Lo ocurrido ayer en la audiencia por el Caso La Línea constituye, sin duda, el giro más trascendente que ha tenido ese proceso que ya es histórico porque por el mismo se encuentran sometidos a proceso y guardando prisión preventiva quienes fueran el Presidente y la Vicepresidenta de la República. Salvador Estuardo González, el hombre en quien Pérez Molina y Baldetti confiaron para que les manejara sus negocios, cantó fuerte y claro sobre cómo operaba el negocio de la defraudación aduanera montado para «agilizar» los trámites en las aduanas a cambio de una jugosa mordida que se repartían los gobernantes con sus socios en el trinquete.

Una de las inversiones más importantes que realizó Baldetti fue la compra de la mayoría de acciones de Siglo.21, adquiriéndolas de los cooperativistas que poco antes habían comprado el medio. Era importante porque se convertía en pieza clave de sus aspiraciones políticas, y para cuidar el negocio González fue nombrado Presidente de la Corporación dueña del diario, lo cual da una muestra del nivel de confianza que existía entre este hábil operador financiero y los altos mandos del país. Supuestamente las acciones en poder de alguna sociedad entrarán en el tema de la extinción de dominio.

El caso es que no quedó la menor duda del papel decisivo que jugaron presidente y vicepresidenta en la conformación de la estructura criminal conocida como La Línea, y por ello el proceso ahora adquiere un nuevo giro en el que el objeto de los principales cuestionamientos será Estuardo González, cuya credibilidad querrán destruir todos los otros implicados en el caso. Pero su credibilidad está cimentada en la confianza que generó en Pérez Molina y Baldetti, a quienes les manejaba sus negocios personales y para quienes activó sociedades anónimas para que se hicieran cargo de las operaciones.

Sin convertirse en testigo protegido ni reclamar a cambio ningún beneficio, González soltó toda la prenda. Además, admitió su propia culpa y no buscó excusas sino que decidió someterse a la majestad de la ley, como corresponde, pidiendo disculpas a su familia por haberse metido en acciones criminales.

Porque una de las cuestiones de los colaboradores eficaces es que hablan a cambio de beneficio personal, pero en el caso del testimonio de ayer, el mismo se produjo sin negociación que se conozca si no simplemente como una cuestión personal para soltar la verdad de los hechos que le constaban, lo cual deja en una situación catastrófica a Pérez Molina, a Baldetti y todos los otros implicados en la red de defraudación aduanera. González no es un héroe, desde luego, pero puso en la picota a quienes fueron sus jefes.

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