Para decirlo en buen chapín, todo lo que se hizo desde mediados de abril, cuando se destapó el escándalo de corrupción conocido como La Línea y continuado luego con casos como el del IGSS y las hemodiálisis, el del bufete de la impunidad, el de Chico Dólar y su influyente vicepresidenciable, terminando con los jueces que ahora están siendo juzgados, no pasó de ser un puro chapuz.

Y es que todo eso sirvió para poner en evidencia hasta dónde nos ha llegado a hundir la corrupción; nadie, ni el más ingenuo o tonto, puede suponer que eso era TODA la corrupción puesto que se trata de casos emblemáticos, pero así como esos hay en todas las dependencias públicas y no alcanzaría el recurso de la CICIG ni del MP para darle caza a todos los ladrones.

Pero en vez de atacar al sistema, que es el que alienta la existencia de la corrupción, nos centramos en Pérez Molina, Baldetti y Baldizón, como si ellos fueran los únicos corruptos del país. Se reeligió a los alcaldes sinvergüenzas que manejan fideicomisos como si fueran su patrimonio, a los diputados que cobran por voto y además se asignan obras para seguir robando y, como guinda del pastel, se puso al país en una terrible encrucijada tras dizque sanear el ambiente para la segunda vuelta.

Literalmente hablando, somos un pueblo chapucero, incapaz de hacer un trabajo bien hecho y que se conforma con que las cosas medio funcionen, característica de cualquier chapuz. No nos interesa cambiar al sistema sino simplemente nos llegamos a sentir cuasi héroes por haber sacado del poder a Baldetti y Pérez Molina, no obstante que fue la CICIG la que se encargó realmente de sentarlos frente a la justicia. El pueblo se aplaudió a sí mismo porque marginó a Baldizón, hasta que pasada la goma se ha dado cuenta que se metió la daga porque salió de las brasas para caer en las llamas.

El mecánico chapucero es el que le pone un tornillito al carro para que siga caminando aunque esté sabido que en pocos días volverá a fallar. Un pueblo chapucero es el que cree que su voto cuenta, que realmente en las elecciones dio una lección al mundo, aunque ahora sepa que nada cambió, que tendremos otro gobierno corrupto, otro Congreso corrupto y seguiremos con los mismos alcaldes ladrones.

Dejemos de ser chapuceros. Arreglemos este país de una vez por todas y a fondo. NO MÁS LADRONES quiere decir cambiar la forma en que elegimos y la responsabilidad de cada quien. Hasta hoy, no hemos pasado del chapucito.

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