La obra que resume la campaña presidencial del doctor Arévalo, escrita por el mismo expresidente, fue El Candidato Blanco y el Huracán, haciendo referencia a cómo una figura que no era de las más conocidas del medio guatemalteco, que vivía en Argentina a donde viajó becado por la dictadura, se convirtió en el líder capaz de cautivar a la ciudadanía para emprender la primavera democrática. El libro es tan apasionante como la vida de Juan José Arévalo, sin duda el mejor presidente que ha tenido Guatemala y quien realizó cambios de fondo que todavía hoy son parte importante de nuestras vidas.
Su hijo también surgió de manera imprevista y se convirtió en el líder de los guatemaltecos hartos de la corrupción y la forma en que se han pervertido las instituciones, ganando de forma arrolladora a la candidata que era el rostro más visible de la vieja política, esa que le ha hecho tanto daño a nuestro país, a sus habitantes y que enturbia aún hoy nuestro futuro. Y Bernardo Arévalo ganó para dolor de cabeza de los corruptos que, por lo tanto, están haciendo micos y pericos para impedirle que llegue al poder el próximo 14 de enero y que disponen no solo del MP, sino de todas las Cortes, incluyendo la de Constitucionalidad, para lograr sus aviesos fines.
Ayer, en la víspera del día de la independencia, Bernardo Arévalo convocó a los ciudadanos honrados de este país para que le acompañen la semana próxima a presentar un Amparo contra el papel de la Fiscal General y del Fiscal de la FECI, señalando que la verdadera independencia vendrá cuando salgamos de todos los corruptos que se adueñaron de todo el país para su propio beneficio. Mientras el guatemalteco común sueña con emigrar para mandarle dinero a su familia y mantenerla, los encopetados de la corrupción sueñan con amasar fortunas que les permiten vivir como millonarios a costillas de las necesidades de tanta gente.
Algunos dicen que siempre ganan los malos porque los malos son más que los buenos. Llegó el momento en que los guatemaltecos que nos creemos decentes debemos comprometernos más allá de lo que significa marcar una papeleta. Tenemos que ser parte esencial de este proceso de transformación que debe ser un huracán que barra con todos los sinvergüenzas y ese es el llamado que nos hace ahora nuestro Presidente Electo.
Ya no es hora de medias tintas ni de soltar en las redes nuestra frustración. Llegó la hora de ser ese huracán del que nos habló Juan José Arévalo y que ahora vislumbramos con su hijo.