Por: Fernando R. Cucul Reyes
Estudiante de Zootecnia y técnico en producción pecuaria.
Uno de los mayores adversarios que aqueja a este país es un sistema injusto que parece destinado a perpetuar la pobreza. Este sistema está conformado por aquellos que se empeñan en mantener a la población en condiciones desfavorables, quienes se resisten a invertir en el bienestar de la niñez y la juventud. Como resultado, se evidencia un sistema que expulsa a casi 600 guatemaltecos diariamente.
Solo hace falta observar el panorama para constatar sus impactos: el sistema de salud presenta notables deficiencias y corrupción en la adquisición de medicamentos; la red vial es la más deficiente en Centroamérica; y la fuerza pública se encuentra en un estado de abandono, con salarios insuficientes y condiciones laborales deplorables.
El nuevo gobierno deberá enfrentar una serie de desafíos significativos en su camino. Muchos argumentan que el principal reto radica en establecer alianzas efectivas en el Congreso, ya que este es el órgano que detenta el Poder Legislativo. Las decisiones sobre lo que se aprueba o rechaza pasan por allí, y, sin estas alianzas, el presidente electo podría encontrarse con las manos atadas en términos de ejecución de políticas y legislación.
Además, deberá lidiar con un sistema profundamente corrupto, en el que parece que aquellos con mayores recursos tienen la capacidad de imponer su voluntad. Ya estamos siendo testigos de intentos del sistema corrupto por obstaculizar su llegada, incluso antes de asumir el cargo.
Será fundamental para el nuevo presidente hallar estrategias para sortear estas dificultades y buscar soluciones que atiendan a los problemas fundamentales que afectan al país. Su habilidad para enfrentar estos desafíos determinará en gran medida el éxito de su mandato y su capacidad para llevar a cabo cambios positivos en Guatemala.