la salida. Más que darse de patadas con el problema, trata de resolverlo. Otro punto que es muy importante: la cultura hispánica es muy dura con el cuerpo, tiende más a la mística, a la valoración de los aspectos espirituales contra el cuerpo. La cultura italiana, es muy física, muy corporal, aprecia mucho el cuerpo, lo cuida mucho y eso se nota, por dar un ejemplo, también banal, en que los italianos tienen fama de ser muy elegantes y, de hecho, lo son, porque tienen un gran cuidado de lo físico y de lo corporal. Además, la parte maya de uno no se puede negar. Los guatemaltecos, hasta que salimos del país nos damos cuenta de cuánto la cultura maya está dentro de nosotros, en nuestra ceremoniosidad, en nuestra reserva, en nuestro “ofendernos” por cosas que otras gentes no se ofenderían. Somos muy diferentes, incluso de otros países de Centroamérica, que son más directos o más campechanos. El guatemalteco, como es la cultura maya, es bastante ceremonioso, cortés, muy educado.
Eduardo Blandón: Usted escribió El vaso de miel y esta novela cuenta la historia de un grupo de amigos que se reúnen en una casa de campo para pasar el fin de semana. Los amigos comienzan a contar historias y a revelar sus secretos más obscuros. ¿Qué es la amistad para usted, qué lo movió o estimuló para escribir un texto sobre la amistad, qué importancia tiene la amistad?
Dante Liano: Mire, este texto, no es así como usted me lo dice, porque lo que usted refiere es más o menos el esquema del Decamerón de Bocaccio, cuando por la peste en Florencia, un grupo de amigos se retira al campo y cuentan todas esas historias. En cambio, El vaso de miel es un libro pequeño que escribimos junto con Rigoberta Menchú. Ella contaba en esa historia, que para la Semana Santa, ellos recogían la miel que cultivaban e iban de casa en casa llevando un vasito de miel como ofrenda de amistad; entonces, en ese sentido, su pregunta qué es para mí la amistad, pues es un aspecto fundamental de la existencia. Y allí, más que las raíces que cuenta Rigoberta Menchú, son otras las ideas que me llevan a valorar la amistad y vienen de una lectura que me condicionó mucho, que me cambió mucho el modo de ver la vida y esa fue la lectura de Schopenhauer, porque él primero sostiene nuestra limitación ante la percepción de la realidad, aun antes de que los neurocientíficos como ahora lo están demostrando, expresaran que nuestra percepción de la realidad con los pobres sentidos que tenemos, es muy escasa; es decir, creo que es un colibrí el que ve muchos más colores, ve dieciséis colores, me parece, que los que nosotros percibimos.
Nosotros percibimos muy pocos colores de la realidad externa y ya eso sería una prueba de lo escaso que es nuestro conocimiento y percepción de la realidad; nuestra vista llega hasta un cierto punto; nuestro oído no percibe todos los sonidos de la naturaleza y creo, gracias a Dios, porque si no nos volveríamos locos. Con un ejemplo muy claro, es que hay sonidos, más bien ultrasonidos, que perciben solo los perros y que, en cambio, los seres humanos no logran escuchar y mientras más viejo se va volviendo uno, menos sonidos o tonos puede percibir de la realidad y así sucesivamente, también el olfato y el gusto se vuelven muy escasos.
Entonces, partiendo de esa premisa, de que la percepción de la realidad es muy pobre, Schopenhauer dice que el conocimiento que tenemos de ella también es pobre; no logramos conocer la realidad y que la única forma de conocer o percibir la realidad tal como es, sucede a través de la poesía o el arte, pero también Schopenhauer dice otra cosa fundamental, que una de las experiencias fundamentales de la vida es el dolor. A los veinte años, uno se cree inmortal, no hace cálculos de cuántos años va a vivir, y a esa edad puede dar risa pensar en la jubilación, uno no piensa ni en la enfermedad ni en la muerte, porque está sano, quizás alguna enfermedad tendrá, pero está fundamentalmente sano; entonces, es viviendo que uno se percata que un elemento con el cual tiene que convivir es el dolor y lo tiene que aprender a administrar. Y la única forma para lograrlo dice Schopenhauer, es solidarizarse con los otros, con la otra gente, porque solos, no logramos sobrevivir. Tenemos que recibir la ayuda de los demás y ayudar a los demás, Es como en La peste de Albert Camus, un libro existencialista que sigue estas reflexiones, o nos ayudamos los unos a los otros, o nos hundimos, o nos salvamos todos o nos hundimos todos; entonces, en eso es fundamental la amistad, que es una ayuda que otro me da por afecto, que otro que no es mi familia me da por afecto y entonces, la amistad es correspondida y yo creo que, sin la amistad de algunas personas aquí en Guatemala y sin la amistad de otras personas allí en Italia, no habría podido sobrevivir, es así de simple. Yo siento que estoy vivo gracias a la intervención de algunas personas aquí en Guatemala en su momento y he seguido sobreviviendo, teniendo un techo, trabajo, comida, gracias a la ayuda de otras personas allí en Italia y, naturalmente, la amistad no existe si no es correspondida. Entonces, ese afecto, ese amor por los demás y recibido de los demás es lo que lo mantiene a uno vivo. No hay otra cosa.
Gustavo García Fong: ¿Considera que su obra refleja matices del denominado “criollismo literario guatemalteco” o bien se desmarca de él?
Dante Liano: Mire, yo sí he tratado de desmarcarme del criollismo literario, porque el criollismo estuvo vigente en los años treinta y cuarenta de la literatura latinoamericana, pero luego fue superado por movimientos más contemporáneos. La característica de la superación del criollismo es evitar una narración plana, jugar con el tiempo y con el lenguaje, es decir, mantener un cuidado muy especial por el lenguaje y a veces, por la imitación del lenguaje oral; entonces, yo creo que en mi obra existe esa tendencia, la estructuración del relato con juegos temporales y luego el uso del lenguaje de una forma más libre y más heredera de las transformaciones que introdujeron, digamos en el tiempo Proust y en el lenguaje, Joyce. A partir de ellos ya no se puede narrar de una manera tradicional, como producto del realismo naturalista francés.
Gustavo García Fong: Hablar de cada una de sus obras, nos ocuparía demasiado tiempo y espacio. Me gustaría que comentara algunas de ellas, en atención a ciertas coyunturas que se viven en Guatemala. Por ejemplo, en la obra Pequeña historia de viajes, amores e italianos, se aborda el tema de la migración, realizando crítica social, relatos que envuelven dolores, ilusiones, fantasías y aspiraciones del ser humano que ve y ha visto en la migración la única opción para buscarse la vida, en beneficio propio y de su familia. ¿Qué opinión le merece la situación de miles de guatemaltecos que tienen que marcharse del país en busca de oportunidades?
Dante Liano: Mire, la migración es una realidad que es propia del ser humano. Los seres humanos han vivido toda la vida migrando, por ejemplo, la primera gran migración que existe en nuestra cultura es el éxodo de los judíos de Egipto buscando la tierra prometida y es como el modelo de la historia de la humanidad, grandes masas de personas se mueven de un lado a otro constantemente, si usted piensa en Grecia, en Roma, los imperios griego o romano, son el fruto de grandes migraciones que se dan hacia Europa y que enriquecen de alguna manera los territorios europeos; entonces, si piensa en la historia de España, cuando uno habla de la historia de España, es la historia de los españoles que vienen a América, claro que vienen como colonizadores, pero muchos años más tarde ya no vendrán como colonizadores, vendrán como emigrados, porque la situación de España es muy dura y tienen que buscar mejorías económicas y las encuentran en Guatemala, pero sobre todo en países como Uruguay Argentina y Venezuela, que están llenos de migración española. Y lo mismo dígase de la migración italiana, donde salieron, si no me equivoco, unos veinticinco millones de italianos, de 1850 a 1910 y piensen ustedes la cantidad de personas que eso significa y poblaron los EE. UU, Venezuela, Uruguay, Argentina, Brasil –que fue una meta de migración muy importante para los italianos– y también Centroamérica.
La novela nace de esa constatación, de que el ser humano es un ser migrante y luego nace de una investigación universitaria que hice para un diccionario biográfico de los italianos en Centroamérica y nace también de la constatación de que la migración conlleva alegrías, aventuras, hacer un viaje es ya tener una aventura, dolores, privaciones; el migrante cuando llega a su destino, como se dice “con una mano atrás y otra adelante” a un país que no conoce y además, desconoce el idioma, sufre mucho, tiene que hacer grandes esfuerzos para poder establecerse y no siempre es bien recibido, como sucede con nuestros migrantes en los Estados Unidos, lo que resulta muy curioso, porque Estados Unidos es un país completamente hecho de migración pues no hay estadounidenses autóctonos. Los pocos que había, los han metido en las reservas.
Mientras que Guatemala sí tiene habitantes autóctonos. Un cachiquel o un quekchí, puede decir “mis antepasados están aquí desde que este mundo existe”, lo que no puede afirmar un norteamericano, porque un norteamericano siempre tiene un antepasado europeo, más bien del este y llegará el momento en que la migración latina hacia Estados Unidos será de alguna manera mayoritaria, aunque a ellos no les guste, o no les cueste, pero la verdad es que el aporte cultural de la migración latina a Estados Unidos es enorme. Por ejemplo, hemos llevado la lengua española que es una riqueza para los norteamericanos; en efecto, cuando uno viaja a los Estados Unidos se da la gran sorpresa de que mucha gente habla español. Y además, la gran cultura que conlleva ser latinoamericano. Uno va con su valija real y con su valija espiritual. A mí me sorprendió cuando fui a Texas, por ejemplo, a la Universidad de Austin, que buena parte de la comida es una comida mexicana. Entonces fui a Estados Unidos a comer tacos, enchiladas, quesadillas, porque comida, una gastronomía estrictamente estadounidense es muy difícil, excepto el pavo relleno, el pay de manzana y esas cosas, pero es muy escasa una gastronomía estadounidense. Comparen ustedes la gastronomía guatemalteca, riquísima de región a región, es una gastronomía de una gran riqueza. Qué pueden ofrecer, en cambio los Estados Unidos en este ámbito.
Eduardo Blandón: Maestro, usted ha dedicado toda su vida de la literatura, a la escritura, ha sido profesor universitario durante toda su vida. las humanidades han sido lo suyo ¿Cuál es la actualidad de las humanidades y cuál es su provenir, siendo que parece que cada vez se valoran menos, no se estiman o están quedando como relegadas?
Dante Liano: Mire, eso parece, pero en realidad, lo que a mí me toca vivir en una sociedad muy desarrollada, como la sociedad de Milán, y en general, la sociedad italiana y mi experiencia, es que mis alumnos, que son alumnos de la Facultad de lengua y literatura extranjeras, encuentran trabajo inmediatamente porque tienen una formación literaria muy fuerte y las empresas se han dado cuenta de que no necesitan solamente técnicos sino que necesitan también gente preparada, en general, con una visión holística de la realidad porque un literato sabe manejar, por ejemplo, las metáforas y las metáforas son analogías, encontrar semejanzas entre dos objetos que son aparentemente diferentes, eso proporciona una agilidad mental muy grande y para la resolución de problemas prácticos, esa habilidad ayuda muchísimo. Y además, la solidez cultural ayuda a no repetir errores y la experiencia práctica es que mis alumnos, apenas se gradúan, tres meses después ya encontraron trabajo.
Porque el mundo actual es un mundo comunicativo, eso no lo podemos negar, no es la ciencia, la actividad más importante en el mundo en que vivimos, es la comunicación, sea una comunicación analógica que podría ser a través de la prensa, de los libros, de los instrumentos tradicionales, o una comunicación digital a través de las plataformas como Facebook, Instagram, Twitter o TikTok. Fíjese que TikTok trae una cosa muy interesante y es que la gente desarrolla capacidades artísticas, que si bien pueden ser muy burdas, pero desarrolla capacidades artísticas. Ahora que estoy en Guatemala recibo lo que la gente produce aquí y he descubierto que aquí la gente en Guatemala es mucho más chistosa y alegre de lo que aparenta, pues cuando hacen sus vídeos, que son vídeos muy rápidos para TikTok, son vídeos chistosos y además, son actuaciones. No se dan cuenta de que están haciendo teatro. En realidad lo que están haciendo son performances, breves performances, pero tienen que prepararse, pensarlo, hacer una especie de guion antes y luego hacer esas cosas que tratan de que sean lo más chistosas posible, pero es como que si fueran al centro cívico y se pusieran a hacer teatro y solo que eso tiene una difusión mayor. Entonces, el mundo actual es un mundo de comunicación y las comunicaciones son humanidades. Entonces, estudiar humanidades ahora es prepararse para este mundo y para el mundo futuro, de manera que en tanto más comunicaciones haya, entonces no hay problema en estudiar humanidades. No hay decadencia en las humanidades y mientras más preparado está uno en las humanidades mejor se puede desarrollar uno en este mundo digital nuevo.