EL CAIRO
AP

La campaña del ejército de Egipto contra extremistas islámicos en el norte de la península del Sinaí está afectando a miles de civiles y podría poner a la población en contra del gobierno, dijo Human Rights Watch en un informe hoy.

En los dos últimos años, el gobierno de El Cairo ha expulsado de sus casas a 3 mil 200 familias y arrasó cientos de hectáreas (acres) de campos de cultivo y viviendas en su intento por destruir los túneles ilegales de contrabando que conectan la península del norte del país con la Franja de Gaza, apuntó el grupo de derechos en su reporte.

«Destruir viviendas, vecindarios y modos de vida es un ejemplo clásico de cómo perder una campaña de contrainsurgencia», dijo Sarah Leah Whitson, directora de la organización para Oriente Medio y Norte de África.

Las autoridades egipcias avisaron de los desahucios con muy poca o ninguna antelación, no proporcionaron alojamientos temporales, y dieron una compensación en su mayoría inadecuada por las casas destruidas – y ninguna por los campos- dijo HRW en un comunicado.

En un comunicado que coincidió con el informe de HRW, el gobierno del presidente egipcio Abdul Fatá el Sisi negó que esté violando los derechos humanos de los residentes en la parte norte de la península del Sinaí y dijo que estaba tomando medidas para proteger las vidas de los civiles y sus propiedades.

El gobierno egipcio quiere crear una zona de seguridad a lo largo de su frontera con la Franja de Gaza para destruir una red de túneles transfronterizos. El Cairo acusa a los insurgentes islamistas de emplear los túneles de contrabando para moverse entre la península del Sinaí, en territorio egipcio, y Gaza, gobernada por el grupo armado Hamas.

El remoto territorio se caracteriza por la presencia de pueblos humildes, zonas desérticas y montañosas aptas para una guerra de guerrillas. Algunos beduinos de la región, ante las dificultades económicas de la zona, se volvieron hacia el contrabando, la delincuencia organizada y, en algunos casos, el islamismo radical.

Egipto lucha contra la insurgencia presente desde hace años en la región, que aumentó en intensidad luego de que el ejército derrocó al presidente islamista Mohamed Morsi en julio de 2013 tras multitudinarias protestas en su contra y lanzó una campaña contra grupos islámicos. La filial de la milicia radical Estado Islámico en la región ha estado reclamando la autoría de los ataques insurgentes en el norte del Sinaí. Aunque la violencia se limita en gran medida a la zona, las bombas han llegado a otras partes del país, incluyendo la capital.

Estados Unidos entrenó al ejército egipcio en el uso de «tecnología sofisticada para la detección de túneles» para hallar y destruir las construcciones evitando arrasar vecindarios enteros, denunció Human Rights Watch.

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