Edith González
Bien estar o estar bien. Son términos que significan o llevan a lo mismo. Y que en la actualidad, promocionan los humanistas. No es un tema nuevo, pues lo podemos encontrar en los escritos de los pensadores y filósofos griegos, de la Antigua Grecia, que hablaban ya de la eudaimonía que se entiende como la felicidad que proviene del buen espíritu, genio o conciencia.
Sin embargo para nosotros los mayores es un término que quizás llegó a tener un significado distinto, más como hacer el bien. Crecimos en una sociedad que cultivaba la pena, el dolor, el castigo, en una iglesia que nos arrastraba al infierno por una vida no perfecta.
Y en algunos casos, quizás pudo más el temor que la conciencia, pero la conducta en general buscaba el buen actuar.
La misma psicología se dedicó a tratar de enmendar nuestra conducta, sentimientos y hasta pensamientos. Y más de alguna vez a tratar de remendar los corazones rotos. Hablando de premios y castigos.
Sin embargo ya hace veinticinco años que Martin Seligman, como presidente de la Asociación Americana de Psicología (APA), señalaba que la psicología como ciencia tiene como objetivo tanto curar lo que está roto como promover lo mejor de cada persona.
Y esa idea que planteó en su discurso de toma de posesión , dio nacimiento a un enorme legado de investigaciones referidas al bienestar humano, aspectos positivos y virtuosos de comportamiento que se denominó psicología positiva.
La teoría del bienestar de la psicología positiva plantea que: “ el bienestar está constituido por cinco elementos: emociones positivas, experiencias óptimas, relaciones interpersonales, sentido de vida y logros, y un eje trans-versal constituido por las fortalezas del carácter. “
Aunque ya antes Viktor Frankl tras sus vivencias como prisionero de guerra en los campos de concentración nazi, habló y escribió sobre la importancia del sentido de vida para un desarrollo pleno.
Considerando el desarrollo de los valores de creación, experiencia y actitud, y la falta de sentido como la neurosis, que viven muchas personas.
La psicología positiva integra el desarrollo del sentido de vida como cuarto elemento del bienestar y en la clasificación de las fortalezas del carácter en la virtud de la trascendencia, particularmente representada en la fortaleza de la espiritualidad.
Al investigar el bienestar psicológico identificando, midiendo y logrando aumentar la promoción de una vida saludable en los diferentes contextos del quehacer humano.
Surgen así muchos nuevos gimnasios y programas para la salud física, grupos de auto ayuda, y se fortalecen técnicas como aromaterapia, arteterapia, el mindfulness, en la búsqueda de estar bien y sentirnos bien.
Claro que esa búsqueda de mi bienestar debe estar acompañada del bienestar del otro, con mi actuar con responsabilidad, con compromiso y respeto. Porque si en la búsqueda de mi bienestar provoco daño, estaríamos retornando a la época de las cavernas.
Y quizás debamos preguntarnos en este momento a donde nos está conduciendo esta búsqueda loca no del bienestar sino del placer, sin responsabilidad, compromiso ni respeto. Una noche de ni me acuerdo con quién. Una madrugada de no recordar cuanto bebí o consumí. Y peor aún un deseo sin control, sinónimo de un enorme vacío interno.
NO SE PUEDE ALCANZAR EL BIENESTAR SI NO SE HA ENCONTRADO PRIMERO EL RESPETO A SI MISMO, COMO SER HUMANO.